Por Ramón Casilda, analista económico, consultor estratégico iberoamericano y profesor de RRII en el IEB.
Se han cumplido 80 que han definido al mundo. El 1 de julio de 1944, antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial, delegados de 44 países encabezados por Estados Unidos y el Reino Unido, se reunieron en New Hampshire (EEUU), para iniciar la Conferencia de Bretton Woods, conocida oficialmente como la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas. La Conferencia tenía como propósito poner las bases para evitar los errores que en la práctica habían paralizado la economía mundial y desencadenado la Gran Depresión de 1930, que trajo consigo la guerra de devaluaciones (guerra de divisas y empobrecimiento del vecino, según Joan Robinson), que llevó al proteccionismo comercial, cuyo impacto prolongó casi una década la Gran Depresión.
Más recientemente, cuando estalló la Gran Recesión en 2008, muchos fueron los llamamientos para evitar la repetición de errores cometidos en la Gran Depresión, para no caer en una espiral de devaluaciones competitivas que dificultaría la salida de la crisis. Las devaluaciones competitivas no tardan en aparecer cuando hay demasiados agentes en una economía global que quieren debilitar sus divisas, pues no todos los países pueden tener una divisa débil para así conseguir potenciar sus exportaciones.
Bretton Woods tenía como propósito diseñar un sistema económico de posguerra que promoviera la coordinación internacional, la reconstrucción y el crecimiento, y para ello se crearon el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Grupo del Banco Mundial (GBM). Ahora, 80 años después, nos encontramos ante una situación crítica de la economía mundial que el mismo FMI la sitúa “contra las cuerdas” (Perspectivas de la Economía Mundial, julio 2024), en un momento de gran agitación con la guerra de Ucrania, más los nuevos conflictos que han estallado en Oriente Medio y África.
Ante tal situación, el FMI y el GBM, en reconocimiento del aniversario de la Conferencia de Bretton Woods, anunciaron una iniciativa conjunta: el lanzamiento de un estudio encargado de desarrollar una visión a largo plazo sobre el futuro de la economía mundial, la cooperación internacional y los roles de ambas instituciones. El estudio contará con Sri Mulyani Indrawati, ministra de Finanzas de Indonesia; Patrick Achi, ex primer ministro de Costa de Marfil; y Mark Malloch Brown, ex secretario general Adjunto de las Naciones Unidas, quienes estarán en estrecha colaboración con Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI, y Ajay Banga, presidente del GBM, más los asesores que dirigirán un debate con las partes interesadas de todo el mundo sobre la forma que adoptará la economía mundial dentro de veinte o treinta años, sobre cómo puede evolucionar el multilateralismo y, fundamentalmente, sobre cómo ambas instituciones pueden contribuir de la mejor manera posible a la estabilidad, el crecimiento y el progreso de un planeta habitable en una nueva era donde las exigencias de la humanidad por un mayor bienestar global necesitan políticas innovadoras de alcance mundial.
Los anglosajones utilizan el término momentum para referirse al impulso que recibe cada vez más una idea o debate en un punto determinado del tiempo. El momentum Bretton Woods exige unos acuerdos que estabilicen y mantengan la cooperación monetaria internacional, que permitan a los países desarrollar relaciones financieras de manera más fluida, estable y beneficiosa para la economía mundial. De manera que cabe preguntarse: ¿seremos testigos del nacimiento de un nuevo Bretton Woods? ¿Qué acuerdos debe incorporar que estabilicen y potencien la cooperación monetaria y financiera internacional para facilitar la reactivación de la economía mundial? ¿Cómo asegurarse de que su diseño permita a los países desarrollar relaciones económicas de manera fluida, estable y beneficiosa?
Como complemento, deberían contar con un conjunto de reglas que los países han de considerarlas más beneficiosas si las cumplen que si las incumplen. Dichas reglas deben tener obligaciones comunes que sean respetadas por todos y, al mismo tiempo, suficientemente flexibles para permitir que los países incorporen políticas compensatorias por las limitaciones nacionales impuestas por el entorno internacional, mediante una combinación de rigidez y flexibilidad, teniendo en cuenta como principio fundamental la cooperación monetaria internacional.
“La historia no se repite, pero a menudo rima”, decía Mark Twain, y hoy la rima es la visión a largo plazo sobre el futuro de la economía mundial, la cooperación internacional y los roles del FMI y el GBM. Al respecto, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, declaró: “En la medida en que el FMI busca atender las necesidades cambiantes de sus miembros en todo el mundo y cumplir de manera eficiente y eficaz con sus tres tareas principales (asesoramiento en materia de política económica, préstamos y desarrollo de capacidades), reconocemos la importancia de una perspectiva de más largo plazo. Este proceso nos ayudará a comprender mejor los futuros posibles y a planificarlos”.
Por su parte, el presidente del Grupo Banco Mundial, Ajay Banga, señaló: “Durante 80 años, el Banco Mundial ha trabajado para mejorar las vidas y hacer del mundo un lugar mejor. Este aniversario es una oportunidad no solo para reflexionar, sino, lo que es más importante, para mirar hacia el futuro y prepararnos para los desafíos que se avecinan. El mundo necesita al Banco, y los próximos 50 años exigirán de esta institución incluso más de lo que se necesitó durante los 80 años anteriores para lograr un mundo sin pobreza en un planeta habitable”.
Muy seguramente que el estudio del FMI y el GBM no dejará pasar la oportunidad del momentum Bretton Woods. Solo hay que recordar que Bretton Woods fue posible en medio de las oscuras sombras de la Segunda Guerra Mundial, cuando los líderes se reunieron para proyectar un mundo mejor. Ahora estamos en medio de sombras oscuras, muy oscuras, por el hecho de que no podemos asegurar que el mundo no puede ser destruido completamente y la vida puede llegar a su fin. Como decía en mis anteriores artículos, nos encontramos ante un momento histórico crucial, y los líderes, además de aportar la valentía, la honradez y la cooperación que hoy necesitamos, deben dejar atrás un mundo de sobresaltos, donde se han creado unos desequilibrios económicos y financieros que deben superarse, estableciendo una sociedad más próspera, más justa, más feliz, como Immanuel Kant invocaba en su libro La paz perpetua (1795).
Tribuna publicad en El Confidencial.
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