Por Miguel Ángel Bernal, profesor y coordinador del Departamento de Investigación del IEB.
Aun cuando el tema catalán está lejos de agotarse, parece que la atención se va desplazando hacia otros temas. Esta semana, por ejemplo, han empezado a aparecer previsiones sobre el PIB español. Es evidente que el tema catalán y su efecto sobre el crecimiento generan motivos para revisar las previsiones, pero hay más temas que afectan a la economía española y que hacen peligrar la fortaleza del crecimiento. No es que se esté pensando en una posible recesión, pero sí que es previsible que podamos ver un menor ritmo de crecimiento, algo que sin lugar a dudas dañará la creación de empleo. No hace falta recordar que España sigue a la cabeza del paro, después de Grecia, siendo esté una lacerante llaga que la recuperación económica no ha permitido aún cicatrizar.
Al mirar la actividad española es necesario tener presente la situación del precio del petróleo. Hasta el momento la economía española se ha visto favorecida en la salida de la crisis por una serie de situaciones, que escapan a la actuación del Gobierno. Una de ellas ha sido la caída del precio del petróleo, sin embargo el escenario al que apunta el mercado del crudo es distinto al que hemos visto. Hasta el momento el desplome del precio del crudo ha sido uno de los bálsamos para equilibrar nuestra balanza exterior, así como el aumento de las exportaciones. Es más que previsible que el ritmo de las exportaciones se mantenga, sin embargo, mucho más contradictorio es la afectación del precio del petróleo.
Estamos viendo cómo el crudo se está situando a niveles, levemente, por encima de los 55 dólares por barril. Ciertamente el descubrimiento del fracking, así como los avances en la técnica de extracción con un considerable ahorro de costes, es un fuerte lastre a un ascenso del precio del oro negro. Sin embargo, las previsiones apuntan a un escenario de unos 60 dólares por barril, para el próximo ejercicio. Es, evidentemente, un precio muy por debajo de los máximos históricos, pero también alejado de los que en los últimos tres o cuatro años hemos venido teniendo. Ese nivel de precios supone un encarecimiento de un 15% sobre el precio medio de este ejercicio. Desde el Ejecutivo y otras fuentes ya se alertó de una rebaja en las previsiones del PIB por el crudo.
Este aumento del precio del petróleo traerá además unos efectos sobre el nivel de precios. La inflación, aún contenida y por debajo del 2%, puede dejar de dar también alegrías. La razón de esta observación está en el efecto que puede tener en los precios de consumo la evolución de los precios energéticos. No solo está presionando la elevación de los hidrocarburos, sino también de la luz. La tremenda sequía a la que está expuesto en estos momentos el país, un problema que la situación catalana ha puesto en segundo plano, tendrá un fuerte efecto en la elevación del precio de la electricidad. La senda de precios eléctricos es ascendente. En este pasado octubre, hemos llegado a alcanzar el precio más alto pagado, incluso mayor al que se registro en la ola de frío del invierno. Ciertamente todo parece indicar que esta punta en la evolución del precio es casual, pero no debemos olvidar la senda alcista de los precios aludida anteriormente. Ahora mismo la aportación de la generación hidroeléctrica, la más barata de todas la fuentes, parece estar muy limitada por la sequía. La contribución de la energía de ciclo combinado, más cara que la de los saltos de agua, está yendo en aumento. Desde luego nada parece indicar que esta situación se altere, puesto que las previsiones de lluvia, son bastantes negativas.
Dejando de lado el efecto del precio del petróleo, otro de los problemas es el que parece ser un freno a la inversión, especialmente la extranjera. Hasta el momento el país se ha visto favorecido por la llegada de importantes flujos inversores, pero la cuestión catalana drena la confianza en España. Ya sabemos que ante desconfianza o incertidumbre, los flujos inversores se frenan y se aletargan a la espera de condiciones más ventajosas. Múltiples casos de inversiones permanecen congelados, los medios de comunicación se hacen eco de esta situación. Desde luego todo parece indicar que si el conflicto secesionista se enquista, las consecuencias pueden ser muy graves.
El Banco de España cifraba en una horquilla de entre 3.000 millones y 27.000 millones el impacto al crecimiento. Esta afectación vendría, en el caso de mayor impacto económico, a bajar fuertemente el crecimiento económico, hasta situarlo levemente en positivo. Como no, la desconfianza es la peor enemiga a la hora de elaborar previsiones macroeconómicas y desde luego nuestra situación política, de extrema gravedad, resta fuerza al crecimiento. Será muy importante ver el resultado de las elección autonómicas, así como la evolución posterior de acontecimientos. Por de pronto, indicadores adelantados como ventas, matriculaciones, ventas de casas parecen indicar que la confianza comienza a flaquear. Especialmente importante es la debilidad que muestra precisamente Cataluña.
Como ven, aun cuando he querido dejar de lado la cuestión catalana, hay que volver a poner la vista en ella. Los vientos de cola que han venido aliviando y dando bríos a nuestra economía, han llegado a su fin. El órdago secesionista viene a complicar el panorama en el momento que desaparecen los vientos de cola.
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