Por Aurelio García del Barrio, doctor en Economía y Director del Global MBA con Especialización en Finanzas del IEB.
Se cumple un año de Trump como presidente de EEUU, y este periodo ha sido cuando menos, convulso. Ahora, el partido republicano ocupa todo el poder en Washington, con mayoría en las dos Cámaras legislativas, en la judicatura y en el Gobierno. Algo para lo que los partidos esperan décadas. Aunque las diferencias internas sean tan grandes que ni aun así hayan conseguido cerrar acuerdos para liquidar el Obamacare o seguir construyendo la valla en la frontera con México. También la sombra de una campaña relacionada con Rusia, cuya investigación va haciendo camino, ha sido tema de debate.
En su campaña electoral Trump planteaba una reforma fiscal con cambios en el IRPF, donde iba a reducir las siete tarifas actuales a tres, evitando que aproximadamente 75 millones de hogares tengan que pagar y solicitando como máximo un 25% de las grandes fortunas, pretendiendo que con esta medida aumenten las inversiones domésticas y disminuya el fraude fiscal lo que puede significar un impulso indirecto tanto para el dólar como para los principales índices, y una reducción del impuesto sobre sociedades, que pretende animar a las empresas americanas que están deduciendo beneficios en el extranjero a que mantengan sus operaciones en el país. Reduciendo sus impuestos puede dar a algunas empresas un gran impulso y, de esta forma, aumentar el precio de sus acciones.
Este planteamiento de política fiscal se basa en la teoría de Laffer. La curva de Laffer demostraba que aumentar los impuestos podría hacer reducir los ingresos en lugar de incrementarlos. La política fiscal convencional era: si quieres más ingresos, aumentas los impuestos. Lo que Laffer trajo a la mesa con su teoría era que si querías más ingresos era mejor bajar los impuestos para estimular el crecimiento económico y la actividad económica.
Ahora vemos como la propuesta de reforma fiscal del presidente estadounidense se ha moderado, incluyendo una rebaja de la tasa impositiva de las empresas del 35 al 20% (ligeramente por encima del 15% prometido), la supresión del impuesto de sucesiones y la reducción de las categorías de impuestos a la renta. El plan, Marco unificado para arreglar nuestro fallido código fiscal, es el documento de trabajo con el que se busca lograr la mayor reforma fiscal en EEUU desde 1980.
El objetivo es volver a hacer competitivo EEUU a nivel global, y ofrecer alivio fiscal a la clase media y a los empresarios. Se trata de una “propuesta marco”, por lo que se ha dejado espacio para que se concreten los detalles dentro del debate en el Congreso. Asimismo, se prevé simplificar las categorías de pago de impuestos de la renta de siete a tres: 12 , 25 y 35%. Las nuevas cifras suponen reducir el tipo máximo, actualmente del 39%, y elevar levemente el mínimo, del 10. Como se había anunciado previamente, Trump propone elevar las deducciones fiscales para las familias con hijos y crear una nueva para adultos dependientes, como personas mayores o enfermos. También elimina el impuesto de sucesiones, algo ya adelantado por la Casa Blanca, y se amplía la deducción básica para personas a 12 mil dólares y 24 mil para parejas. Queda por aclarar cómo se compensará este descenso de ingresos fiscales para equilibrar las cuentas públicas y que no genere aumento en el déficit presupuestario. Se eliminarán numerosas exenciones, que equilibrarán en parte estas reducciones, aunque en este sentido, aún no hay detalles.
En definitiva, Trump prometió tipos más bajos y mayores deducciones: su nuevo plan, por el contrario, ofrece tipos no tan bajos y menos deducciones. En términos generales, un año después de su elección, la economía norteamericana mantiene un crecimiento estable, si bien, el ritmo de crecimiento, las condiciones de pleno empleo y el repunte de la inflación en EEUU no han sido un reflejo de políticas económicas implementadas por el presidente, sino reflejo de políticas implementadas años atrás. Si la reforma fiscal es finalmente aprobada, el precio del petróleo continúa subiendo y comenzamos a ver presiones salariales a causa de lo apretado del mercado laboral, es muy probable que veamos brotes inflacionarios a partir del próximo año. En caso de materializarse este escenario, la Fed tendrá que comenzar a subir tasas a un ritmo quizá mayor a lo actualmente esperado y ahí es cuando se podrá realmente hacer un juicio sobre la administración Trump.
Otro frente que el presidente mantiene abierto es el comercial. Durante su campaña prometió reducir el déficit fiscal de su país a través de mejores tratados comerciales, sin embargo, este último se ha incrementado. En el último año, el déficit creció un 6,2% y desde que asumió la presidencia un 10,3. Los flujos de dinero han mostrado un comportamiento contrastante desde que Donald Trump ganó las votaciones el 8 de noviembre de 2016, favoreciendo a los mercados de renta variable y afectando al mercado de divisas y al de deuda. Las bolsas se han visto impulsadas por la mejoría en la economía estadounidense, los reportes positivos de las empresas, pero también por las expectativas favorables despertadas por el programa de apoyo económico y fiscal propuesto por la nueva administración. El promedio industrial Dow Jones, el S&P 500 y el tecnológico Nasdaq acumulan incrementos del 28,5, el 21,1 y el 30,3%, respectivamente en el último año.
A la propuesta fiscal de Trump se suma la debilidad del dólar en el mercado internacional que ha ayudado a incrementar la competitividad del sector exportador de EEUU. El índice que mide el comportamiento del billete verde frente a una canasta de diez divisas presenta un retroceso de 1,3%.
Estás en Inicio » Actualidad » Blog » Un año de Trump: ¿y ahora qué?