La firma del acuerdo de París el 12 de diciembre de 2015 marcó un nuevo rumbo para la economía mundial basado en una sociedad baja en carbono. La Unión Europea lidera este cambio, con el compromiso de reducir las emisiones de CO2 en un 40% en todos los sectores económicos en 2030. Ya se están adoptando las políticas necesarias, pero aún hay un largo camino por recorrer. Según la Comisión Europea, se precisarán anualmente alrededor de 180 mil millones de euros en inversiones adicionales en sectores como la efi ciencia energética, la generación y transmisión de energía renovable y el transporte, por citar algunos.
La escala del desafío de la inversión va más allá de la capacidad del sector público y se requerirán cambios regulatorios importantes que la Unión Europea ya está abordando para facilitar la movilización de capital privado. Alcanzar los objetivos del acuerdo de París requiere no menos que una transformación de todo el sistema financiero, su cultura y sus incentivos.
Recientemente, el Grupo de expertos de alto nivel (HLEG) nombrado por la Comisión Europea en materia de finanzas sostenibles ha establecido las bases para construir una verdadera Unión de Mercados de Capital como fundamento para un amplio Plan de Acción sobre sostenibilidad. El Plan establecerá un camino claro para hacer de la sostenibilidad un pilar del sistema fi nanciero europeo, y fortalecer la posición de Europa como pionera en crecimiento verde y sostenibilidad. Al plan le seguirán importantes propuestas legislativas. El objetivo es ambicioso, pero fi rme: convertir a Europa en el centro de gravedad de las inversiones mundiales en una economía de baja intensidad en carbono. Se establecen ocho recomendaciones prioritarias.
- Introducir una taxonomía sostenible común para garantizar consistencia y claridad en el mercado. Un sistema de clasificación claro sobre lo que es “verde” o “sostenible”. Se mejoraría así la eficiencia del mercado y se ayudaría a canalizar capitales hacia activos que contribuirían al desarrollo sostenible.
- Aclarar las obligaciones de los inversores, ampliando los horizontes de tiempo y enfatizar más en los factores de sostenibilidad. Vincular las obligaciones de los inversores con cuestiones de sostenibilidad es esencial.
- Transparencia. Actualizar las reglas de reporte financiero para hacer que los riesgos y las oportunidades del cambio climático sean totalmente transparentes.
- Concienciar a los ciudadanos europeos sobre los problemas de financiación sostenibles. Mejorar el acceso a la información sobre sostenibilidad y financiación son elementos esenciales de ese esfuerzo de concienciación.
- Desarrollo de estándares europeos de financiación sostenible. Como, por ejemplo, un estándar europeo de bonos verdes (UE GBS) y una etiqueta o certificado de bonos ecológicos de la Unión Europea para ayudar al mercado a desarrollarse plenamente y maximizar su capacidad de financiar proyectos que contribuyan a mayores objetivos de sostenibilidad.
- Establecer una ‘Infraestructura sostenible Europa’ para ampliar el tamaño y la calidad de la cartera de activos sostenibles de la Unión Europea. Una infraestructura confiable, inclusiva y de alta calidad es un componente vital del crecimiento económico sostenible a largo plazo.
- Reformar la gobernanza y el liderazgo de las empresas para desarrollar competencias de carácter sostenible. La cultura del sector empresarial debe alinearse más estrechamente con las perspectivas a largo plazo y el compromiso de un sistema financiero sostenible que sea útil para la sociedad.
- Ampliar el papel y las capacidades de los organismos y agencias supervisoras y reguladoras para promover criterios de sostenibilidad como parte de sus mandatos.
No obstante, aún se necesita un mayor desarrollo de las mejores prácticas en materia de Responsabilidad Social Empresaria y Gobierno Corporativo (ESG por las siglas en inglés de Environmental, Social Responsibility & Governance) y evaluaciones de riesgos de sostenibilidad a más largo plazo para garantizar que la sostenibilidad esté mejor integrada en el sector financiero, al tiempo que se garantiza la estabilidad financiera.
Un elemento importante puede ser la introducción de un ‘factor de apoyo verde’ o Green supporting factor que suponga reducir los requisitos de capital para otorgar préstamos al sector verde a fin de que sea más atractivo desde el punto de vista financiero para prestamistas y prestatarios.
Los argumentos a favor de dicho ‘factor de apoyo verde’ se refieren al valor sistémico positivo de los proyectos y actividades verdes que reducen los riesgos ambientales a largo plazo, y a la necesidad de integrar externalidades positivas. Según la Comisión Europea, un factor de apoyo verde podría dar una fuerte señal de política para involucrar al sector financiero en la promoción activa de los objetivos climáticos y de sostenibilidad de la Unión Europea.
En sentido contrario, podría establecerse un “factor de penalización marrón” o brown penalisation factor exigiendo un mayor consumo de capital a inversiones en activos de alta intensidad en carbono.
No obstante, estos nuevos criterios de sostenibilidad deberán ser compatibles con la estabilidad financiera y, para salvaguardar ambas, los requisitos de capital deberán seguir alineados con el riesgo. Esta alineación de la variable riesgo y la variable sostenibilidad (y su posible factor de apoyo) será clave por su complejidad dado que ambas variables no necesariamente convergen. Es decir, ¿Son los proyectos verdes necesariamente menos arriesgados? Si no fuera así ¿El factor de apoyo verde, no constituiría un factor de riesgo en sí mismo? Por lo tanto, la pregunta es ¿Qué aspectos deben tenerse en cuenta al explorar la idoneidad de un factor de soporte ecológico en el sistema financiero?
En cualquiera de los escenarios, la inclusión de cuestiones y riesgos de sostenibilidad y cambio climático serán particularmente relevantes. En muchas entidades fi nancieras, estos aspectos ya son una parte central del proceso de gestión de riesgos; y en aquellas donde aún no es el caso, el nuevo marco regulatorio venidero precisará de una mejora urgente. Estas tendencias no están exentas de desafíos para el sector financiero.
Tradicionalmente, las evaluaciones de riesgos se han basado en datos históricos. Sin embargo, por ejemplo, en materia de riesgo climático, el riesgo de activos inmovilizados radica en la exposición futura de los activos y no en el rendimiento pasado de esos activos.
En otras palabras, las entidades financieras deberán asegurarse de que su evaluación de riesgos cubra riesgos financieros y no financieros, a través de modelos basados en datos históricos y perspectivas futuras de sostenibilidad.
La Comisión Europea respalda el desarrollo, la coordinación y el intercambio de mejores prácticas sobre ESG y evaluaciones del riesgo de sostenibilidad a más largo plazo para las entidades financieras.
Como primer paso, los supervisores europeos (European Banking Authority – EBA, Mecanismo Único de Supervisión – MUS) incorporarán, dentro de sus mandatos, asegurar que los supervisores nacionales alienten a las entidades financieras a desarrollar instrumentos de evaluación de riesgos. Asimismo, los supervisores deberán desarrollar, coordinar y compartir las mejores prácticas en estos asuntos.
La Comisión también estimulará a que los productos de ahorro a largo plazo respalden las necesidades medioambientales y sociales de la economía y la sociedad en general, a fin de involucrar a los ciudadanos en la transición.
Paralelamente, todas estas políticas se verán potenciadas por una mayor granularidad en la información disponible para los organismos reguladores que permitirían la evaluación de la exposición a riesgos climáticos de las carteras de inversión y financiación.
En suma, la Unión Europea ha trazado una estrategia de liderazgo en el tránsito hacia una economía de bajo carbono que requiere una importante transformación económica. El sector financiero es clave en esta hoja de ruta y se verá afectado por numerosas iniciativas regulatorias que persiguen una verdadera Unión de Mercados de Capitales como fundamento para un amplio Plan de Acción sobre sostenibilidad totalmente alineado con la estrategia de la Unión Europea en materia de lucha contra
el cambio climático.
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