El 11 de junio de 2014 la autoridad monetaria europea empezó a aplicar tipos de interés negativos en su facilidad de depósito con el objetivo de forzar a la banca a dinamizar el préstamo. Desde entonces, los bancos comerciales europeos vienen pagando por el privilegio de depositar fondos en el BCE, en vez de percibir intereses sobre sus balances netos. Cinco años después, la autoridad monetaria lo tiene muy claro. El banco central está dispuesto a bajar todavía más si cabe el precio del dinero, lo que podría dar lugar a tipos de facilidad de depósito aún más negativos.
En una reciente presentación realizada en Madrid que generó mucho revuelo mediático, desde el equipo de Análisis de Bankinter que dirige Ramón Forcada reconocían que, aunque todavía era pronto para que el sector diese ese paso, al final, la banca acabaría cobrando al cliente por sus depósitos. En realidad, esta afirmación no es visionaria porque, en España, ya hay algunas entidades que están cobrando a sus clientes por sus depósitos.
Actualmente, resulta muy complicado encontrar en el mercado monetarios que inviertan exclusivamente en emisiones ultra cortas de deuda soberana, activos muy líquidos que puedan ser una alternativa para los ahorradores en depósitos o las tesorerías de las empresas. Pero aunque los hubiera, se plantearía el dilema: ¿apostar por estos productos que sí o sí me van a ofrecer una rentabilidad negativa o mantener el dinero en un depósito que me va a cobrar un fijo? “Dejar el dinero en el banco y esperar a que le cobren cuanto menos mejor. Ha de tener en cuenta que el banco le presta un servicio que a él le cuesta hoy el 0,4% y mañana… Lagarde dirá”, concluye Juan Abellán, director del Master en Banca y Finanzas del IEB.
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