Por Salvador Casquero Algarra, Profesor del Programa Directivo de Innovación Digital y Fintech y Presidente de 2gether.
Albert Einstein, uno de los grandes genios del pasado, decía que en los momentos de crisis sólo la imaginación era más importante que el conocimiento. Desde luego, lo era y lo es, y me atrevería a añadir que hoy es muchísimo, muchísimo más necesaria.
No es el conocimiento de los bancos centrales, ni el saber de sus protegidos comerciales, ni la razón de los reguladores, ni la competencia de los gobiernos, ni la consciencia de las empresas lo que abrirán las puertas al mundo que todos soñamos. Un mundo sin crisis, un mundo social y ecológicamente sostenible, mucho más justo e inclusivo, un mundo construido por todos con la suma de nuestros esfuerzos, un mundo que avanza empujado por la agregación de todas y cada una de nuestras contribuciones. Un mundo que Satoshi Nakamoto, uno de los genios de este siglo, imaginó cómo construirlo.
Se trata del nuevo paradigma monetario: el mundo criptodivisado. Un mundo en el que empiezan a florecer cientos y cientos de nuevos tokens con los que los emprendedores construyen sus economía personalizadas, localizadas y optimizadas para cubrir su necesidad empresarial haciendo uso de este nuevo dinero inteligente, un nuevo dinero avalado por los activos reales que ellos mismos producen.
Nakamoto divisó el mundo desde su origen y construyó la primera piedra para reconstruirlo. Una nueva forma de intercambio, la base de la economía futura: el cripto-dinero. Lo hizo digital, desintermediado, descentralizado y directo entre las partes. También lo hizo confiable, una confianza que no estaría escrita en leyes, sino en código y a la que no obligarían supervisores o reguladores, sino la transparencia de un sistema accesible por todos. Esta transparencia democratizó su genialidad imaginada: el blockchain, piedra angular de una nueva economía.
Dejó el código en abierto, a disposición de todos, para que sirviera de inspiración a todos los que efectivamente vinieron detrás. Inspiró a muchos que, poco a poco, ponían en funcionamiento su imaginación para construir ese mundo soñado por todos. Empezaba a cambiar el paradigma monetario pasando de las manos de unos pocos con impacto global, a las manos de otros muchos con impacto local. Nuevos Satoshis, nuevos blockchains, cientos de nuevas monedas, miles de ideas inspiradas por los múltiples atributos de esta tecnología y muchas industrias y procesos afectados por la tecnología o, mejor dicho, mejorados por la gente a través de la tecnología.
De esto va este nuevo mundo, de la descentralización de las ideas y de las soluciones gracias al empoderamiento de gente que se inspira en la creación de Satoshi, a la que espolea y aguijonea la crisis para imaginar cómo hacer las cosas de forma distinta, para caminar hacia ese mundo soñado por todos.
Nos encontramos así con los que imaginan una nueva forma de votar, inmediata y sin posibilidad de fraude (Follow My Vote); los que imaginan un nuevo sistema financiero que de forma inadvertida, segura y transparente incorporan al mundo fiduciario estos nuevos criptoactivos digitales (2gether Global); con nuevos productos financieros sobre finanzas descentralizadas (Compound Finance); aquellos que imaginan una nueva forma de distribuir la música (Voise); o los que imaginan cómo atomizar y hacer accesibles las grandes inversiones a todos los públicos (Harbor); los que imaginan cómo impedir los fraudes en los registros (Factom); los que combinan interés y necesidad para facilitar el crecimiento allí donde no sirven las finanzas tradicionales (Ethic Hub); las nuevas formas de acceder al capital (ICO & VFAO); las nuevas formas de impedir falsificaciones mediante certificaciones autorizadas (ISDI); las formas de garantizar la propiedad (Blockverify) o evitar los robos (Everledger); o nuevas garantías en las cadenas de suministro (Chainyard); o aquellos que, obligados por la regulación, necesitan reforzar su capacidad de rastrear con precisión los medicamentos que fabrica (Pharma); o aquellos que en un mundo de datos han encontrado la solución de cómo protegerlos (Blockchain&GDPR).
Finanzas, salud, seguros, gobiernos, leyes, energía, entretenimiento, comercio…muchos sectores, muchos procesos mejorados o, como se dice ahora, disrumpidos por la imaginación de Nakamoto y la inspiración de los que le siguieron…y de todos los que vendrán, porque los que no imaginaron o no fueron inspirados serán educados.
Nos encontramos ante una revolución que empezó siendo silenciosa y que ahora grita y convulsiona todas las industrias haciendo partícipes a todos los que, desde su imaginación, inspiración o educación, quieran contribuir al cambio. Ya no hay excusas, ya no hay razones para no aportar todo el valor que debemos y podemos entregar y no hay impedimentos para que nos devuelvan como recompensa todo el valor generado.
Una relación simbiótica entre el mundo y el individuo, donde el mundo mejora y el individuo crece. El mundo se atomiza y se convierte en una suma de sus partes. Partes que son autónomas, optimizadas, mucho más locales y por tanto más eficientes con soluciones específicas a problemas concretos; partes que se benefician del efecto red, donde las acciones positivas del individuo repercuten de forma positiva en el resto de individuos y las acciones negativas de los individuos se bloquean y previenen por el resto de individuos.
Frente al pesimismo del mundo que parece no se recupera, el que se agota y se extingue, emerge uno mucho más brillante, mucho más esperanzador, mucho más positivo y justo, mucho más leal, uno con recorrido y sostenible, limitado sólo por la imaginación del individuo que, acompañada por la inspiración y la educación, y trabajando en colaboración con los individuos del cambio, incentiven a muchos otros individuos para construir todos juntos el mundo que dejaremos y se construirán nuestros hijos.
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