Por Ramón Casilda, profesor del IEB y Consejero Económico de Deepwell Liquidity Management.
El proceso de internacionalización comenzó hacia primeros años de 1990 en Francia, Italia, Marruecos, Portugal y, de manera especial en América Latina, región que propició un desarrollo inversor que, por su rapidez, volumen y posiciones alcanzadas, sorprendió a la comunidad financiera internacional, y de manera singular a la sociedad latinoamericana. En general, los sistemas financieros latinoamericanos presentaban una creciente apertura, un bajo nivel de bancarización, unas mayores rentabilidades y una mejora en los sistemas de supervisión y regulación. Asimismo, evidenciaban carencias de capital, productos y servicios, tan necesarios para hacer frente a una creciente demanda de servicios financieros.
Los dos grandes grupos bancarios españoles; Santander y BBVA, lideraron la internacionalización y lo hicieron a partir de los primeros años de 1990, y ya en el 2000 contaban con posiciones relevantes y competían directamente en ocho países latinoamericanos: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú, Venezuela y Uruguay. Veinte años después, solo lo hacen en tres: Argentina, México y Uruguay. Distintos motivos y estrategias de negocio lo han determinado: insuficiente tamaño, bajas cuotas de mercado y diferentes riesgos geopolíticos, lo han propiciado.
A tenor de los resultados obtenidos, los grupos consolidados, han resistido mejor el fuertísimo impacto de la reciente crisis financiera de 2008 y las persistentes bajas tasas de interés de la eurozona. Podemos avanzar que en 2018, su rentabilidad fue el 43% más alta en relación a los bancos individuales, lo que evidencia las ventajas de contar con una presencia internacional.
Lo que explica la mayor rentabilidad es el alto “margen de interés neto” (MIN)[1] obtenido por las filiales en los diferentes países. Este indicador se ha vuelto más importante dada la continuada disminución de las tasas de interés en la eurozona. Por ejemplo, el MIN de los grupos consolidados es más del doble (2,01%), que el negocio de los bancos individuales (0,93%). Aunque mayor es el MIN de los bancos estadounidenses (2,98%), quizá por esta razón se encuentren con menores activos en el exterior, dado el tamaño y rentabilidad de su propio mercado local[2].
La menor rentabilidad de los bancos individuales, se debe a que registran unos ingresos menores en gran parte debido a la atípica situación de los tipos de interés, que incluso son negativos (recuadro 1). Cuando los tipos de interés de corto plazo se aproximan o se sitúan por debajo de cero, a los bancos individuales les resulta cada vez más difícil conseguir reducciones adicionales de los costes de pasivo, que compensen las disminuciones de la rentabilidad del activo, comprimiendo así el margen de interés (diferencia entre lo que se cobra por los activos y lo que se paga por los pasivos)[3].
Sobre la situación económica mundial y sus perspectivas, los organismos internacionales (FMI, OCDE, Banco Mundial), alertan de una desaceleración sincronizada a nivel global en un entorno de incertidumbre y de nuevos riesgos geopolíticos que impactan sobre los mercados financieros.
Las economías avanzadas persisten los síntomas de agotamiento de la fase expansiva del ciclo, destacando un deterioro significativo de la industria y del comercio. EE.UU. creció en 2019 sobre el 2%, si bien se aprecia cierta moderación en el consumo, la inversión y la creación de empleo. En la UE, destaca la contracción de la industria alemana lastrada principalmente por la fragilidad del sector del automóvil. El empeoramiento del crecimiento será mayor en la eurozona al pasar del 1,4% en 2019 al 1% en 2020.
En los países emergentes, destacan los recortes de los tipos de interés por parte de la mayoría de los bancos centrales, unidos a procesos de consolidación fiscal (Brasil, China). Sin embargo, aún existen riesgos asociados a los elevados niveles de deuda y a la evolución de sus tasas de crecimiento e inflación.
América Latina presenta un contexto particularmente complejo y muestra una desaceleración económica generalizada y sincronizada a nivel de países y de sectores, completando seis años consecutivos de bajo crecimiento. Se estima una disminución en la demanda interna, que se acompaña por una baja demanda agregada externa y mercados financieros internacionales más frágiles
La región durante 2019 apenas ha crecido un 0,1%, mientras que las proyecciones para 2020 se mantendrán bajas, alrededor del 1,3%. El período 2014-2020 registra el menor crecimiento durante las últimas siete décadas. En 2020, los países con peor comportamiento serán Venezuela, Nicaragua y Argentina (-14%, -1,4% y -1,3%, respectivamente). Asimismo, se verifica que el PIB per cápita de la región se habrá contraído 4% entre 2014 y 2019. En tanto, la desocupación regional aumentará de 8% en 2018 a 8,2% en 2019, lo que implica un alza de un millón de personas, llegando a un nuevo máximo de 25,2 millones, a lo que se suma un deterioro en la calidad del empleo por el crecimiento del trabajo por cuenta propia (que superó al empleo asalariado) y de la informalidad laboral (CEPAL, Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2019).
Extracto del estudio ‘Los bancos españoles: internacionalización con especial referencia a América Latina. Exposición, dviersificación geográfica, beneficios y modelos organizativos’.
[1] MIN = (ingresos por intereses – gastos por intereses)/activos totales que generen intereses. El MIN también se conoce como rendimiento neto de activos que generan intereses. Los bancos se pueden comparar según su MIN. Sin embargo, las comparaciones de los MIN ente diferentes bancos no siempre son útiles porque la naturaleza de las actividades de préstamo y depósito de cada uno varía según los países. Es el caso de la banca española en los países latinoamericanos y de los bancos individuales en el mercado nacional.
[2] Joaquín Maudos (2019): Bancos españoles: beneficios de la exposición internacional y la diversificación geográfica. FUNCAS.
[3] Para más detalle, véase; Jorge Martínez Pagés (2017): El margen de intereses de las entidades de depósito españolas y los bajos tipos de interés. Boletín Económico 3/2017. Artículos Analíticos. Banco de España.
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