Por Luis Fernando Utrera, subdirector del Máster en Bolsa y Mercados Financieros.
Biden ganó, pero no arrasó. Control de Congreso (demócrata) y Senado (republicano), estarán repartidos. Consecuencia: veremos más continuismo de lo que se anticipaba.
En comercio, Biden comparte discurso proteccionista: las agencias federales solo comprarán productos norteamericanos, penalizará a compañías que trasladen su producción al extranjero y cree que la Organización Mundial del Comercio no puede tratar por igual a países ajenos al libre mercado.
Prioridades de la agenda exterior serán, por este orden:
- China. Clave. Retórica menos agresiva. Podría apoyarse en socios europeos, integrándoles en planes de inversión y tecnológicos, para evitar que se acerquen más a China. Acceso a banda ancha e infraestructura 5G, serán centro de las disputas. Aunque educada, la batalla no cesará, generando episodios de volatilidad. Proclive a alcanzar un acuerdo, también será beligerante.
- Rusia. Posición dura respecto a Putin, considerado culpable de imponer un sistema autocrático. Pero, a corto plazo, el inicio de negociaciones, para renovar el acuerdo de reducción de armas nucleares, pospondrá ese rigor.
Europa. Restablecerá alianzas con Europa. Encarará el contencioso de las subvenciones europeas al sector aeronáutico y el gravamen que Europa pretende imponer a las grandes tecnológicas, como respuesta a los aranceles estadounidenses a productos europeos (queso, vino, aceitunas, acero y aluminio). - Brexit. Lo acepta, pero, a diferencia de Trump, no lo comparte y, orgulloso de sus raíces irlandesas, favorecerá una salida ordenada o, al menos, que se respeten los acuerdos fronterizos con Irlanda.
- Oriente Medio. Se integrará en el pacto nuclear con Irán, siempre que acepten cumplir el acuerdo multilateral de control. Dependerá, en gran medida, de si los más fundamentalistas ganan las elecciones de junio próximo en Irán. Arabia Saudí y el problema de Turquía serán importantes en su papel en la región.
Algunas diferencias con Trump:
Cambio climático
Vuelta al Acuerdo de París sobre el Cambio Climático. Su Administración: comercio, seguridad nacional y política exterior incluirá medidas contra el cambio climático. Objetivo: emisiones cero, en el 2050.
Tecnología
Partidario de someterlas a impuestos y más regulación. La división política dulcificará el acuerdo, por lo que el escenario, para el sector, no será tan negativo, como en el caso de haber arrollado Biden.
Dicho esto, no olvidemos que, en general, las valoraciones de las tecnológicas de EE.UU. son altas, aunque su situación no tenga nada que ver con la del pinchazo de las puntocom.
El COVID-19 ha acelerado el tránsito hacia una sociedad/economía más digitalizada y, seguramente, este movimiento será duradero. En las decisiones de inversión habrá que sopesar el problema de las valoraciones, junto a la evidencia de fuertes incrementos de resultados, las dificultades políticas para aplicar impuestos o regulación y el fomento del proceso de digitalización global. No obstante, yo me centraría en compañías que den beneficios reales y no solo expectativas. Y, aun así, no descartaría sustos a esta altura de cotizaciones.
Clave: cuán profundo sea el proceso de regulación que negocien los demócratas, lo que afectaría, no lo solo a la ética del negocio, sino a su capacidad de venta de datos.
Si los principios ESG, aparte de aspectos ecológicos, incorporasen el respeto por la intimidad del individuo, algo que incumplen muchas tecnológicas (redes), el impacto en el sector sería bastante serio. Desde aquí propongo la transformación de ESG en ESGH (Human Respect). La filosofía que subyace en ESG es la ética sobre el medio ambiente y el buen gobierno. ¿No deberíamos incorporar conductas éticas hacia los individuos también? Este será un problema cada vez mayor el sector. Atentos.
Sanidad/Salud
Inicialmente perjudicado, respirará aliviado por la división Congreso/Senado. La demografía (envejecimiento de la población), por un lado, y la evolución hacia una medicina más digitalizada, desarrollando tratamientos personalizados, serán la palanca de su crecimiento. Hay que ver cómo negociarán los demócratas sus propuestas iniciales. Esto no tiene nada que ver con el impacto positivo que en el mercado tengan noticias como el anuncio, el pasado lunes, de que Pfizer ha conseguido una vacuna con un 90% de efectividad (mayor a lo inicialmente esperado).
Política monetaria
El paquete de estímulos fiscales demócrata deberá ser negociado con los republicanos, lo que demorará su llegada y hará inevitable que la Fed anuncie en su reunión del 15-16 de diciembre nuevas medidas para asegurar liquidez, mantenimiento de tipos al cero y, como consecuencia, unas rentabilidades de los bonos a 10 años muy bajas. En este entorno, no parece que, salvo sorpresas con la inflación, vayan a subir sus tipos de referencia en un par de años.
El indicador Buffet
Este indicador, uno de los preferidos de Warren Buffett, calcula la ratio entre la capitalización bursátil y el PIB de un país. Por extensión, algunos inversores tratan de aplicar la esencia del indicador al análisis de compañías o sectores. El indicador considera que si se sitúa entre 75% y 90%, las valoraciones del mercado están ajustadas. Por debajo de 75% estaría infravalorado y por debajo de 50% muy infravalorado. En sentido contrario: por encima de 90% estaría sobrevalorado y de 115%, muy sobrevalorado. Con los datos del último trimestre del PIB de EE.UU., este indicador marca máximos históricos: 181%. ¿Quizás por esto el Fondo Berkshire Hathaway tenía en agosto, unos 140.000 millones de dólares en liquidez (cash)? Sean prudentes. Y hasta aquí puedo leer…
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