Por Aurelio García del Barrio, Director del Global MBA con Especialización en Finanzas.
Después de la enésima crisis de gobierno en Italia acaecida el pasado enero, el presidente de la Cámara de los Diputados, Roberto Fico, había recibido el encargo por parte del jefe del Estado de sondear a los antiguos socios gubernamentales una posible reconciliación para conformar una nueva mayoría: Movimiento Cinco Estrellas (M5S), el PD (centroizquierda), LeU (izquierda) e IV (centro), de Renzi.
Tras una ronda de consultas, estos partidos comenzaron a debatir un programa político común; en principio parecía existir buen clima entre los antiguos socios, pero las exigencias del partido de Renzi en diferentes materias como Justicia, Sanidad o Educación, truncaron el posible acuerdo.
La figura de Giuseppe Conte como Primer Ministro no era vetada, pero tampoco apoyada por IV, arguyendo que entonces sería necesario ver elementos de cambio con el antiguo Gobierno, en las reformas, en el equipo de ministros, etc. Estando, así las cosas, el presidente de la República Sergio Mattarella, ha pedido a Mario Draghi, “Súper Mario”, formar gobierno para resolver la crisis política en Italia.
La intención de Mattarella ahora es que se forme un Gobierno que no se identifique con ningún partido político y que sea de alto perfil técnico, que se produce ante la situación del país por la pandemia y tras el fracaso de las negociaciones políticas para reeditar el anterior Ejecutivo.
Esta era la alternativa a celebrar elecciones, pero el Presidente de la Republica no tomó esta decisión porque hubiera conllevado la falta de gobierno en plenitud de sus funciones durante un tiempo crucial en la lucha contra la pandemia, que ha supuesto una gran crisis en tres frentes, sanitario, social y económico.
Draghi fue presidente del BCE entre 2011 y 2019, siendo responsable de una era que revolucionó la política monetaria en la Eurozona, dejando un balance notable, si no sobresaliente, al mantener al euro unido. Famosa su frase “el BCE está listo para hacer lo que sea necesario para preservar el euro, y creedme, será suficiente”.
Draghi puede ser la persona que aporte serenidad y confianza a los mercados, y también quien ayude a Italia a impulsar su crecimiento con reformas necesarias y que durante muchos años se han pospuesto.
Para ello, Mario Draghi, ha anunciado su nuevo Gobierno con 23 ministerios, otorgados a los partidos que le apoyan, pero ocho de las carteras, entre ellas Economía, Interior y Transición Energética, estarán en manos de técnicos. En concreto, el ministro de Economía será el exdirector del Banco de Italia Daniele Franco; el de Innovación y Transición Digital, Vittorio Colao, exconsejero delegado de Vodafone; el de Transición Ecológica, Roberto Cingolani; o la de Justicia, Marta Cartabia, que fue la primera mujer en presidir el Tribunal Constitucional.
Luigi di Maio, líder del M5S, partido más votado que controlará cuatro carteras, seguirá siendo ministro de Exteriores. La Liga de Salvini ocupará dos ministerios, Discapacidad y Desarrollo Económico, aunque él no será ministro.
Aparte de los problemas económicos estructurales a los que se enfrenta Italia, a corto plazo, el nuevo gobierno tendrá que gestionar la pandemia que ha causado casi 90.000 muertos y la partida del Fondo de Recuperación europeo en medio de una grave crisis económica, de 220.000 millones de Euros.
La UE ha solicitado a los Estados a presentar borradores del Plan de Recuperación antes de la fecha límite, el 30 de abril, y el Gobierno de Giuseppe Conte tenía previsto llevar sus planes de gestión al Parlamento, pero Draghi podría saltarse ese paso.
Draghi también tendrá que despejar si recurrirá al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), uno de los motivos que hizo saltar el Gobierno, pues el causante de la crisis, Matteo Renzi, al contrario de Conte, insistía en utilizarlo. En este sentido, Draghi no se ha expresado nunca de manera clara sobre el MEDE, pero en caso de que recurra a él, lo hará de la manera ortodoxa, primero hacer un programa de cómo se utilizaran los fondos y después, ver dónde se pueden encontrar.
La decisión de nombrar a Draghi primer ministro es tremendamente acertada por varios motivos, es un gran conocedor de la administración pública tras muchos años de gobernador del Banco de Italia, también conoce la política porque durante su mandato hubo cambios continuos de ministros de Economía y fue él quien mantuvo las riendas, conoce Europa por su paso por el BCE y sabe comunicar y tiene la confianza de los mercados. Esto va a tranquilizar a una Europa muy preocupada por la gestión de los fondos de rescate.
El economista italiano defiende que los Estados solo tenían la opción de producir deuda, pero una “deuda buena”, y aplaude medidas como la protección de los despidos o el aplazamiento del pago de los impuestos, aunque también aboga por la ayuda de los bancos, que pueden crear dinero al instante y abrir líneas de crédito.
Además, Draghi se encontrará con la solicitud de una nueva variación presupuestaria de unos 25.000 millones de euros prevista para financiar las ayudas a los sectores más afectados por la crisis. Pero, aviso a navegantes, la disciplina económica y fiscal que se espera de Draghi obligará a España a seguir la estela de Italia; es muy probable que el Gobierno de Sánchez se vea obligado a plantear más recortes y reformas profundas en compensación por los 140.000 millones de euros que recibirá España.
Tribuna publicada en El Economista.
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