Tribuna de Rafael Suárez, profesor del programa de especialización en Inversiones Alternativas del IEB.
La inversión alternativa cobra protagonismo en el entorno macroeconómico actual con un papel vital en la construcción de carteras sólidas y resistentes al momento de mercado. ¿Cómo valorar que la inversión alternativa sea el área de gestión de activos que ha experimentado un mayor crecimiento en los años recientes?
Fundamentalmente se debe a una serie de factores, entre los que destaca principalmente que las políticas monetarias ultra expansivas que han llevado a cabo los distintos bancos centrales durante los últimos años se han traducido en tipos de interés cercanos a cero, o incluso en niveles negativos, alrededor del mundo.
Ante ese panorama, nos encontramos con dos tendencias: por una parte, las rentabilidades potenciales de las clases de activo tradicionales, y principalmente la renta fija, quedaron fuertemente mermadas, ocasionando que los inversores tuvieran que buscar fuentes alternativas de retornos y, en segundo término, la correlación entre la renta fija y la renta variable se incrementó notablemente, reduciendo la diversificación de las carteras y, por ende, incrementando su riesgo.
Es entonces cuando, ante una creciente sofisticación de los inversores, que buscan nuevas oportunidades para generar mayores rentabilidades y diversificar sus carteras, se han popularizado, sobre todo para aquellos que cuentan con un nivel patrimonial muy elevado y cuyo horizonte temporal es de mayor plazo.
La incorporación de estos activos, siempre y cuando los inversores puedan hacer frente a los riesgos inherentes que conllevan, como una mayor iliquidez y siniestralidad, y lograr un acceso eficiente a ellos, es muy positiva, pues permite construir carteras más resilientes y lograr mayores rentabilidades a partir de la asunción de primas de riesgo adicionales.
En este escenario cabe preguntarse: ¿qué segmentos alternativos a los tradicionales mercados de renta variable y renta fija muestran rentabilidades superiores en la coyuntura económica actual?
En la coyuntura actual, donde los tipos de interés elevados se han convertido en la nueva norma, la deuda privada está atrayendo mucho capital, pues el perfil de rentabilidad-riesgo cuando se invierte de forma diversificada en deuda de empresas sólidamente respaldadas desde el punto de vista financiero es muy atractivo, además de que nos protegen ante la inflación.
Asimismo, el segmento de secundarios en private equity también está atrayendo una considerable atención. Las oportunidades de inversión que surgieron como consecuencia del covid-19 se han visto potenciadas por el efecto denominador. Esto se debe a que, debido a las caídas experimentadas en los activos tradicionales a lo largo de 2022, muchos inversores tienen asignado un porcentaje mayor de sus carteras a inversiones alternativas de lo inicialmente previsto, lo que les obliga a reequilibrar sus carteras mediante la venta de activos.
Adicionalmente, numerosos fondos de private equity muestran reticencia a desprenderse de ciertas empresas a las valoraciones actuales, pasando estas empresas a fondo de continuación y dando entrada a posibles inversores con descuento para, a la vez que mantienen estas empresas, diversificar el riesgo de que, finalmente, se produzca alguna venta a una valoración inferior a la esperada.
Y si atendemos al perfil de inversor… ¿Qué perfiles demandan mayor conocimiento en estas nuevas clases de activos? Podría resumirse de la siguiente manera:
Nivel patrimonial elevado. Estas inversiones requieren mínimos de inversión muy elevados. Además, para construir una cartera diversificada será necesario comprometer capital año tras año en varias inversiones, lo que puede ser un problema cuando tenemos en consideración el capital que necesitamos dedicar a estas inversiones.
Horizonte de inversión de largo plazo. Estas inversiones suelen bloquear el capital durante varios años. Es por ello por lo que estos inversores deben tener las necesidades de capital de corto y medio plazo cubiertas.
Tolerancia al riesgo. Los rendimientos de estas clases de activo van acompañados de la asunción de riesgos adicionales. Entre ellos, la falta de liquidez, la ausencia de transparencia en algunos mercados y vehículos de inversión, la complejidad de las inversiones, el uso de apalancamiento, el riesgo siniestral de llegar a perder la totalidad del capital invertido y una regulación limitada.
Y, por último, tener en consideración que, al no haber valoraciones diarias para estos activos, la volatilidad de estas inversiones no mide el riesgo real de estas, de ahí la importancia de medir el riesgo desde diferentes ángulos.
Acceso a las oportunidades de inversión. Es habitual que las mejores oportunidades estén reservadas a inversores institucionales o individuos que cuentan con conexiones y relaciones en la industria. Asimismo, el acceso y contar con un nivel patrimonial elevado, nos puede ayudar a reducir los costes soportados en estas clases de activo, que se caracterizan por tener costes de gestión, administración y estructuración, elevados.
Es por todo ello que los perfiles de inversores que demandan mayor conocimiento en estas nuevas clases de activos suelen ser, en su mayoría, institucionales, como fondos de pensiones, fundaciones, endowments y family offices, o individuos que cumplan con las características anteriores. A este respecto, se estima que alrededor del 25% de las inversiones en los family offices, y del 40% en los endowments, están dedicadas a activos alternativos.
Tribuna publicada en Funds Society.
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