Por Javier Niederleytner García, Profesor del Máster en Bolsa y Mercados Financieros del IEB.
El año 2020 sin duda va a estar marcado de nuevo en la Industria financiera en España por los bajos tipos de interés, situación que afecta en dos vertientes: por un lado, el descontento de los ahorradores que ven como durante mucho tiempo sus depósitos no ofrecen ninguna rentabilidad y, por otro lado, porque sus márgenes financieros, que obtienen mediante la concesión de préstamos, se van a estrechar aún más, ante la sensación de los inversores de que no vienen buenos tiempos para la economía, con la consiguiente reducción de la propensión al endeudamiento.
Abordando la primera vertiente, los agentes financieros van a echar de menos no haber profundizado suficiente durante los pasados años en el binomio rentabilidad/ riesgo, porque el inversor consideraba suficiente la rentabilidad.
El reto para 2020 es profundizar en la potencial rentabilidad de los ahorros, ligándola con el riesgo. Los ahorradores españoles se han fijado siempre mucho más a la hora de invertir en el parámetro riesgo, más específicamente en el riesgo cero. Ese es el gran reto, hacer una clasificación de ese riesgo y saber explicar a los ahorradores las posibles rentabilidades asociadas a esos niveles de riesgo.
Asociado a esto, las entidades financieras, tienen que ser capaces de ampliar el abanico de productos que hoy por hoy no llegan a los inversores. Por ejemplo, en bonos corporativos o high yield, que muchos ahorradores desconocen. Los bonos corporativos ofrecen rentabilidades, sin duda, superiores a los depósitos y su riesgo puede ser cuantificado fácilmente.
La inversión en bolsa, debería ser también explicada a los ahorradores desde otro punto de vista. Muchos inversores desconocen que hay una inversión que llamamos ‘Value’, que consiste en invertir en valores de sólidos fundamentales y con beneficios recurrentes año tras año.
Hoy en día, estos valores están ofreciendo rentabilidades vía dividendos, con diferenciales en máximos sobre la rentabilidad que ofrecen los activos de renta fija y depósitos. Pensemos, además, que estos valores no van a tener fuertes oscilaciones en la obtención de estos beneficios, y por eso el mercado les está valorando precisamente por esa generación de rentabilidad más que por otras circunstancias. La industria financiera debería hacer llegar el mensaje de que podemos invertir en empresas que generan valor a los accionistas, más que empresas que cotizan en un mercado; que estamos poniendo nuestros ahorros en empresas que nos van a generar retornos, más que empresas cuyas cotizaciones suben y bajan.
La industria de los fondos de inversión ha evolucionado muchísimo durante los últimos años, pero esta evolución tampoco está llegando a los ahorradores. Se ha avanzado muchísimo en la gestión del riesgo y, por eso, hoy en día hay muchos fondos con volatilidades muy bajas, que ofrecen rentabilidad a los clientes. Obviamente aplicando el binomio rentabilidad / riesgo comentado anteriormente. En este sentido, se debe profundizar en que estos fondos están gestionados por profesionales que cada vez cuentan con herramientas de gestión y análisis más avanzadas.
Como corolario, actualmente los españoles tienen más de 800.000 millones en depósitos bancarios, con una rentabilidad del 0.06% y bajando…y no descartamos que el día de mañana el banco nos cobre por mantener los depósitos con ellos. El reto está servido.
En la segunda vertiente, a mi juicio, existe una tremenda disociación entre el préstamo hipotecario, con unos niveles muy ajustados de márgenes financieros, y los préstamos personales, donde los clientes comprueban que esos mismos tipos cero que obtienen con sus depósitos no se corresponden con tipos de interés en muchos casos elevados. Un estrechamiento de márgenes, que vendría asociado a un mayor conocimiento / vinculación del cliente vendría acompañado de una mayor cifra de negocio que, sin duda, empujaría a la economía y disiparía de alguna manera esa sensación de desaceleración que ya se vislumbra en los consumidores como señalé anteriormente. En definitiva, evitar matar la gallina de los huevos de oro debe ser un reto para el 2020.
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