Por Alberto Fernández, profesor del PE en Blockchain e Innovación Digital del IEB y desarrollador de negocio de Jelurida.
Estamos en un momento único en la historia en el que vivimos un cambio de paradigma monetario y de la manera en que transmitimos bienes. Hasta hace bien poco, la tecnología Blockchain y la consecuente descentralización de procesos sufrían de ataques por parte de los entes reguladores. No sólo estos, sino también la opinión pública y las empresas privadas han lanzado bombas de desprestigio a las criptomonedas desde su creación.
El 2020 y este frenético 2021 han dado la vuelta a la tortilla. Cada vez más instituciones se plantean su uso, los fondos privados han empezado a hacer acopio de criptomonedas como inversión a largo plazo y empresas privadas también se han subido al carro. ¿Qué está pasando?
Centrémonos en bitcoin y su último rally alcista para entender qué está ocurriendo. La manera más efectiva de explicar qué es bitcoin es con dos palabras: “oro digital”, así de contundente podemos entender cuánto pesa en oro bitcoin, y por ende el valor que aporta la tecnología Blockchain.
Durante cientos de años, el oro ha sido el activo número uno para salvaguardar el valor que nuestro dinero fiduciario nos permitía comprar. Protegiéndonos de períodos inflacionarios que nos empobrecen y penalizan el ahorro. En el momento de escribir este artículo la capitalización en dólares de bitcoin equivale a alrededor del 5% del valor estimado total del oro en todo el mundo, ya empieza a tener un peso considerable. Respecto a dicho peso, bitcoin superó el valor de una onza de oro por primera vez en noviembre de 2013. Ahora, el valor de 1 bitcoin está a punto de superar el valor de 1 kilo de oro y es muy probable que así sea durante este año.
Mientras que muchas voces empiezan a clamar que la criptoeconomía es una burbuja que está a punto de estallar repasemos los siguientes datos:
- Inversores institucionales: MicroStrategy compró sobre 1.000 millones de dólares en bitcoin. Tesla adquirió alrededor de 1.800 millones de dólares en bitcoin. Square, Paypal y MassMutual también se han hecho con una cartera de bitcoins
- La demanda sigue un comportamiento exponencial
- La correlación con otros activos es prácticamente ínfima, incluyendo el oro que mencionamos anteriormente
- Bitcoin es el mejor activo de la última década con diferencia
- La industria de Blockchain tiene una previsión de crecimiento igualmente exponencial, hasta un 40% de las empresas han incluido Blockchain dentro de sus planes de transformación digital.
- La tokenización de otro tipo de activos empieza a ser una realidad.
- Según Grand View Research, el negocio global de Blockchain tiene una previsión de crecimiento geométrica hasta llegar a 57.640 millones dólares en 2025
Es entendible que la especulación y la volatilidad de muchas criptomonedas, muchas veces no nos permiten alejarnos del mantra: “Las criptomonedas tienen valor sólo porque la gente piensa que lo tiene”. Esto es cierto en parte, muchas criptomonedas se nutren de la especulación y lo que puede llegar a ser para que su token digital tenga la máxima valoración posible. De hecho, la mayoría que no consiga explotar casos de uso que realmente solucionan un problema, correrán el riesgo de desaparecer.
Personalmente, he podido vivir en primera persona el nacimiento de casos de uso para la Blockchain de Ardor, entre otros:
- Max Property Group: Tokenización de fondos de inversión inmobiliarios
- Triffic: Aplicación móvil de realidad aumentada que recompensa en base a la geolocalización y captura de beacons.
- BridgeChamp: Versión Blockchain del famoso juego de cartas
- Coalculus: Servicios financieros para instituciones y envíos de remesas en distintos países de Asia
- Cadenas de suministro empresariales
- Servicios de gestión de activos no fungibles (NFTMagic)
- Bitswift: Finanzas descentralizadas en Canadá
- Tarasca: Organización autónoma descentralizada para coleccionables de arte.
- TreeCoin: Tokenización de fondos de inversión para la explotación de árboles sostenibles
- Hotcity: App de gamificación para recompensar a ciudadanos austríacos el descubrimiento de pérdidas caloríficas.
Todos estos casos de uso tienen en común que hay una idea de negocio viable detrás, por un lado, y por otro que el uso de la tecnología Blockchain aporta un valor añadido muy significativo respecto a su implementación con otra tecnología centralizada.
Por último, las entidades que faltaban por alzar la voz eran los bancos centrales. Dado que la tecnología de libros de cuentas distribuidos puede facilitar de manera drástica la eficiencia de los arcaicos procesos actuales.
Prácticamente todos los bancos centrales tienen en sus planes el lanzamiento de monedas digitales de banco central, más popularmente conocidas como CBDC por sus siglas en inglés (Central Bank Digital Currency). No deja de ser una reacción para hacer frente al crecimiento sostenido de las criptomonedas, que, a pesar de no ser una amenaza real para el dinero fiduciario, la tendencia podría amenazar el sistema monetario tradicional.
Principalmente pensada para el por mayor, hay otros tipos de CBDC que se dirige a un público más masivo, brindarían al público la posibilidad de acceder al dinero digital del banco central. Si no fuera porque las dos últimas crisis recientes han hecho mella en la confianza popular, no habría corrientes más escépticas que sugieren que los bancos prefieren enmascarar sus intenciones para tener más control sobre la población y seguir siendo punto central de la economía.
Desde un punto de vista puramente tecnológico, las monedas digitales de los bancos centrales podrían aportar más transparencia, seguridad y facilidad operativa, sólo falta que los bancos centrales sean conscientes de que tienen que ceder poder y descentralizar para que esto suceda.
Bitcoin y la tecnología Blockchain ha venido para quedarse, para mejorar los sistemas financieros, la forma en la que solicitamos créditos, recibimos rendimiento y transmitimos bienes. A pesar de las críticas y comparaciones con los famosos tulipanes, es recomendable disfrutar del cambio histórico que estamos viviendo. Desde la creación de las monedas en el siglo VII antes de Cristo y pasando por el patrón oro, nunca ha habido una innovación capaz de aportar tal cambio a los sistemas financieros.
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