Cataluña, el 155 y la DUI: de peor a pésimo

miguel a bernal

Desde hace mucho tiempo nadie del arco político parece haber escuchado a Societat Civil Catalana. A esa caterva de pésimos políticos que tenemos actualmente no les interesaba oírles, menos amplificar y distribuir sus mensajes. Nuestras penosas élites políticas extractivas buscaban otras cosas. A sus señorías incluso les molestaba la agrupación civil de los catalanes constitucionalistas, de ahí que los silenciaran. Societat es la voz de los millones de catalanes constitucionalistas, de todos aquellos que estamos orgullosos de un Estado de Derecho y luchamos por él.

Pues bien, nuestra bazofia política quería, anhelaba y suspiraba por los votos de los nacionalistas. Eran votos no para ser estadistas, ni siquiera para hacer política, lo querían para medrar. Para que no haya ninguna interpretación errónea, estoy refiriéndome a la segunda acepción de esta palabra, medrar, contenida en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: «mejorar de fortuna aumentado sus bienes, reputación, etc., especialmente cuando lo hace con artimañas o aprovechándose de las circunstancias».

Medraba el oportunista Aznar con los pactos del Majestic. A Zapatero, con su visión mísera, miope y enfermiza del buenísimo, no le creo capaz ni de medrar, no da para tanto. Medra, por supuesto, quien quiere ser medrador mayor del reino como Pedro Sánchez. No se me va a olvidar que medra el mayor procastinador histórico, Mariano Rajoy. Hay a otro con coleta, que por respeto a ustedes ni voy a nombrar.

El escenario que se abre con la espiral (las elecciones ilegales, la declaración inconstitucional de independencia y la activación del artículo 155 de la Constitución) es una pésima noticia económica. En estos momentos estamos ante un mal escenario y ahora entramos en el empeoramiento hasta ir degenerando para llegar al escenario catastrofista.

En el momento actual, centrándome en el decorado económico y financiero, la situación es mala. Cataluña, Comunidad Autónoma del Reino de España, supone aproximadamente un 20% del total del PIB, si prefiere la suma de todas las ganancias empresariales y salarios brutos. En el presente este diario, elEconomista, ha venido publicando indicadores adelantados como: facturación de pequeños comercios, ventas de grandes superficies, adquisición de vehículos, congelación de proyectos de inversión, cambio de sedes sociales y fiscales de todo tipo de empresas, salida de depósitos de entidades financieras hasta hace poco catalanas; que parecen avalar una posibilidad de recesión en aquella Comunidad Autónoma española. La recesión o simplemente un fuerte frenazo de aquella parte de tierra española, poniendo en peligro el crecimiento económico que necesita España para disminuir la brecha abierta por la crisis reciente.

Aquellos que se alegran de esta situación son miopes o lo que es peor, tontos de caérseles la baba. Pensemos que la fuerte interrelación de las empresas catalanas con productores de otras Comunidades Autónomas es algo mayoritario. Ya hay comunidades, con proveedores de materia primas o productos para su transformación por empresas catalanas, que están diciéndonos que la situación está adquiriendo unos tintes preocupantes. El retroceso o la recesión catalana afectará, por supuesto, a toda la economía española y probablemente a la europea.

El mercado donde se pone en valor la información que llega en cada momento es, sin lugar a dudas, la bolsa de valores y el precio de las acciones. Invito a que hoy vean, a través de este medio de comunicación, el recorrido del Ibex y lo comparen con el resto de índices bursátiles. Antes de hacer valoraciones rápidas y simplistas, piensen que la única empresa catalana que queda en el Ibex o que no se ha manifestado sobre su sede social ha sido Grifols. El Ibex, por desgracia, ya no es un índice donde participe el 20% que le corresponde al tejido económico catalán.

Pero aún siendo este escenario realmente malo, ya saben que todo lo que es malo sólo tiene capacidad de empeorar, utilizando la idea de Murphy. Ahora mismo la situación ya es mucho más grave que la semana pasada. En este momento y a la espera de acontecimiento futuros es muy probable que las empresas industriales comiencen a diseñar protocolos de actuación del desastre que se puede estar incubando, pondré como ejemplo Seat. Una empresa que es filial de una multinacional y necesita una fuerte industria auxiliar a su alrededor. Además, Seat no podría sobrevivir sin tener vías de salida al mercado nacional y exterior para sus productos. Por supuesto y no lo olvidemos, está radicada en un territorio de la Unión Europea y sustentada financieramente por un banco central. Pues bien, Seat ya ha anunciado que en caso de independencia se vería abocada no solo a cambiar su domicilio social y fiscal, sino que tendría que llevarse también sus centros de producción.

Una vez más y como parece ser ya norma habitual en Europa, el fascismo nacionalista, excluyente, supremacista y xenófobo, se pasea por España y por un rincón de ella como es Cataluña. No son los fascistas independentistas los causantes, sino los que les han dejado hacer, dando la espalda a la situación para que así pudieran medrar.