Por Miguel Ángel Bernal Alonso, Profesor y coordinador del Departamento de Investigación del IEB
La Encuesta de Población Activa, EPA, nos dejó un magnífico sabor de boca. El segundo trimestre del ejercicio presente nos llevaba por fin a bajar de los cuatro millones de parados. El comportamiento de los seis meses previos a julio había mostrado una pujanza de las contrataciones increíbles. Los titulares nos hablaban de datos positivos de cariz histórico o de remontarnos hasta muchos años atrás para ver un vigor y una continuidad semejante. Todos los sectores económicos, no solo el de hostelería, evidenciaban que desde hace un año se había incrementado el número de contrataciones. Es evidente que el sector servicios había sido el protagonista, pero insisto, en todos los sectores al mirar la evolución anual crecía la contratación. La ilusión y la alegría habían vuelto al anteriormente castigado mercado laboral.
Sin embargo, después de tan buenas noticias, llegamos al paro registrado en el mes de julio y el dato que sale, aún siendo positivo, ha dejado una sensación de resaca ante la avalancha de noticias previas. Vayamos poco a poco en este breve análisis.
En mi opinión, la noticia es positiva, puesto que para mí todo lo que sea destruir desempleo no puede ser tildado de mala noticia, otra cosa es que sea decepcionante. Veamos el saldo de personas ya no registradas en las oficinas de empleo, el cual ha bajado en 26.887 personas. Hasta aquí la parte positiva, pues siendo un buen dato deja un regusto amargo. El porqué de ese regusto lo tenemos al comparar estos datos con los del año precedente, incluso si incluimos julio de 2016, ascendiendo por tanto a los dos últimos años. Es en esta comparativa donde vemos que el mercado laboral no ha estado a la altura de los dos ejercicios pasados. Veamos julio de 2016, fueron 74.028 personas menos las registradas, el año pasado en el mismo mes tuvimos 83.993. Estas cifras están muy lejos de las 26.887 actuales, la comparativa decepciona por tanto. Por cierto este dato puede ser todavía más amargo si se tiene en cuenta la estacionalidad, pues incluso podría deparar que el número de desempleados habría subido.
“Todo lo que sea destruir empleo no puede ser tildado de mala noticia”
Muchos se preguntarán qué ha ocurrido en este mes para que julio suponga un freno a la evolución del mercado laboral, máxime si se incorpora la comentada posibilidad de haber subido, si tenemos en cuenta la desestacionalización. Es todavía muy pronto, pero en mi opinión podríamos estar ente un efecto saturación. Cuando hablo de efecto saturación me estaría refiriendo, si se prefiere, a que habríamos tocado techo en el mercado laboral. Este techo no es que a partir de ahora no vaya a caer el desempleo, sino que me estoy refiriendo más a la velocidad de caída del mismo. Hasta el momento y desde mediados de 2013, estamos viendo como el ritmo en la caída de los registros de la antigua INEM se van acelerando, algo que además la EPA lo va corroborando. Ahora bien, el mercado está ya entrando en unos niveles de ocupación que llevan a que la destrucción de empleo tenga que ser menor.
Desde el 2013 la cifra de parados registrados ha pasado de algo más de 5,04 millones a los 3,33 millones. Se ha rebajado, por tanto, en 1,71 millones de registrados, o si se prefiere, la caída de casi 600.000 personas por año. ¿Es sostenible este ritmo? En mi opinión no, puesto que de continuar a ese ritmo por año en tan solo dos años más, julio de 2019, el paro registrado regresaría a rozar los niveles de 2007, el año de menor paro. Recordemos que en aquel año los registrados eran 1,96 millones de personas, estamos actualmente en 3,33 millones; son por tanto 1,37 millones de personas más. Por lo tanto y teniendo presente ese ritmo de caída de 600.000 personas por año, lo dicho, en dos años regresaríamos a nuestro mejor momento.
Habrá que ver los datos posteriores y sobre todo la EPA de los próximos trimestres, pero creo que hemos llegado a un momento de saturación. Una saturación por otra parte lógica dada la velocidad. No es malo, sino una consecuencia lógica, si lo pensamos.
El otro dato que hemos conocido es el de la Seguridad Social. Las estadísticas nos dicen que hemos recuperado los cotizantes o afiliados que teníamos en 2008. Ahora bien, este dato si que no es para tirar las campanas al vuelo, puesto que hablamos de afiliaciones y no de cotizaciones, el problema de la Seguridad Social sigue siendo que los salarios son muy bajos. Por tanto, claro que recuperar afiliados y volver a cifras históricas es fundamental, sin embargo no es suficiente para que la Seguridad Social recupere su equilibrio, un equilibrio que aparece muy presionado y puesto en entredicho por el preocupante dato de envejecimiento de la población.
“El problema de la Seguridad Social sigue siendo que los salarios son muy bajos”
Por cierto, en la Seguridad Social hay otro dato que muestra la saturación y la imposibilidad de continuar por esta senda, el de la productividad. Si el PIB crece a un ritmo del 3,1 por ciento anual, creciendo la cantidad de registrados en un 3,6; significa clarísimamente que desciende la productividad de nuestros trabajadores o que la incorporación de los mismos son a sectores con una productividad inferior a la media. Por cierto, los datos de precariedad del empleo generado vienen destacados en letras mayúscula. En un mes, el de julio, un tanto decepcionante, se han firmado ¡1,928 millones de contratos! Sí, han leído bien, casi dos millones de contratos y todo ello para rebajar en menos de 27.000 personas los parados registrados. Sin comentarios, creo que sobra hacer ninguno.
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