Coronavirus y fondo verde de activación PYME

Por Ramón Casilda Béjar, Profesor del IEB.

El “coronavirus o la COVID-19”, ha originado una crisis económica que no ha hecho más que comenzar, y nadie sabe cómo será de profunda, extensa, intensa y mucho peor aún, cuántas vidas se cobrará. Nos enfrentamos a una crisis sin precedentes.

Al considerar la inmensa caída del tejido empresarial y en consecuencia la destrucción de puestos de trabajo de toda clase y condición, resulta esencial evitar el colapso económico y productivo. En el sistema productivo de cualquier país, su tejido empresarial es importante, quizás lo más importante. Veamos cómo está constituido el nuestro.

Según el Instituto Nacional de Estadística (2018), existen 3,34 millones de empresas. De estas, solamente 2,89 millones están dadas de alta en la Seguridad Social (SS). Las 450.000 empresas restantes, suelen ser microempresas que no llegan a los 5 trabajadores y que ejercen su actividad en la economía sumergida, ocasional, u otras modalidades.

Del total de empresas que sí están dadas de alta en la SS, el 95% cuentan con menos de 10 trabajadores. Son microempresas entre 1 y 10 trabajadores, emplean a 5 millones de personas, que representan casi un tercio del total de trabajadores que son 19,32 millones.

En el otro extremo, nos encontramos con las grandes empresas, las que tienen 250 o más asalariados. De este tipo figuran inscritas en la Seguridad Social unas 4.700, que dan empleo a 5,35 millones de personas, otro tercio del total de la población en activo.

En medio se encuentra la pequeña y mediana empresa. Pequeña son las casi 150.000 que están situadas entre los 10 y los 49 trabajadores que emplean 3 millones de asalariados.

Mediana, son las casi 25.000 que se ubican entre los 50 y los 250 trabajadores, dando empleo a 2,4 millones. Estos dos segmentos, deberían ser el objetivo primordial de la política económica de cualquier gobierno. En última instancia, las 175.000 empresas con sus 5,4 millones de empleados son la clave para modificar el sistema productivo español.

Aunque la pandemia del coronavirus ha perturbado nuestro orden económico a una velocidad y escala que no hemos visto desde la Guerra Civil, al mismo tiempo, representa una oportunidad para “transformar el modelo productivo”, comenzando por las “pequeñas y medianas empresas”. De conseguirlo, no solo se fortalecería su capacidad productiva y competitiva, sino también, su crecimiento y dimensión para internacionalizarse.

Lo mismo podría suceder con las microempresas, que estaremos de acuerdo que, con menos de 10 trabajadores, se pueden hacer muy pocas cosas. Su estructura es cuando menos limitada. Estas microempresas repiten las mismas tareas año tras año, y el nivel de formación de los trabajadores es muy reducido. La COVID-19, representa la gran oportunidad para la reconstrucción del modelo productivo español, que descontando las grandes empresas –algunas líderes mundiales– representa lo más genuino del tejido empresarial español.

Como bien dice Julio Sequeiros, “modificar el sistema productivo de un país, además de importante, resulta estratégico. Pero el sistema productivo de un país, no se cambia de la noche a la mañana. Forma parte de la esencia misma de su economía.

Se modifica como consecuencia de las iniciativas de las políticas y los agentes económicos (básicamente privados) en el medio y largo plazo, adaptándose a los cambios en la demanda y tratando de ser competitivos a lo largo del tiempo. En el sistema productivo de cualquier país su tejido empresarial es importante, quizás lo más importante”.

Mi propuesta para hacerlo es comenzar por el segmento de las Pymes, y para ello propongo crear el “Fondo Verde de Activación Pyme”, cuyas principales características que lo definen son:

El Fondo se encuentra en línea con las instituciones de la UE que defienden que la lucha contra el cambio climático esté en el centro de la recuperación económica de Europa.

El Fondo recibiría aportaciones a fondo perdido de la Unión Europea preferentemente y otros apoyos financieros provenientes del Banco Europeo de Inversiones y otras instituciones españolas como el ICO e incluso Bankia como entidad pública (al menos hasta diciembre de 2021).

De aprobarse el Fondo de Recuperación diseñado por el Gobierno español de 1,5 billones de euros, u cualquier otro que finalmente sea el aprobado, recibiría transferencias a fondo perdido para recuperar las economías especialmente las más dañadas por la crisis del coronavirus.

El Fondo, se podría verse reforzado con aportaciones del Pacto Verde Europeo al que se pueden sumar otros Fondos comunitarios que “invierten” en la economía verde y digital.

El Fondo puede también recibir aportaciones del “sector privado” (bancos, empresas, fundaciones) en sus diferentes vertientes económicas y financieras a fondo perdido o por medio de contribuciones en “especie”.

El Fondo, sería de alcance nacional y descentralizado con presencia en todas las Comunidades Autónomas.

El Fondo se centraría en apoyar proyectos que contribuyan e impulsen el cambio de modelo productivo, alineándose con el “Pacto Verde Europeo”, como gran palanca del cambio de modelo productivo.

El Fondo representa una visión de futuro en proyectos vinculados a la economía verde y digital, incorporando la sostenibilidad en el modelo de negocio y en la cultura empresarial.

El Fondo con su visión de futuro emulando al Plan Marshall, que creó el banco de desarrollo alemán Kreditansalt für Wiederaufbau (KfW), crearía el “Instituto de Activación Para el Cambio de Modelo Productivo de la Pequeña y Mediana Empresa”, desde donde se administraría y gestionaría y sería de carácter público-privado, no excluyendo que su ámbito de actuación siempre referido al cambio del modelo productivo, pueda ampliarse hacia las microempresas.

Mirando hacia delante, las pequeñas y medianas empresas, tienen un amplio camino por recorrer, aunque muchas de ellas ya lo han iniciado, abordando profundos procesos de cambio, poniendo énfasis en los proyectos relacionados con la economía verde y la digitalización en plena sintonía con la Comisión y el Parlamento Europeo que han ratificado que la digitalización y el Pacto Verde —la ruta que se había marcado Bruselas para erradicar los gases de efecto invernadero— como los vectores transformadores del sistema productivo europeo, que será más sofisticado, sostenible y socialmente más equilibrado.

Y una nota sobre las Pymes españolas, que compiten desde sus capacidades distintivas. Sin embargo, su debilidad se encuentra en la productividad. La productividad no lo es todo, pero en el largo plazo lo es casi todo.

La productividad, representa la principal respuesta a casi todos los retos y vulnerabilidades de la economía española. El resultado es que la productividad relativa de las pequeñas y medianas empresas españolas es un 40% inferior a la de las alemanas (las Mittelstand).

Este diferencial se va rebajando a medida que se analiza la productividad de las grandes empresas. Las Mittelstand, son los pilares sobre los que se asienta la competitividad de la potente economía alemana.

Para finalizar, decir que esta propuesta y sus ideas, no son ni definitivas ni cerradas, sino abiertas al debate y la reflexión, para conjuntamente buscar el mejor diseño del Fondo y sus objetivos.

 

 

Artículo publicado en el informe Reflexiones jurídicas y financieras pos-Covid-19.

 

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