Por José María Viñals, director del Master Relaciones Internacionales IEB.
La guerra en Ucrania ha escalado vertiginosamente en los últimos diez días. La entrada de tropas rusas en las zonas de Donestsk y Luhansk ha desembocado en un escenario imprevisible con el asedio de las principales ciudades del país. La guerra ha provocado por el momento la huida de hasta 875.000 refugiados a los países vecinos. La comunidad internacional, incluso países tradicionalmente cercanos al Kremlin, lejos de apoyar las acciones llevadas a cabo por Rusia, condenan la invasión.
Por su parte, tanto la Unión Europea, Reino Unido y los Estados Unidos, han adoptado sanciones económicas con el objetivo de presionar al Kremlin para que detenga sus operaciones en Ucrania. Los efectos sobre la economía rusa en esta última semana se traducen en la fuerte depreciación del rublo respecto del dólar estadounidense, cifrada en un 35%, el bloqueo de las reservas del Banco Central Ruso por valor de hasta 640.000 millones de dólares en materias primas y divisas depositadas en el exterior y la absoluta pérdida de valor de los bonos y otros instrumentos de deuda del estado.
Por su parte, el presidente Putin ha intentado amortiguar el efecto económico de las sanciones con una subida generalizada de los tipos de interés de hasta el 20%, lo que por el momento no parece haber conseguido frenar la sangría.
Rusia lleva sufriendo los efectos de las sanciones desde el año 2014 como respuesta de la UE a la anexión de la península de Crimea; por lo que cabría esperar que cuando se planteó la posibilidad de invadir Ucrania, el ejecutivo ruso tomó como escenario probable, el ser objetivo de fuertes sanciones económicas por parte de la Unión Europea, Reino Unido y Estados Unidos.
Durante todo este tiempo, desde la imposición de las sanciones en 2014, la economía rusa ha crecido buscando diversificar la dependencia de la economía rusa respecto de la UE y sus aliados; hasta el 22 de febrero, la economía rusa se encontraba en buena forma con superávit comercial y un sólido crecimiento económico.
Ese contexto económico tan desarrollado, fue uno de los incentivos para atraer inversores y empresas extranjeras, que vieron en la economía rusa como un buen destino de inversión teniendo índices razonables y optimistas de inversión extranjera directa. Este desarrollo ha motivado que Rusia se haya convertido en el tercer socio comercial de la Unión Europea en el año 2021, por delante incluso de Reino Unido.
A pesar de que, en el caso de la economía española, las cifras nos indiquen que Rusia solo representa el 0,7% de las exportaciones españolas, la economía española como todo el resto de economías de la UE, tienen una fuerte dependencia de Rusia, en lo que al posible impacto del precio de la energía se refiere.
Cuando se habla de la gran preocupación que las sanciones y la otra guerra, la económica, pueda afectar a las empresas europeas, el precio y la dependencia energética juegan un papel crucial. Las sanciones que han sido aprobadas por la Unión Europea ya nos demuestran que el sector energético ruso es uno de los objetivos prioritarios de las sanciones económicas, que se traducen en limitaciones para las empresas europeas de poder acceder a las reservas rusas.
Esto, unido a las limitaciones sobre ciertas materias primas, el sector financiero y el sector químico entre otros, pueden tener un efecto devastador sobre las empresas que habían decidido aprovechar las oportunidades de inversión que el crecimiento ruso parecía representar.
LA SOLUCIÓN ENERGÉTICA PARA EUROPA
La solución para los países de la UE con fuerte dependencia del gas ruso pasa por buscar alternativas, en otros países productores como Argelia, Qatar o incluso EE.UU para la obtención de gas o incluso en América Latina para la obtención de materias primas, y solo en la medida en la que estas alternativas terminen cuajando como viables, habremos dado un paso fundamental en la guerra económica.
Vemos como empresas multinacionales como Apple, Adidas o Nike ponen fin a la producción y venta de productos en territorio ruso. En pocos días, las relaciones comerciales han dado un giro de 180 grados. Los contratos existentes deben ser revisados, garantizando el cumplimiento de las nuevas sanciones.
La guerra en Ucrania ha ocasionado una nueva forma de ver las relaciones internacionales, imponiendo un cambio de paradigma en las relaciones internacionales y quizás un nuevo orden mundial en el que Rusia, China y sus aliados por un lado sean una parte del mundo y Europa y EE. UU sean otra parte del mundo, divididos e incomunicados por fronteras y “sanciones nucleares”.
Tribuna publicada en Funds People.
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