Por Paul Moran Sheehan, Director del Centre of European Union Studies y profesor del Master in International Finance del IEB.
El primer ministro británico, Boris Johnson, prometió un futuro glorioso para Gran Bretaña fuera del mercado único más grande del mundo. Solo había un problema: él sabía que no firmar un acuerdo con la Unión Europea, sería desastroso para Gran Bretaña. Hemos pasado mucho, mucho tiempo esperando un acuerdo sobre el Brexit y obtuvimos un consenso de última hora. Boris Johnson insistió en alargar las negociaciones para ganar concesiones de último momento y reclamar una victoria pírrica para Gran Bretaña.
Boris tenía que llegar a un acuerdo antes de Navidad para que el Parlamento Europeo y el Parlamento británico pudieran convertir el pacto en ley antes del 1 de enero de 2021 para evitar el caos en las fronteras. Ya existe el caos del coronavirus, y la pregunta hoy para el Parlamento británico es: ¿quién quiere más problemas en las fronteras?
El acuerdo se hizo en términos de la UE debido a una asimetría fundamental de poder entre las dos partes. Gran Bretaña envía el 43% de sus exportaciones a la UE e importa la mayoría de sus alimentos de la UE, mientras que Alemania, Francia e Italia envían solo el 6% de sus exportaciones a Gran Bretaña.
La población del Reino Unido es de casi 67 millones, mientras que la UE es de 447 millones. Incluso sin Gran Bretaña, la UE tiene un mercado único comparable en tamaño al de Estados Unidos o China.
Johnson insiste en que el Reino Unido y la UE son «soberanos iguales», pero no son iguales en términos de poder. El poder importa en las negociaciones internacionales. Explica por qué Gran Bretaña ha hecho una serie de concesiones dolorosas durante los últimos cuatro años.
Este acuerdo divide comercialmente a los componentes del Reino Unido al acordar un estatus separado para Irlanda del Norte. La República de Irlanda, la UE y el presidente Biden de EEUU insistieron en que Irlanda del Norte permanecerá dentro del mercado único de la UE.
El futuro de Gales y Escocia
Habrá controles aduaneros de mercancías entre Irlanda del Norte y Gran Bretaña, dividiendo efectivamente el Reino Unido en dos áreas aduaneras distintas. A partir de ahora, Escocia primero, y luego Gales, comenzarán a hacer campaña para permanecer en el mercado único de la UE. Los nacionalistas ingleses han sembrado las semillas y ahora recogen lo que han sembrado.
El Sr. Johnson quería un trato mejor que el previsto en el acuerdo entre Canadá y la UE, pero no estuvo cerca de lograrlo. Gran Bretaña quería recuperar el control e implementar sus propias leyes. En virtud de este acuerdo, las futuras leyes británicas están sujetas a las normas de la UE sobre subvenciones estatales, medio ambiente, leyes laborales y derechos humanos. La UE ha logrado la igualdad de condiciones.
Además, si los británicos no se adhieren a las futuras normas de la UE, estarán sujetos a un proceso de resolución de disputas fuera de sus tribunales soberanos. En consecuencia, el Reino Unido no recuperó el control total de sus leyes o sus tribunales.
Las negociaciones de la industria pesquera fueron uno de los temas políticamente más delicados. La UE tenía el poder porque Reino Unido obtiene mucho más pescado del que consume. Necesita exportar su pescado y la UE tiene el poder de establecer sus aranceles de importación de pescado de acuerdo con las reglas de la OMC. Los aranceles elevados significan que su pescado quedaría excluido del mercado único.
Sin barcos suficientes
Además, Reino Unido no tiene suficientes barcos para pescar en sus aguas y, por lo tanto, dependen de los barcos y pescadores europeos. Reino Unido es uno de los pocos países soberanos que acepta compartir sus aguas de pesca con sus vecinos cercanos. Sellaron el acuerdo de pesca cuando Gran Bretaña acordó que, después del período de transición, vincularán futuras negociaciones sobre derechos de pesca con el acceso al mercado de bienes. Este fue el tema crucial para desbloquear este trato.
Este acuerdo de relación futura entre la UE y el Reino Unido garantiza el comercio libre de aranceles y cuotas de bienes, pero no de servicios. Reino Unido es competitivo en servicios, especialmente servicios financieros y legales, pero el trato deja estos servicios fuera del mercado único. Los bancos e instituciones financieras británicos tendrán que trasladar parte de su personal a Frankfurt, París, Luxemburgo, Dublín y Madrid para proporcionar servicios financieros y legales a los ciudadanos de la UE.
Asimismo, los ciudadanos de la UE y Gran Bretaña necesitarán permisos para vivir y trabajar en sus respectivos países. Los pensionistas británicos que no tengan la residencia española no obtendrán servicios sanitarios españoles de forma gratuita. Esta es una gran desventaja del Brexit y el precio a pagar debido a la insistencia británica en los controles de inmigración. Muchos españoles lamentarán la pérdida del derecho a trabajar en el Reino Unido.
Boris ha concluido que los términos de este acuerdo son una victoria para Gran Bretaña. Ningún país es una isla y puede, por sí solo, sin el comercio y la contribución de otros países, prosperar con éxito. El divorcio del Brexit finalmente se resolvió en términos razonablemente amigables debido a la asimetría de poder en las relaciones internacionales.
Boris ahora tiene que persuadir al Parlamento británico de que negoció un buen trato dadas las circunstancias. La ventaja para Boris de este acuerdo de última hora es que el Parlamento británico tiene poco tiempo para analizar el acuerdo, hacer objeciones o proponer cambios antes de la fecha límite del 1 de enero de 2021. Boris le ha dado al Parlamento una elección dolorosa: acuerdo o caos.
Tribuna publicada en El Economista.
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