Por Joaquín Danvila, jefe del Departamento de Formación y Desarrollo Digital del IEB.
En numerosas ocasiones, los profesionales de los diferentes sectores afirmamos aquello de que “el futuro ya está aquí” básicamente cuando queremos abandonar las previsiones excesivamente futuristas y abordar de una manera realista que, aquello que llevábamos vaticinando desde hace años, se ha convertido en una realidad.
La Formación ha sido sin duda uno de los sectores más afectados por la pandemia mundial en los últimos doce meses. Si todos los sectores empresariales llevaban un tiempo anunciando las necesidades de digitalizarse, en IEB hemos visto como la digitalización ha pasado, de ser una necesidad importante para la mejora de la eficiencia del sector Formación, a ser una obligación por la imposibilidad de basar el modelo operativo en la habitual presencialidad.
Y es que este año, el avance de absolutamente todo el sector formación ha sido realmente espectacular, en apenas unos días, absolutamente todo el sector de la formación se ha digitalizado, en un principio para atender a un alumno que se encontraba cursando sus programas formativos y que hubo que trasladar a la tele presencialidad…pero más tarde para atender a una situación de mercado que se ha hecho inevitable durante más tiempo del inicialmente esperado.
Clases tele presenciales, plataformas formativas accesibles a todo tipo de alumnos, videoconferencias, grabación de sesiones, intervención online de alumnos desde diferentes puntos geográficos, semi-presencialidad, programas blended, modelos mixtos presencial-online por cuestiones de aforo y distancias entre alumnos en las aulas…
La transformación ha sido realmente importante, pero lejos de haber supuesto un cambio exclusivamente para atender una situación de urgencia, en IEB nos ha dejado y sigue dejando muchas enseñanzas y aspectos interesantes para mantener en el tiempo y para, de una vez por todas, entender y adaptarse, a un mercado cada día más digitalizado. Hoy es la COVID el que podría impedir la asistencia, pero mañana puede ser cualquier tipo de situación, obligación profesional, horarios, ubicación…la que puede hacer que los modelos probados durante estos meses, se conviertan en una solución.
La forma de impartir las clases no ha sido lo único que ha cambiado, la adaptación del profesorado, de las instituciones y también del alumnado, se ha realizado a una velocidad realmente sorprendente, pero no ha sido lo único que ha cambiado, ya que la operativa nos ha mostrado que, la digitalización del sector formación, no sólo supone una oportunidad para aumentar las propuestas formativas de las instituciones, sino que facilitan sin duda el acceso a una formación cada día de mayor calidad.
En este sentido, y por aprender lecciones de la pandemia, hemos podido comprobar que tenemos a nuestra disposición, una tecnología que nos puede ayudar para eliminar algunas de las habituales barreras de acceso a los Centros formativos, Universidades y Escuelas de Negocios.
Un primer mensaje sería precisamente este, la barrera geográfica se ha visto que se puede superar si la formación online se realiza con calidad. En IEB por ejemplo, hemos mantenido la calidad de la formación, no sólo con la inversión en tecnología sino también y además, con la inversión en la propia formación del profesorado, ya que la formación del futuro será obligatoriamente más flexible, más accesible, más práctica, más útil…y en este sentido, el profesorado debe entender que la formación debe adaptarse en contenidos y también en formas, para llegar a un alumno cada día más exigente, un alumno que quiere formarse continuamente pero no de cualquier manera.
Por otro lado, la formación se ha visto claramente afectada por las demandas del nuevo entorno laboral, que ha visto estrechar sus márgenes, ha sufrido cambios de estructuras y formas de trabajar…y todo ello ha transformado sin duda a la manera de contratar y sobre todo a la manera de seleccionar candidatos.
En este sentido y en línea con la demanda del mercado, la formación del presente y del futuro, debe estar orientada a satisfacer los objetivos de alumnos y mercado laboral. Estar centrados en el cliente vuelve a ser clave, y es que el “cliente” de la formación, es decir el alumno, quiere formarse muy mayoritariamente por motivos de mejora de desarrollo profesional, para la obtención de un empleo mejor o para adquirir conocimientos que aumenten su valor como profesional.
De esta manera, la formación debe pensar que lo importante es formar a sus alumnos para que dicha formación sea fundamentalmente útil. Ya son pocos o casi ninguno, los que se forman por tener una fila en su Currículum Vitae, convirtiendo ahora más que nunca, a la formación, en una herramienta para tener más oportunidades y desarrollo en la carrera profesional.
Puesto que esto es así, la formación del futuro debe ser más práctica, más alineada con la demanda de las empresas, debe enseñar contenidos y también habilidades, aumentar el conocimiento en el nuevo entorno digital y mejorar las capacidades de sus alumnos, no sólo limitándose a enseñar, sino más bien enseñando cómo hacer. Por eso ahora más que nunca, principios formativos como el “learning by doing” de IEB, son una prioridad.
Por todo ello, es imprescindible el acercamiento de la formación a la empresa, incluir en los claustros de profesores a profesionales que puedan transmitir a sus alumnos los casos a los que se enfrentarán en su día a día profesional, contar de manera académica sus experiencias, exponer con rigor situaciones reales…todo para que el alumno conozca de primera mano lo que se va a encontrar en su vida profesional, lejos de modelos formativos más antiguos, cercanos a la teoría y al aprendizaje de memoria.
No es que haya una tendencia, el futuro ya está aquí, por lo que los Centros de Formación y el sector de la formación deben plantearse a donde están conduciendo a sus alumnos, qué están logrando gracias a sus estudios y cómo se están preparando para el mercado laboral.
Se avecina un mercado de la formación donde se forme de manera práctica, donde no haya distancia entre lo que se aprende y la puesta en práctica de lo aprendido, planes de estudios con participación de profesionales y el convenio con empresas que demanden profesionales, áreas de Orientación profesional que ayuden a los alumnos a su desarrollo profesional y, sobre todo, una formación sin fronteras que logre que la formación presencial u online, se convierta de verdad es una preparación de los alumnos para que cada día seamos más competitivos.
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