Por Aurelio García del Barrio, director del Global MBA con especialización en Finanzas.
Aunque pueda parecer raro, es posible que durante una crisis suban los precios. Cando hablamos de inflación, por norma general el aumento generalizado de los precios suele estar provocado por el incremento de la demanda y la escasez de oferta. Es decir, al crecer la economía la gente demanda más y la escasez de oferta hace que suban los precios. Por tanto, si nos encontramos en una crisis o recesión económica, es complicado que el precio de los productos y servicios se encarezca, pero no imposible.
En los últimos tiempos estamos escuchando mucho esta palabra: estanflación. Y es un término con el que puede que no todos estén familiarizados.
La estanflación es la combinación de dos fenómenos que, a priori, no son compatibles, estancamiento económico (es decir, poco crecimiento) y alta inflación. Una combinación bastante peligrosa que hay que evitar a toda costa.
Durante 40 años, desde la crisis de 1929 y hasta la crisis de los años 70, la macroeconomía se explicaba por la teoría keynesiana. Las crisis venían provocadas por un hundimiento de la demanda, que provocaba decrecimiento y deflación. Cuando la demanda subía había crecimiento, pero este extra de demanda, que hacía que la oferta tuviera que adaptarse, provocaba una subida de precios.
En esa situación, los bancos centrales movían los tipos de interés para ajustar los vaivenes de la demanda y así mantener la inflación controlada. Pero había una clara correlación entre crecimiento e inflación.
Cuando subía el crecimiento era porque había más demanda y los precios también subían (a más demanda para la misma oferta, mayores precios). Y viceversa. Pero la crisis del petróleo lo cambió todo.
¿QUÉ OCURRIÓ CON LA CRISIS DEL PETRÓLEO DE LOS 70?
Los grandes productores de petróleo disminuyeron la producción artificialmente para que subieran los precios. Y esta subida de precios se propagó por la economía y afectó a la oferta, que se hundió.
Esto implicó que el crecimiento bajara y sin embargo sí que hubiera inflación, que además tuvo efectos de segundo orden, al haber mucha inflación los salarios subieron sin que hubiera aumentos de productividad. Se produjo entonces el efecto comentado, estanflación, en otras palabras, estancamiento económico e inflación.
Cuando una economía que encuentra su crecimiento estancado sufre altos niveles de inflación. Es más, el término estanflación no es más que la combinación de las palabras estancamiento (o recesión) e inflación. Por tanto, conviene diferenciar la estanflación de otros términos como hiperinflación (aumento desorbitado de los precios) o deflación (caída precipitada de los precios).
La estanflación supone una de las peores situaciones económicas que se pueden dar, ya que a los problemas derivados de una recesión tales como el desempleo y la caída del consumo al perder poder adquisitivo, se le une el incremento de los precios de forma generalizada, ahondando todavía más en esa pérdida sufrida por las familias.
IMPACTO EN LA CURVA DE PHILLIPS
Así pues, la aparición de este escenario también pone en relevancia que la relación inversa entre desempleo e inflación de la curva de Phillips no es aplicable a todos los casos.
La teoría de Phillips dice que, a menor desempleo, mayor inflación, ya que si aumenta la demanda de bienes y servicios las empresas tendrán que aumentar su producción y, en consecuencia, contratar más trabajadores.
Es uno de los escenarios económicos más complejos dada la contradicción estratégica que se crea al intentar dar solución a los dos problemas.
Por un lado, la inflación necesita de las políticas monetarias restrictivas que se utilizan para combatir el alza de los precios, pero tienden a profundizar y ampliar su componente recesivo sobre el estancamiento económico.
Y, por otro lado, las políticas monetarias y fiscales que deben utilizarse para dinamizar una economía en recesión empeoran el componente inflacionario.
CÓMO SE SOLUCIONA
Por lo que la solución ante la estanflación no es fácil, el Banco Central podría utilizar la política monetaria para intentar reducir la inflación. Las tasas de interés más altas aumentan el coste de los préstamos y esto reducirá la demanda agregada. Esto será efectivo para reducir la inflación, pero provocará una mayor caída del PIB. Si se recortan las tasas de interés para intentar aumentar el PIB, podría empeorar la inflación. Por lo tanto, las políticas del lado de la demanda luchan por resolver la estanflación, solo pueden resolver un aspecto en particular.
La solución, por parte de la oferta, supone un aumento de la producción, pero ésta lleva más tiempo. Ahora mismo, estamos de nuevo ante un desplome de la oferta, y empieza a haber inflación, pero el crecimiento no acompaña lo suficiente. Y el problema es que empiece a ver efectos de segundo orden, que esta inflación se propague a los salarios (sin aumentos de productividad) y tengamos de nuevo estancamiento e inflación.
Nos encontramos a un shock externo (la pandemia), que no tiene que ver con los factores de la demanda, que afecta a la oferta y que puede tener consecuencias indeseadas para la economía.
La estanflación se produce cuando el crecimiento económico se ralentiza, el desempleo aumenta y la inflación se mantiene alta y provoca un círculo vicioso en el que la ralentización del gasto de los consumidores causada por la inflación deprime los beneficios de las empresas y conduce a un aumento del desempleo.
QUÉ LO HA PROVOCADO
Las cadenas de suministro globales han funcionado según un modelo “just in time” y se han visto gravemente perturbadas por la pandemia. Esta ha sido una de las principales causas de las presiones inflacionistas que han surgido en los últimos meses. Tardará un tiempo en repararse y depende en gran medida del éxito de los países en la lucha contra el virus. Si siguen apareciendo nuevas variantes y las economías tienen que volver a bloquearse, pasará un tiempo antes de que las cadenas de suministro mundiales se recuperen, por lo que el shock de la oferta continuará, manteniendo presiones inflacionistas.
El escenario más probable, es que cuando se disipen las disrupciones en las cadenas de suministros y los precios de la energía (mediados de 2022), la oferta acabe respondiendo a las necesidades de la demanda, y las presiones inflacionistas se relajen, y si bien, todavía veremos una inflación alta en los próximos meses, esta situación será transitoria. EL principal riesgo asociado sigue siendo, por supuesto, la evolución de la pandemia.
Tribuna publicada en Funds People.
Estás en Inicio » Actualidad » Blog » El impacto de la estanflación en la economía