Por Luis Fernando Utrera, subdirector del Máster en Bolsa y Mercados Financieros.
Sostenía Kant (1724-1804) que la inteligencia del individuo, “se mide por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar.” Entonces, el mercado de divisas es para personas inteligentes, sin duda.
La volatilidad de las divisas (incertidumbre), hace de este, un mercado muy arriesgado y, a la vez, atractivo para muchos inversores, lo que explica que sea el mercado que mayor volumen opera diariamente.
Predecir el comportamiento de una divisa no depende solo de la economía del país, sino también del de la otra divisa. Si decimos que el dólar está fuerte, habría que añadir inmediatamente la pregunta: ¿contra qué divisa?
Los movimientos no son perpetuos y el mercado tiende, tanto a anticiparse como a excederse. Digo esto porque, aunque las condiciones de un país sean peores, hay que ver cuánto de esto ya ha sido descontado por el mercado.
Querría ofrecer una receta llena de seguridades, pero creo que solo pediré que agudicen los sentidos. Parafraseando a D. José Ingenieros (1877-1925), para llegar a buen puerto, es tan necesaria una buena brújula como una potente vela.
Repasemos los polos de esa brújula para euro y dólar.
Crecimiento del PIB: la economía más pujante, aprecia su divisa. Tras los últimos datos de PMI europeos, Zew e IFO, la brújula favorece al euro. No tanto por la diferencia entre los crecimientos, como por el cambio de expectativas, al indicar que la temida recesión alemana, no se producirá.
Inflación: la inflación perjudica la competitividad, debilitando la divisa. En Europa, Precios de Producción Industrial (PPI) e inflación subyacente (“inflación tendencial”), son peores que en EEUU. Aquí, la brújula señala al dólar.
Malo es el exceso de inflación. Peor el del PPI. Si fabricar algo, me cuesta más de lo que puedo repercutir en precio, sufrirán los beneficios empresariales, se incrementará el paro o ambas cosas a la vez (salvo mejoras en productividad). EEUU, se está comportando mejor que Europa, donde no esperamos un descenso en la inflación subyacente hasta el verano.
Tasas de interés: tipos de interés superiores, aprecian la divisa. El mercado había asumido como punto final de las subidas: 5% para EEUU y 3,25% para el euro (lo que se confirma, si miramos la inversión de curvas de tipos a largo plazo).
El objetivo de los bancos centrales es el control de precios, pero la Fed otorga al desempleo gran importancia. Por esto, las sorprendentes buenas cifras de paro en EEUU, favorecen al dólar, al introducir incertidumbre sobre si el 5% será el tope a la subida de la Fed.
Hasta entonces, el tono agresivo utilizado por el BCE y el anuncio inesperado de que en marzo subirá otro 0,50% (hasta 3,5%), apoyaron la recuperación del euro. Veremos, en los próximos meses, cuán beligerantes son y cómo embridan la inflación. El diferencial favorece al dólar, pero da la sensación de que ese diferencial ya está en el precio, salvo que vuelva a incrementarse.
Entorno geopolítico:
Ucrania: con la invasión, el dólar adquirió estatus de divisa refugio, lo que, unido a la agresiva política de la Fed, favoreció su fortaleza y perjudicó el crecimiento económico de EEUU (al ser más caras sus exportaciones). Hoy, el dólar ya no es percibido como refugio. La finalización de la guerra en Ucrania fortalecería al euro, pero no hay datos que nos hagan pensar en un cambio a corto plazo.
China. Por un lado, el abandono de la política de “COVID cero”, hace pensar que se recuperará antes de lo previsto. Esto, seguramente, impedirá caídas en la demanda de petróleo, lo que, unido al mantenimiento del nivel de producción de la OPEP, impedirá significativas caídas del precio del barril, conforme China recupere pulso. Esto no es una buena noticia para el pronto control de la inflación y la fortaleza del euro.
La tensión entre China y EEUU por Taiwán, puede centrar los próximos meses. En este caso, el dólar sufriría, al estar en el epicentro del conflicto y sometido, potencialmente, a un exceso de gasto, lo que favorecería al euro.
Mercados emergentes. Tras años de subidas en Wall Street, impulsadas por las tecnológicas, podríamos ver desplazamientos de inversiones hacia algunos de estos países (con condiciones políticas estables): valoraciones por debajo de medias históricas, divisas debilitadas y previsiones de crecimiento por encima del 4% para 2023/24, frente a 0,4/1,3% en EEUU. Si, además, pensamos que la fortaleza del dólar ha incrementado la rentabilidad que el inversor extranjero ha obtenido en bolsa americana. Sería lógico pensar que, ante la imposibilidad de nuevas apreciaciones del dólar, se busquen otros mercados para invertir. Esto iría contra el dólar y a favor de algunas divisas de países emergentes.
Desglobalización. Ucrania nos abrió los ojos, a los problemas que suponen la cadena de suministro y el exceso de dependencia. Entonces, todos miraron a una China que cometió el error de sonreír a Rusia. La reacción de occidente ha sido comenzar un intenso movimiento de desglobalización. Restricciones a China, fabricación de semiconductores en EEUU, e importantes proyectos en Europa y en India, para redefinir el mapa de dependencias. Esto afectará a las inversiones y flujos de capitales en sus respectivas divisas.
Para no desilusionar al lector y aun reconociendo lo volátil del mercado, tras lo últimos datos, mi horquilla de precios del euro/dólar para los próximos meses, sería ligeramente más alta que hace un mes. Ahora sería: 1,0500/1,1500.
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