Por Aurelio García del Barrio, director del Global MBA con especialización en Finanzas.
El comportamiento del mercado laboral durante noviembre ha sido positivo, mejorando las expectativas y la evolución típica en dicho mes. La afiliación a la Seguridad Social ha registrado también un buen comportamiento. La mejora del mercado laboral continúa de la mano de la recuperación económica y normalización de la actividad de Servicios. Buenas noticias en actividad y el número de ocupados por encima de los 20 millones.
Pero no debemos olvidar que todavía tenemos una cifra total de paro registrado de casi 3,2 millones. Dicho esto, debemos ver en perspectiva lo que sucede. Las previsiones de crecimiento para este año son del 4,5% y de un 5,6% para 2022.
Estas previsiones se han visto revisadas a la baja debido a factores como la situación de presiones inflacionarias, un 5,6% en noviembre, debido a la subida de los precios de los alimentos y los combustibles, mientras que cayó ligeramente el coste de la electricidad, aunque ésta lleva marcando máximos históricos prácticamente cada día desde hace meses; también las disrupciones en las cadenas de suministros de la industria que se aprecian a nivel global han influido en esta situación.
Otro factor que ha afectado es el retraso en la implementación de los proyectos asociados a los fondos europeos de recuperación, lo que provocará que el impacto expansivo estimado sea algo mayor en 2022 y 2023, a expensas de unos menores efectos este año. La aparición de la variante ómicron del Covid sugiere incertidumbre, ya que, aunque un 76% de la población española esté vacunada con la pauta completa, no sucede lo mismo en el resto del mundo, y de nuevo, los sectores asociados al turismo pueden volver a sufrir tensiones.
Mala situación respecto a la UE
Como veíamos anteriormente, las cifras del desempleo están mejorando, y esto es una buena noticia cada persona que abandona el paro y se incorpora al mercado de trabajo es una lotería en estos momentos. Pero nuestra tasa de desempleo es el doble que el de la media de la UE, y esto ha sido así también en periodos donde nuestro crecimiento ha sido superior al de nuestros socios. España ha vivido durante más de tres décadas con tasas de paro que apenas tienen similitud de las economías de los miembros de la UE, seguimos teniendo el paro estructural muy elevado.
En nuestro país el paro es un problema endémico que, aunque en momentos de crisis se dispara hasta niveles preocupantes (recordemos que la tasa de paro llegó a un 25% en la crisis del 2008), cuando llegan los momentos buenos de los ciclos económicos no desaparece, por muy buena que sea la situación económica en España el paro no baja de entre un 12% y un 15%. En Alemania, Reino Unido o Japón, en los momentos buenos sí se consigue el pleno empleo con un paro únicamente friccional.
Para intentar encontrar una respuesta a por qué sucede esto debemos analizar el mercado de trabajo, y vemos los factores estructurales de nuestra economía: alta fiscalidad de las empresas y del empleo (son las cotizaciones sociales más altas de la UE); cobertura por desempleo muy amplia y relativamente fácil de conseguir; no vinculación de los sueldos a la productividad; rigidez del mercado laboral; falta de incentivos a la creación de empleo y de formación de los trabajadores adaptada a las necesidades de las empresas; abandono escolar, donde nos encontramos desgraciadamente, entre las más altas de la UE; alta temporalidad en el empleo. Queda camino por recorrer y la necesidad de cautela ante la incertidumbre futura y de prudencia en las medidas de acompañamiento en la salida de la crisis.
Procede evitar medidas tendentes a incrementar la presión de la tributación empresarial y a limitar la capacidad de adaptación de las empresas a los entornos globales y a las demandas que impone la digitalización, que podrían lastrar la dinamización de la economía y el empleo.
Tribuna publicada en El Economista.
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