El director general del IEB, Álvaro Martínez-Echevarría, habla de las últimas operaciones de venta protagonizadas por centros educativos privados, especialmente universitarios y de postgrado, que han puesto de manifiesto el interés creciente del capital riesgo por este sector, en constante expansión desde los pasados años 90.
¿Por qué los centros de educación privada despiertan el interés del capital riesgo?
La educación universitaria privada en España tuvo un enorme auge desde mediados de los años 90 del pasado siglo. La capacidad de captación de alumnos por parte de estas universidades ha sido grande desde el inicio de su actividad y, aunque los criterios de selección y calidad no son análogos en todas ellas, lo cierto es que el constante crecimiento del número de estos centros de estudio demuestra que es un sector en expansión. Es comprensible que las entidades de capital riesgo perciban como una oportunidad la conversión de los ingresos de las matrículas de los estudiantes en rentabilidad para sus inversores. Otra cosa bien distinta es si eso aporta o no ventajas para el nivel académico de un centro universitario.
En el caso del IEB ¿ha recibido también ofertas de adquisición?
Sí, por supuesto, el IEB no podía ser ajeno a este aluvión de pretensiones inversoras; máxime cuando varios directivos de estos fondos de inversión han estudiado en nuestro centro de estudios. Por otra parte, en sus más de 30 años de historia, el IEB siempre ha finalizado sus ejercicios con un resultado económico positivo que, año tras año, se ha reinvertido en el cuidado de los estudios, el impulso de la investigación, la mejora de las instalaciones y, aproximadamente un 20% anual, al otorgamiento de becas y ayudas al estudio para alumnos con buen expediente.
¿Influyen estas concentraciones en la mejora de la formación de talento y en que se perciba España como un hub de educación de primer nivel a nivel global?
Que España es un referente internacional educativo es incuestionable pero, desde luego, no lo es por la adquisición de centros de estudios por parte de entidades de capital riesgo. Es cierto que éstas suponen una importante inyección económica inicial, pero siempre con el claro objetivo de generar rentabilidad. En mi opinión, ese lícito interés en obtener beneficios -propio de una entidad mercantil- es fácil que colisione con la determinación de destinar recursos en aras a la excelencia académica.
¿Considera que la tendencia será ver más operaciones de este tipo?, ¿Vamos hacia un modelo de concentración en el sector?
Es probable que centros de estudios que cuenten con un importante volumen de alumnos resulten atractivos para este tipo de inversores; así ocurre en todos los países. Pero es precisamente esta situación de economías de escala -que se produce en universidades de esas características- la que puede, en ocasiones, atentar contra una formación de calidad y poner una dificultad añadida en la personalización del servicio al alumno que requiere una institución de prestigio. En los últimos años, el número de estudiantes en universidades privadas y escuelas de negocios, no ha parado de crecer; al contrario que las Universidades públicas que se han mantenido estables, especialmente en el área de posgrado. En este último ámbito formativo, el alumno que elige un master basa su decisión en el prestigio del Centro que lo imparte y en el carácter práctico de la enseñanza. El gran error de la universidad pública –en la que, por otra parte, hay excelentes profesionales- ha sido implantar unos master completamente teóricos y desconectados de la actividad empresarial. De ahí la escasa demanda para esos programas, pese a ofertar unos precios de matrícula mucho más asequibles que los de cualquier escuela de negocios.
¿Es un sector más resiliente que otros?
Es verdad que, incluso en los periodos de crisis, la educación de calidad resiste bien los embates. De hecho, ante la difícil situación económica que ha surgido a raíz de la COVID-19, numerosos analistas nacionales e internacionales consideran que el sector educativo es uno de los que menos va a padecer los efectos negativos. Concretamente en IEB, no sólo no han disminuido las solicitudes de aspirantes a nuestros programas de Grado y Postgrado sino que está aumentando considerablemente el número de matrículas para el próximo curso académico, seguramente debido a que, en entornos de mercado laboral exigente, recibir una formación de calidad suele aumentar las probabilidades de empleo y de un sólido desarrollo profesional.
Los precios que se han pagado en las últimas operaciones son bastante altos, ¿existe riesgo de burbuja?
Si tal como parece, las actuaciones se están dirigiendo a universidades cuyo volumen de alumnos se ha mantenido constante durante años, los inversores pueden confiar en un razonable retorno o-–en el peor de los casos- recuperar lo invertido con una nueva venta del centro universitario.
Entrevista publicada en La Razón.
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