Por Miguel Ángel Bernal Alonso, profesor y coordinador del Departamento de Investigación de IEB.
Si miramos la historia siempre que se ha producido un avance tecnológico disruptivo, los seres humanos han cuestionado si era el final del empleo. Ya en la primera revolución industrial se hacía la pregunta que encabeza el artículo. Sin embargo hoy, camino de dos siglos, sabemos que no, que la revolución tecnológica no supuso la eliminación del empleo, ni siquiera la falta del mismo, todo lo contrario.
Efectivamente, no solo no desapareció el trabajo sino que las oportunidades de nuevos puestos de trabajos, inimaginables hasta el momento, aparejaron un salto cualitativo de enorme importancia. Podríamos incluso achacar a ese salto tecnológico un incremento general del nivel de vida. Desde luego hubo empleos que prácticamente desaparecieron, pero fueron sustituidos por otros que reportaban un mayor salario, mayor comodidad unido a una cualificación más elevada. Un ejemplo lo encontramos en la referida revolución industrial, donde la sustitución de medios de locomoción de propulsión animal, por vehículos impulsados por motores trajo consigo el cierre de innumerables establos y negocios derivados del mantenimiento de las bestias de tiro. Ese sector fue sustituido por fábricas de vehículos, talleres mecánicos que redundaron en la demanda de profesionales adecuados para desempeñar las funciones necesarias. Mayores salarios, mejores condiciones y mayor demanda de empleo.
Considero el ejemplo anterior ilustrativo sobre el efecto que en la historia ha tenido la irrupción de la tecnología en la vida de las personas y como ha supuesto siempre un fuerte avance. Desde luego que en su momento crearon y crearán una cierta bosa de desempleo friccional al desaparecer ciertos sectores de una economía vieja; pero la sustitución por el desarrollo de nuevas necesidades de la nueva economía no solo aflora nuevos puestos de trabajo, sino que además estos puestos están mejor remunerados y contribuirán al avance de la sociedad. Un avance no solo económico sino que afecta a todos los aspectos humanos. Las revoluciones industriales, en el terreno laboral, no solo incrementan el salario sino que han llevado aparejado siempre mejores condiciones laborales.
Un inciso. Sobre este aspectos es muy interesante, si se me permite diría de lectura obligatoria para los interesados, el libro de Jeremy Rifkin, El fin del trabajo: nuevas tecnología contra puestos de trabajo, el nacimiento de una nueva era. Un libro que aborda desde una visión global lo que está ocurriendo y lo que puede significar para los seres humanos.
Retomando el artículo estamos en un momento, nuevamente, de controversia. Esta vez la revolución viene por el proceso de digitalización en el que estamos inmersos. Reaparece así la controversia: tecnología vs. empleo. Sin embargo puede que nos estén engañando sobre el problema. Veamos un ejemplo, los medios de comunicación destacan los bajos salarios que los repartidores de una conocida plataforma online y que van en bicicleta perciben. ¿Es un problema de la tecnología estos salarios? Si comparamos sus salarios y condiciones laborales con sus homólogos, aquellos que reparten comida en una moto por ejemplo, veremos que tanto sus condiciones como sus salarios son muy parecidos. Quizá deberíamos saber, para entender la escasa remuneración, la cualificación y necesidades formativas de estos trabajadores. Esos empleos no demandan ninguna cualificación, añaden muy poco valor a la cadena de producción y entrega del producto, todos ellos son a tiempo parcial. Esos empleos deben servir para integrarse dentro del mundo laboral, para ofrecer un puesto de trabajo totalmente temporal hasta que la persona consiga una mayor cualificación o empleabilidad. No creo que sea adecuado confundir el debate de tecnología vs. empleo centrándonos en un aspecto totalmente incorrecto y que no se deriva de la tecnología.
Otra controversia es lo que se ha dado en llamar, erróneamente, la economía colaborativa, taxi frente a plataformas de conductores. ¿Estamos ante un buen ejemplo para esa controversia? En mi opinión, no, clarísimamente no. La razón de mi rotundidad está en que se están hurtando al debate determinados aspectos muy importantes. El servicio que un taxi da está fuertemente reglamentado y el propio sector complica y hace más rígido aún el servicio, lo cual revierte negativamente en los propios taxistas. Un taxista de Madrid está obligado a descansar un día a la semana, además de alternar el descanso también en los fines de semana; estando además obligado a tomarse vacaciones. Sin embargo un conductor de una licencia VTC no tiene esta rigidez. ¿Si ambos hacen y dan un mismo servicio o al menos muy parecido, por qué siendo los dos trabajadores autónomos no tienen las mismas rigideces o facilidades? ¿Por qué los trabajadores del taxi no ven el camino que les marcan estas plataformas, como por ejemplo personas de captación en aeropuertos?
He puesto dos ejemplos donde vemos como el debate creado no puede achacarse a la tecnología. Afortunadamente el binomio tecnología vs. empleo es mucho más apasionante que lo que algunos ven y les recomiendan que lean el libro de Rifkin. Verán que al avance tecnológico no podemos renunciar y que ese avance hará que mi hija y las nuevas generaciones sean mucho más felices que la mía. El hombre tiene tendencia siempre a ponerse en lo peor, a ver el futuro negro. La historia desmiente siempre estos temores.
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