Por Javier Ramos Gascón, presidente del consejo rector del IEB.
Es muy difícil sintetizar, a través de la alusión a unos pocos rasgos, un juicio acerca de una personalidad tan relevante como la de Blas Calzada. Se le consideraba un muy destacado economista. Lo era y lo demostró en sus múltiples actividades profesionales: en el Servicio de Estudios del Banco de España, al regir el Instituto Nacional de Estadística al tiempo que formaba parte del equipo de un eximio maestro como Fuentes Quintana, en el Servicio de Estudios de la Bolsa de Madrid, en la presidencia de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, en la gestión de empresas y, en suma, en todo a lo que dedicó su gran capacidad de trabajo.
En este ámbito de la economía manifestó siempre, con palabras y obras, un interés especial por el mundo financiero. Creo que le preocupaba que, tras la apariencia de tratarse de un campo ampliamente divulgado, lo fuera más bien de un modo pragmático y superficial, por lo que había que profundizar en su estudio y en la transmisión del conocimiento de todo cuanto entrañaba.
Por eso, bajo su dirección, el Servicio de Estudios de la Bolsa respondió auténticamente a lo que su denominación lleva consigo. A esta preocupación respondió también crear el Investors Day, así como el enorme interés dedicado al Instituto de Estudios Bursátiles desde el momento en que le propusimos su incorporación como vicepresidente, por tratarse de una institución volcada en la enseñanza y en la formación de profesionales del mundo financiero, tanto en los niveles de enseñanzas académicas de base como en la aplicación en la materia a través de los múltiples masters que en él se imparten.
Pero, además, quienes hemos tenido el privilegio de tener contacto personal con él y disfrutar de una relación afectuosa -cosas inevitablemente vinculadas- hemos podido apreciar la enorme amplitud de conocimientos, que trascendían a ámbitos diversos, lo que se resume diciendo que tenía una verdadera cultura enciclopédica. Sin embargo, lo que sobre todo prevalecía era su voluntad férrea para superar sus problemas, su capacidad para establecer relaciones cordiales con los demás -lo que suele llamarse hoy empatía-, su sentido auténtico de la amistad, su hombría de bien y sus enormes valores morales.
Nos deja un hueco muy grande. Te vamos a echar muchísimo de menos.
Tribuna publicada en Expansión
BLAS CALZADA Y SU LEGADO EN LA FORMACIÓN FINANCIERA EN ESPAÑA
Por Álvaro Martínez-Echevarría y García de Dueñas, Director del IEB.
Hay ocasiones en las que podemos ver cómo personas que han destacado de modo brillante a lo largo de su vida, agrandan su verdadera dimensión precisamente cuando su vida finaliza. Este es el caso del recientemente fallecido Blas Calzada, que a sus muchas facultades intelectuales unía una enorme sencillez de carácter y un nulo afán de protagonismo, pese a que su eficaz desempeño profesional le llevó a ocupar puestos relevantes en la vida pública española.
En muchos y muy interesantes artículos que sobre su figura se están publicando estos días se glosa -y merecidamente se elogia- su actividad al frente de numerosas instituciones: fue director general del Instituto Nacional de Estadística, director del Servicio de Estudios de la Bolsa de Madrid, presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), además de haber ocupado previamente otras responsabilidades en el Servicio de Estudios del Banco de España y en varias empresas de sectores tan variados como el periodístico (fue uno de los fundadores de la revista de economía «Cambio 16») o el alimentario.
Sin embargo, en este artículo querría destacar otra faceta en la que Blas Calzada pudo desplegar sus amplios conocimientos y su vastísima cultura: me refiero a su aportación en el ámbito de la Formación Financiera en nuestro país. Fue mentor y guía de numerosos estudiantes que estaba realizando sus tesis doctorales, los cuales acudían a él por ser un verdadero referente en el campo de las Finanzas. Del mismo modo, apoyó la fundación del primer centro universitario español especializado en formación financiera: el Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), adscrito a la Universidad Complutense y patrocinado por la Bolsa de Madrid. En dicho centro ocupó con enorme dedicación -y hasta el día de su inesperado fallecimiento- la vicepresidencia de su Consejo Rector.
Desde ese órgano -junto con las otras destacadas personalidades que lo componen- tuteló el impulso formativo en esas materias, logrando convertir a esa institución universitaria en un centro internacional con un claro liderazgo en el mundo hispanohablante. Ya desde su etapa al frente del Servicio de Estudios de la Bolsa de Madrid, todos en el IEB recuerdan su permanente disposición para impartir conferencias y charlas a los estudiantes; pero no dejó de hacerlo cuando ocupó la presidencia de la CNMV Y cuando tratábamos de agradecerle los esfuerzos que realizaba para encontrar tiempo y compartirlo con los alumnos, zanjaba cualquier atisbo de reconocimiento afirmando que «por estar donde estoy, no quiero dejar de ir a los sitios que siempre he ido». Si consideramos a la Universidad también como un ámbito para ejercer las virtudes, allí -de igual forma- Blas Calzada fue un ejemplo de reciedumbre ante la adversidad.
Las limitaciones físicas que padecía siempre las superaba con sentido del humor y una fortaleza ejemplar. Jamás emitió una queja ni permitió que los obstáculos materiales le impidieran desenvolverse. Causaba verdadera admiración entre todos los que tuvimos el privilegio de tratar con él. Movido por su carácter bondadoso nunca le importó dedicar a los demás un tiempo del que no andaba muy sobrado para escuchar sus problemas, ayudar a enfocarlos y tratar de encontrarles solución. De esta generosa actitud puedo hablar con conocimiento de causa pues, en no pocas ocasiones, yo he sido beneficiario.
En reconocimiento a su labor formativa fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Salamanca, una de las más antiguas de España y, desde luego, la primera del Mundo en utilizar el nombre de «Universidad» para denominar a un centro docente. Como dije al inicio de estas líneas, Blas Calzada nunca buscó la gloria humana, pero estoy convencido de que, por su grandeza y hombría de bien, ya está disfrutando de la Gloria que nunca se acaba.
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