En los últimos meses han aumentado las incertidumbres sobre la economía global, ante factores como el auge del proteccionismo, la guerra comercial, la crisis en algunos países emergentes, el punto muerto en el que parece encontrarse la Unión Europa, el cambio en la gestión del gasto público en España… Para tratar estos y otros temas, Forbes Review entrevista a Aurelio García del Barrio, secretario general del IEB.
Comencemos por España. La política económica del nuevo Gobierno van encaminadas a un aumento del gasto público, de hecho ya han revisado al alza el objetivo de déficit. ¿Es oportuno en este momento aumentar el gasto público?
Realmente no. El Gobierno de Pedro Sánchez está gobernando con poco más de 80 escaños, y además con unos socios que son una amalgama y están presionando -especialmente Unidos Podemos- para incrementar el gasto público en las políticas sociales. Es obvio que a todos nos gustan las políticas sociales, que sea gratis la sanidad, la educación, etc. Pero el problema es que esa factura alguien la tiene que pagar y por eso debe existir un equilibrio presupuestario. Y por eso se montó, hace ya muchos años, el sistema de estabilidad fiscal para que se intentaran cuadrar las cuentas.
Podemos decir que somos el país de la zona euro más endeudado, con mayor déficit público. Para este año, 9 de los 19 miembros van a tener equilibrio presupuestario -los otros van a tener desequilibrio-, pero bien es cierto que nosotros somos el vagón de cola, los más endeudados. Solo Francia nos superará en principio el año que viene, pero por motivos diferentes.
El déficit público estructural -sin tener en cuenta los gastos ajenos al ciclo económico- se ha incrementado desde el año 2007. Si ahora viniera otra crisis, estaríamos en un momento peor que en 2007. El gasto ajustado al ciclo para este año se situaría en torno al 3,2% – 3,3%. Es decir, estaríamos aún dos o tres décimas por encima del objetivo de déficit del 3%. Por eso, no creo que sea un buen momento para incrementar el gasto público.
Hay otro factor a tener en cuenta: el nivel de deuda. Si volvemos a 2007, la deuda por PIB se situaba en torno al 36%-37% y ahora estamos prácticamente en un 100%. Por esa parte tampoco tenemos margen. Y además, el Banco Central Europeo más que probablemente realizará subidas de tipos en el segundo semestre de 2019, con lo cuál la refinanciación de la deuda será más cara.
La política monetaria evidentemente no será anticíclica como hasta ahora y además nos encontramos con política de gasto quizá no sea para nada pruedente.
Es una realidad que la economía se está desacelerando. No hay motivos para creer que este año no vamos a crecer al 2,8% que estimábamos a comienzos de año, pero las previsiones para 2019 posiblemente estén 2-3 décimas por debajo, sin lugar a dudas. La política monetaria del BCE va a ser menos laxa: el QE se va a acabar a finales de año. Aunque todavía los niveles de inflación subyacentes están en un 1% y hay capacidad ociosa. En este escenario, no es para nada una buena política el el incremento del gasto.
Los mercados están mirando con preocupación a Italia. ¿Podemos encontrarnos con otra situación -sin llegar a los niveles de 2012- en el que se incorpore una brecha de desconfianza a las primas de riesgo del sur de Europa?
Por supuesto. Italia preocupa a Europa, porque su situación es similar hasta cierto punto a la de Grecia. Pero Italia no es Grecia: es la cuarta economía de la Unión Europea, y eso son palabras mayores. Su prima de riesgo ha llegado a los 190 puntos y su deuda pública supera el 130% del PIB. A esto hay que sumar la inestabilidad política. Hay que vigilar lo que pueda pasar en Italia.
Empieza a haber un ambiente de escepticismo respecto a la evolución de la economía mundial. La crisis ha dejado secuelas muy profundas, no superadas todavía: el nivel de endeudamiento de las grandes economías, la productividad no ha crecido… las economías siguen siendo vulnerables. ¿Nos encontramos ante el riesgo de una desaceleración de la economía mundial?
Ahora mismo la economía mundial aún está creciendo a unos niveles más que razonables. Pero como bien comentas hay que aprender de los errores pasados. Los niveles de déficit tienen que estar controlados, las cuentas hay que intentar equilibrarlas en la medida de lo posible y sobre todo hay que vigilar la deuda. Posiblemente en algún momento nos encontremos con una burbuja de deuda en el mundo. También es cierto que a la hora de salir de una situación de crisis, la deuda es un colchón muy importante, pero los niveles de endeudamiento de los países son claramente importantes.
No diría que nos vayamos a encontrar ante una situación de pánico, ni muchísimo menos, en el corto plazo. Pero es verdad que hay que aprender de los errores pasados. Por lo tanto, volver a repetir otra vez elementos de burbuja no es para nada recomendable.
Volviendo a la Eurozona, parece que las propuestas de Macron no están teniendo una cálida acogida en Alemania. La situación que se vive es de parálisis, en la que todo parece chocar contra el muro Alemán. ¿Europa va a conseguir superar ese impasse o vamos a encontrarnos con más de lo mismo y apagando fuegos conforme surjan?
La expresión es muy correcta. Hemos usado al BCE durante estos años de crisis para una función para la que no fue creado: el mantenimiento de la economía. El BCE tiene como función la política monetaria de la Unión, como cualquier banco central. Pero básicamente lo que ha hecho es sostener la economía. La Unión todavía va a crecer, aunque estamos viendo que con una cierta desaceleración.
Hay que considerar tres factores: Alemania, Francia e Italia. En Italia la crisis financiera se puede agudizar y además es sistémica, por lo que puede tener un impacto importante. Los casos de Alemania y Francia son distintos. Alemania tiene la inestabilidad por temas migratorios. En el caso de Francia, Macron ha perdido popularidad, porque la gente empieza a dejar de creer en sus políticas fiscales.
Ya hablamos en su momento de que Macron era un candidato de consenso que tuvo el apoyo, tanto de la izquierda como de la derecha; y que planteaba cambios muy drásticos dentro de la abultadísima administración, que supone un elemento fundamental dentro del gasto público francés. En su día planteó una serie de medidas fiscales que todavía no se han producido y la gente empieza a tener dudas de si va a ser fácil llevarlas a cabo y si va a poder aplicarlas en toda su extensión. Por ello ha tenido como resultado una pérdida de confianza por parte del electorado.
En este escenario todavía hay países que están muy saneados, Alemania por ejemplo va a crecer todavía por encima del 2%.
Están surgiendo problemas significativos en países como Argentina, Turquía, Brasil… ¿Vamos a encontrarnos con un factor desestabilizador para el conjunto de la economía mundial?
Los emergentes son mercados que están muy ligados a las materias primas y que tienen un endeudamiento en dólar, por lo que la fluctuación de esta divisa tiene un impacto importante en sus cuentas. Brasil entró en recesión tras vivir años de crecimiento espectaculares y parece que ahora está saliendo de la crisis.
En Argentina parecía que con el nuevo presidente las cosas estaban marchando un poco mejor y de repente nos encontramos con que tenía debajo del colchón algo realmente preocupante. Han tenido problemas fundamentales de acceso al crédito, niveles de inflación galopantes, cercanos al 30%, por efecto de la devaluación del tipo de cambio. Y han tenido que reunir al FMI por segunda vez, en el que se han endurecido las condiciones. Veremos si son capaces de cumplir esas medidas, aunque es cierto que después de un segundo y un tercer trimestre muy malo, van a acabar el año con un crecimiento cercano al 0,5% sobre PIB.
El caso de Turquía es diferente, porque al final han seguido una política laxa absoluta durante muchísimo tiempo y además lo que necesitan precisamente es lo contrario. Pero el presidente no está por la labor. No vamos a entrar en detalles, pero es una cuestión de cómo entender el mundo keynesiano. El presidente y su ministro de economía están por la labor de mantener esa política laxa de inyección de dinero y estamos viendo unos niveles de inflación también galopantes y una depreciación de la lira turca absolutamente brutal.
¿Qué va a suceder con la inflación?
Estados Unidos es en este momento el único país objeto de análisis que va a llegar a niveles de inflación del 2%. EEUU va a crecer por encima de su producto potencial y entrará en un exceso de demanda en 2019. Más que probablemente eso se revierta, y por lo tanto tengan que incrementar la oferta para que se produzca el equilibrio entre la demanda agregada y la oferta agregada, que es el presupuesto objetivo. Con niveles de desempleo cercanos a pleno empleo, tienen unos niveles de inflación más que razonables y esto está ocurriendo por ese exceso de demanda. Podemos decir que eso va a llevar a que la Fed realice cuatro subidas de tipos frente a las tres estimadas a comienzos de año, para dejar el entorno de tipos en torno al 2,5%-2,35%.
En el resto de las economías mundiales diría que no. En la Eurozona tiene una inflación del 1,35%, muy lejos aún del objetivo del 2%. Japón tres cuartos de lo mismo. Tampoco espero que cambie la política monetaria laxa e incluso podría ir a más, lo que provocaría la devaluación del yen. Estamos encontrándonos que por ese problema de capacidad ociosa todavía no estamos llegando a los niveles de inflación cercanos al 2%.
Las medidas proteccionistas están afectando al comercio mundial ¿Pueden suponer un lastre para el crecimiento?
Sin duda. Cuando hablamos de crecimiento tenemos que ver los elementos que lo conforman. Obviamente tenemos la demanda agregada, el consumo interno, inversión y exportaciones. De ese 2,8% que hablábamos antes de crecimiento en España, un 2,4% viene por demanda interna y otro 0,4% por exportaciones. Y hemos visto cómo se está produciendo una desaceleración. Nuestros principales socios en Europa crecen menos, compran menos y por lo tanto nuestras exportaciones se van a ver afectadas.
Hemos visto la política proteccionista de Trump en este sentido, donde progresivamente está presionando a China. Es un tema con el que además debe tener cuidado porque básicamente la deuda externa americana está en manos chinas. Es otro factor a considerar. Todo esto erosiona los crecimientos económicos. Es complicado, porque a Trump le achacamos muchas cosas y sin duda se los podremos achacar, pero los resultados que está obteniendo en su mercado doméstico son buenos. Él está espolvoreando malos vientos por el resto del mundo, pero a su economía le está viniendo bien.
Otro punto candente es el tratado de comercio de Nafta entre EEUU, Canadá y México. De momento ha alcanzado un acuerdo con México, pero no con Canadá. De alguna forma acabará entrando en la ecuación. Cuando nos planteamos los tipos de negociadores los hay duros y blandos, sin duda Trump no es duro, es exabrupto, incluso. Pero al final del día, desde su punto de vista, todo le está saliendo bien.
¿Quiere decir que la economía estadounidense todavía tiene impulso para crecer?
La economía americana puede seguir creciendo en el corto plazo. En cuanto al producto interior bruto sea inferior al producto potencial, ese exceso de demanda agregada tendrá que equilibrarse con los niveles de oferta agregada. Dicho en palabras sencillas: todo lo que sube tiene que bajar. Pero probablemente sea en el año 2020-2021.
Un indicador al que los mercados y analistas han prestado mucha atención es el aplanamiento de la curva de tipos de interés de la deuda. Eso significa que los tipos de interés se aplanan y la deuda a largo viene a dar la misma rentabilidad que la deuda a corto, lo cual es un sinsentido económico y financiero. Pero ese es un indicador que generalmente siempre anticipa problemas. ¿Por qué estamos ante esta situación?
Porque probablemente nos encontremos ante el temor de una crisis. No diría yo ahora mismo que sea una crisis real, pero por lo menos hay temores. La economía mundial está creciendo a un ritmo del 3,4%-3,5%. Lo que pasa es que hay factores que hacen que ese crecimiento no tenga unas buenas bases. Y por lo tanto eso conlleva que el aplanamiento de la curva de tipos no tiene sentido. Es lógico por una cuestión de riesgo que los tipos a largo plazo sean más largos que a corto, porque obviamente la incertidumbre es mayor. Ahora estamos viendo como los tipos a largo están muy cerca de los tipos a corto.
¿Qué busca Donald Trump respecto al dólar?
La economía estadounidense no es una economía netamente exportadora. A Donald Trump no le interesa un dólar excesivamente fuerte, ya lo ha demostrado en su primera etapa como presidente. Ahora estamos viendo un dólar en torno a los 1,15-1,17 y creo que a final de año lo veremos entorno a los 1,14-1,15.
¿Crees que Donald Trump está siendo un buen presidente para la economía estadounidense?
De momento parece que sí, al menos en términos de inflación, política monetaria, pleno empleo, crecimiento… A corto plazo podríamos decir que sus políticas proteccionistas sí le están funcionando bien. Las medidas fiscales son otro tema, porque van a suponer un aumento de déficit importante y además un aumento de endeudamiento. Y veremos cómo puede salir Estados Unidos de ese tema. Esas son palabras mayores. Si realmente dan los resultados que se espera que den, que de momento tampoco los están dando, esa política fiscal va a incrementar de forma salvaje el endeudamiento de la economía americana.
Una última cuestión. China está siendo claramente el país que está liderando el cambio geoeconómico mundial ¿Cuál será su papel en el futuro? ¿Va a cambiar su modelo económico? ¿Va a encaminarse hacia una economía más capitalista?
Necesita cambiar el modelo. China está creciendo en torno a un 6,6%, menos de lo que ha crecido, ha habido una apertura al exterior, la burbuja inmobiliaria parece que se está suavizando, también el sistema financiero y esa burbuja de deuda de momento parece bajo control. Las medidas están dando resultado en principio. Pero China necesita cambiar, necesita pasar de un modelo económico de inversión a uno de consumo. Esa es una realidad. Es un paso progresivo y probablemente lo veremos en los próximos años. Tampoco es un modelo que se pueda cambiar de la noche a la mañana. Pero sin duda China necesita cambiar ese modelo económico.
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