Miguel Ángel Bernal es coordinador del Departamento de Investigación del IEBLa permanencia de Grecia en el euro es una de las cuestiones que se dirimirán dependiendo de los resultados de las elecciones que se celebran este domingo en el país heleno. Ante el hipotético abandono de la moneda única por parte de este país, es interesante realizar algunas reflexiones.El euro no fue bien concebido. Lo primero porque en su nacimiento nadie se paró a pensar que no puede haber una unidad monetaria sin otras unificaciones como son la presupuestaria o fiscal, la unificación de tesoros públicos o la unión de supervisión y resolución bancaria. Pero es que además en los tratados de adhesión ni siquiera se contemplaba el mecanismo de salida. Ahí tenemos un primer escollo. El desconocimiento sobre cómo se produciría la salida de un país de la moneda única. Y está no es, en absoluto, una cuestión baladí. Vaya por delante una pregunta fundamental que hoy por hoy no tiene respuesta, ¿la deuda contraída por un país, los ciudadanos y empresas del mismo con inversores no residentes se pagarían en euros o en la nueva divisa adoptada por el país?Pero salvado este primer escollo se presenta otro mucho más importante, la salida de un país del área euro podría tener un efecto contagio. Después de Grecia, ¿qué país podría ser considerado el siguiente? Aquí entran las quinielas en las que estarían incluidos todos los países denominados periféricos, con Portugal a la cabeza, y también con España, que quedaría incluida en esa quiniela ‘negra’. Tan sólo el hecho de mencionar esa posibilidad conllevaría restricciones sobre nuestra financiación, elevación de prima de riesgo y, por supuesto, mucho menor acceso al crédito de los inversores extranjeros.En este escenario, como la salida conllevaría de facto una depreciación de la nueva divisa frente al euro, muchos de los ciudadanos acudirían veloces a retirar su dinero de los bancos del país, para así mantener los euros. Esto conllevaría importantes problemas para los bancos que incluso podrían verse abocados a la quiebra.Grecia no tiene ningún banco con riesgo sistémico mundial, sin embargo España sí que los tiene. Solo pensar en problemas, no quiero ni pensar en el colapso de nuestro sistema bancario, que haría temblar a todo el mundo. El caso de la quiebra de Lehman Brothers se quedaría pequeño ante las turbulencias financieras y crediticias que esta posibilidad puede producir.Además, la salida de un país de la zona euro que, como vemos, plantea cuestiones de índole mayor y de difícil respuesta, daría lugar a un corralito o imposibilidad de sacar el dinero fuera del país, al menos hasta que la salida fuese efectiva.
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