Por Juan Abellán, director del Master online en Banca y Finanzas.
Si al término «banca en la sombra» o «shadow banking», con todas las connotaciones oscuras que las sombras sugieren, le añadimos que se trata de operaciones que pueden quedar fuera del alcance del regulador, obtenemos un proceso financiero que provoca curiosidad e intriga, algo poco habitual.
La «banca en la sombra» puede ser tan amplia como queramos. Es aquella financiación que obtienen empresas y particulares al margen de las entidades financieras. La financiación bancaria se sustituye acudiendo a los mercados de renta fija, a los de renta variable o a los mercados alternativos.
Centrándonos en lo que es más relevante y novedoso de la «banca en la sombra», hay que destacar que esta se nutre, principalmente, de la financiación a las empresas. En España, este sector tiene un antes y después de la reciente crisis económica. Con una prima de riesgo que llegó al máximo de 638,42 puntos y una morosidad del 14%, los bancos se vieron obligados a cortar la financiación. La alternativa para muchas empresas fue emitir su propia deuda en renta fija.
A esta financiación solo podían optar las más grandes, pero como siempre ocurre en banca de empresas, los productos y servicios van pasando de banca corporativa a banca de empresas y terminan en las pymes. La estructura del pasivo de las empresas entre los años del 2007 al 2017 se transformó muy significativamente. Los préstamos de la banca pasaron del 32% al 25%, los recursos propios crecieron desde el 49% al 58% y las emisiones en renta fija se multiplicaron por seis.
Pero este cambio tan importante lo han liderado las grandes compañías, las que tienen un fácil acceso a los mercados regulados. A pesar de que se han realizado avances legislativos para facilitar el acceso al Mercado Alternativo de Renta Fija (MARF) y al Mercado Alternativo Bursátil (MAB) y el número de emisiones en estos mercados crece muy rápidamente cada año, el año pasado apenas pasaron de cuarenta emisiones por mercado. Si bien el peso de la renta fija sobre el total de la deuda en las empresas españolas ha crecido bastante más que la media europea y representa el 14%, todavía estamos muy lejos de EE.UU. en donde la renta fija sobre el total de los préstamos llega al 43%.
Otra fuente que ha venido a imbricarse en las formas de financiación es el capital riesgo. Este se aplica a todas las fases de desarrollo de las empresas y ya supone más del 4% del PIB. Las alternativas a la financiación bancaria las cierran las plataformas participativas o de crowdfunding, que obtienen fondos en capital -equity crowdfunding- o en deuda -crowdlending- que, aunque tienen un volumen muy poco significativo, su crecimiento sí lo es.
El dinero para esta financiación lo aportan principalmente los fondos, desde los más seguros hasta los fondos de inversión libre, que toman el riesgo que asumía la banca y que ahora transmiten directamente al partícipe. En mi opinión, no supone, por ahora, un riesgo inminente, pero habrá que estar vigilantes.
De momento, en España, la financiación en la sombra no ha terminado de adquirir la importancia que tiene en los países anglosajones pero, debido al crecimiento que está experimentando, la banca puede tomar dos opciones: defenderse como pueda o entrar de lleno en el negocio. Como indicamos anteriormente, las medianas y pequeñas empresas no tienen fácil acceso al MARF y MAB, por lo que los bancos tienen la oportunidad de ser agentes mediadores en las ampliaciones de capital y emisiones de deuda para estas empresas ya que su tamaño y la burocratización de los mercados no les permiten llegar a ellos. Si ves que no puedes ganar al enemigo, únete a él.
Tribuna publicada en ABC
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