La cobertura «genuina» en la gestión de riesgos financieros

Felipe M. Herranz Martín, director del Máster en Auditoría y Riesgos Financieros del IEB.

Es ampliamente conocido entre los profesionales el papel fundamental que desempeñan los derivados en la gestión de riesgos financieros de las empresas. Sin embargo, es muy conveniente distinguir adecuadamente los efectos potenciales que los derivados pueden producir -dependiendo de la forma en la que son utilizados– a efectos de evaluar de forma apropiada su eventual uso. Veamos resumidamente esa casuística.

1. La inversión o especulación

Una forma de utilizar derivados es la búsqueda de altos rendimientos, aceptando que se pueden producir altos quebrantos, al tratarse de contratos con alto apalancamiento. Si las expectativas del inversor respecto a la evolución del mercado se confirman, obtendrá mayores beneficios de los que hubiera percibido, si la inversión se hubiera realizado a través de un instrumento financiero no derivado. Recíprocamente, si dichas expectativas no se cumplen, se producirán los efectos contrarios.

Una característica singular de este tipo de uso de derivados es que no existen necesariamente otra u otras operaciones o posiciones de la empresa relacionadas con el subyacente del derivado que se contrata.

2. El arbitraje

Otro posible uso de instrumentos financieros derivados es el arbitraje, mediante el cual, se pueden obtener beneficios en los casos en los que, eventualmente, el mercado ofrezca puntualmente alguna incongruencia en sus precios. Obviamente, también se pueden realizar operaciones de arbitraje con instrumentos financieros no derivados.

Algunas consideraciones sobre las operaciones de arbitraje podrían ser las siguientes:

• Solo deben realizarse por parte de expertos familiarizados con este tipo de operaciones.

• Deben tenerse en cuenta muchas limitaciones posibles: aspectos regulatorios, costes y comisiones de las transacciones, impuestos, etc. que podrían impedir que se consiga el efecto neto positivo que se persigue con el arbitraje.

• Las situaciones anómalas en las que se pueden realizar operaciones de arbitraje son siempre transitorias; ya que, las propias operaciones de arbitraje corrigen rápidamente dichas anomalías del mercado.

3. Operación principal + derivado

Mucho más frecuente es el uso de derivados relacionados con otra partida o posición de la empresa. Es lo que generalmente se denomina cobertura.

Sin embargo, a veces se olvida que, en muchas ocasiones, con este uso del derivado lo que se realiza realmente es un cambio del perfil de riesgo de la empresa, que no garantiza su éxito final.

Lógicamente, las empresas deben decidir a alto nivel la política de gestión de riesgos que debe aplicarse a este tipo de operaciones. En la práctica, es frecuente que las empresas tengan posiciones abiertas de tipos de cambio de divisas, de tipos de interés, etc. En estos casos, deben calcular sus posiciones netas y sobre dichas posiciones aplican su política de gestión de riesgos, no solo respecto al instrumento a contratar (forward, futuro, swap, opción, etc.), sino también respecto al volumen de la contratación.

4. La cobertura “genuina”

Existe otro tipo de uso de instrumentos financieros derivados, que el autor de estas líneas denomina “cobertura genuina”, en el que son varias operaciones principales de distinto signo, que arrojan un margen positivo a los precios actuales, las que se complementan con uno o varios derivados que garanticen dicho margen.

En estos casos, ya existe un trabajo previo por parte de la empresa, que arroja un resultado positivo a los precios actuales, y que debe protegerse. No es una mera suposición sobre la evolución futura de precios.

No solo la situación creada por el Covid 19, sino en circunstancias normales, se han podido observar algunos casos en los que, operaciones aparentemente de cobertura de algunas empresas, no han surtido el efecto deseado. ¿Existían políticas de gestión de riesgos apropiadas?

Tribuna publicada en Dirigentes Digital.