Rodrigo Villamizar Alvargonzález, ex Ministro de Energía de Colombia y Embajador, Jefe de Estrategia de Kaiserwetter Energy Asset Management S.L.U. y profesor del IEB y de la U. de San Diego
El terrible coronavirus puede haber cortado nuestras alas, pero nunca podrá evitar que soñemos con una energía limpia con cero emisiones netas de carbono. Si bien los viajes de larga distancia pueden ser un desafío por ahora, no debemos dejar de imaginar un futuro en el que podamos reinventar la forma de movernos y comunicarnos. Una vez que los actuales riesgos existenciales se hayan resuelto con éxito, podremos continuar aventurándonos hacia un futuro más sólido y sostenible liderado por el G-7 o G-20 y no, como ahora, por un G-0 donde la globalización ha sido sustituida por una regionalización egoísta. Y donde retomemos el debate universal sobre el crecimiento, la riqueza y su redistribución más equitativa.
Ese nuevo próximo territorio ya ha sido llamado el Nuevo Normal 2.0. Una normalidad renovada donde, después de desaparecer las restricciones de cierre por pandemia, surge una pregunta existencial común para todos: ¿será posible reconstruir la economía mundial pronto y de forma más sostenible, menos vulnerable a otra nueva pandemia?
Pero, para ello, debemos pensar en tres gigatendencias que afectaran nuestras vidas en forma profunda y que se amplían en mi más reciente libro1 La primera es la caída lenta pero inexorable de la demanda por petróleo. Ello cambiará fundamentalmente la estructura económica mundial y los sistemas energéticos nacionales y mundiales.
La responsabilidad no está asociada a su caída de precios vertiginosa ni a la incapacidad del cartel en recuperar relevancia. Ni tampoco en la estructura de producción ni almacenamiento. Los precios seguirán oscilando, subiendo y bajando como lo han hecho en el pasado pero los productores serán cada vez menos. Y la franja más baja y más estrecha.
El trabajo en remoto, mínimos viajes, compras on-line y la presión creciente por detener el cambio climático global más una transición hacia la movilidad eléctrica (más barata y más eficiente) reducirán en forma gradual pero permanentemente el consumo de petróleo. Si a ello se agrega la lenta pero segura muerte del carbón, aunque genere trauma en países productores de uno o ambos combustibles (Arabia Saudita, China, Australia, Rusia, Venezuela, Noruega), será como una bendición disfrazada que empujará al mundo más rápidamente por la senda de mitigación del cambio climático.
La segunda giga-tendencia será la transformación de la vida urbana hacia patrones de movilidad e interacción social como no lo habríamos podido prever antes del COVID-19. Las ciudades no serán las mismas; la movilidad favorecerá desproporcio – nadamente a los ciclistas y peatones y reducirá el acceso a los automóviles. Los alcaldes de Milán, Manchester, Bogotá y Liverpool han anunciado la introducción de formas de rediseño del transporte urbano. Cada ciudad ofrecerá además aplicaciones (Apps) para advertir a las personas donde hay concentraciones “peligrosas” de personas o aquellos que han entrado en contacto con posible caso de contagio.
En tercer lugar, drásticos cambios se llevaran a cabo en las compras y consumo personal. Las tiendas minoristas o de venta directa al público serán las grandes víctima de la crisis del coronavirus. No solo Amazon y Alibaba, sino una proliferación de minoristas y distribuidores en línea locales irán martillando clavos en las puertas de las tiendas de acceso al público. La pérdida de empleaos en ellas será más que compensado por agencias y servicios de mensajería, pero ello no disminuye su dolor. Esto afectara también la propiedad raíz e impulsara el e-commerce o línea directa P2C (producer-to-con – summer) a nuevas alturas.
Estas tres gigatendencias poseen una característica particular que las hará más llevadera y menos traumática: una forma más universal y generalizada de controlar la información y las principales decisiones de la economía respecto de sus activos productivos. Plataformas de Inteligencia Artificial operando en el Internet de las Cosas estimulara toda actividad económica, social, de entretenimiento y cultural de una forma no vista hasta ahora fuera del ámbito de los servicios basados en datos inteligentes. Estas plataformas han avanzados más en el sector espacial y en el espacio energético, pero llegarán a todos los sectores de la economía, la sociedad y el medio ambiente.
En energía, principal responsable actual del cambio climático debido al peso de los combustibles fósiles, las de carácter renovable son, junto con la captura y secuestro de carbono, los únicos eslabones para la transición hacia un mundo más limpio (des-carbonizado) y sostenible. El nuevo enfoque de las autoridades europeas para asegurar las inversiones en energías renovables y el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París sobre emisiones de carbono dependen de la tecnología digital.
Las empresas llamadas IntelliTech, como Kaiserwetter de Alemania o Mercatus de EEUU ofrecen servicios digitales especializados para optimizar los procesos de inversión y operación. Sus clientes ya incluyen, sobre todo, fondos de inversión, capitales de inversión, bancos, aseguradoras, organizaciones intergubernamentales, agencias de calificación y compañías de energía.
¿De qué forma podrá una empresa adaptarse al desafío que plantea un mundo fracturado por el coronavirus donde todos tendremos que cumplir con el distanciamiento social, el uso de máscaras faciales y desinfectantes así como permitir que los recolectores de datos digitales sigan cada paso que damos durante el día? Su primera actividad deberá ser incorporarse a una plataforma de manejo inteligente de datos a través de redes de algoritmos que le permitirán sus opciones de manejo de activos, de riesgos y de sus vulnerabilidades sin la necesidad de depender de los poco efectivos métodos tradicionales de evaluación de proyectos y tomas de decisiones.
La Nueva Normal 2.0 después del final del distancia – miento obligatorio el reto tendrá que reconstruir las redes globales para asegurar una sociedad universal más igualitaria, un mundo menos dependiente de los combustibles fósiles y una relación más amigable y respetuosa con la flora y fauna del planeta. Mientras tanto, en confinamiento, tal como lo recomienda Chiho Komoriya, columnista de tecnología para The Japan Times, debemos redescubrir cosas antiguas como máquinas de coser, el telégrafo y esos objetos de papel llamados libros. Es la mejor forma de prepararnos a vivir en un mundo más digital, menos personal y más virtual.
Artículo publicado en el informe Reflexiones jurídicas y financieras pos-Covid-19.
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