José María Revello es director del Master en Corporate Finance del IEBDebemos empezar aclarando qué entendemos por modelización financiera para después explicar su importancia en el mundo de la banca de inversión. Modelizar es proyectar un número de años adecuado los estados financieros de la empresa. Los dos independientes son el Balance y la Cuenta de Pérdidas y Ganancias. Combinando estos dos resulta el llamado Estado de Flujos de Fondos (en inglés cash-flow statement). El Balance refleja por la parte del activo todos los recursos controlados por la empresa de la que se esperan obtener beneficios futuros, o como decía la contabilidad clásica el conjunto de bienes y derechos: inmuebles, maquinarias, existencias, derechos de cobro, etc. y por la parte del pasivo y patrimonio neto cómo se financian: con deuda comercial como la de proveedores de explotación, con deuda financiera como la que presta los bancos o con capital social y reservas. Pérdidas y Ganancias refleja los fondos que genera el negocio como diferencia entre los ingresos y los gastos. De los fondos generados por las actividades de negocio (PyG) y de las inversiones necesarias y movimientos de la deuda (Balances) se obtiene la cascada o Estado de los Flujos de Fondos: cash-flow operativo, capital cash-flow (para el servicio de la deuda y el capital) y por último el cash-flow para el accionista o tesorería última, que si no va a dividendos, se queda en el Balance y sirve precisamente para establecer una línea de comprobación o check de que se han proyectado bien los dos estados financieros independientes.Modelizar bien es fundamental en el mundo de la valoración de empresas y en el mundo de la estructuración financiera. En valoración de empresas es clave para obtener los cash-flows libres, que actualizados al coste medio ponderado de capital (en inglés wacc) dan lugar al valor de empresa (enterprise value), o los cash-flows del accionista que, actualizados al coste del capital propio (Ke), dan lugar al valor de los fondos propios (equity value). En la valoración de las compras apalancadas (LBO), que son operaciones típicas del mundo de las no cotizadas (private equity), es clave proyectar las cuentas de resultados y los balances para hallar el EBITDA y la deuda financiera del último año y poder aplicar una valoración por múltiplos y calcular una rentabilidad (TIR) de la operación.En la estructuración financiera, el mejor ejemplo es lo que se conoce como project finance, o proyectos de inversión que, al amparo de una regulación que garantiza la obtención de cash-flows estables en un horizonte amplio de tiempo (digamos 25 años), permiten un alto endeudamiento para la financiación de los activos. Por ejemplo, se financian con esta modalidad las plantas eólicas o las concesiones administrativas como un tramo de autopista.En el project finance, la modelización financiera alcanza su apogeo pues es necesario proyectar durante muchos años los estados financieros que producen el cash-flow que repaga, o como se dice en el argot, ‘esculpe’ la deuda, además de la rentabilidades (TIR) del proyecto y del accionista.
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