Por Aurelio garcía del Barrio, director del Global MBA con especialización en Finanzas del IEB.
La economía trata de comprender el comportamiento del consumidor. Pero, a menudo necesitamos una compresión más profunda de su conducta y los factores que la afectan. Este es el papel de la economía del comportamiento y la razón por la que el economista estadounidense Richard Thaler, ha sido galardonado con el premio Nobel de Economía 2017. Su trabajo se articula en torno a la idea de que las decisiones económicas que toman los individuos responden a decisiones racionales frente a los que consideran que atienden únicamente a reglas matemáticas.
El profesor de la Universidad de Chicago y pionero en el estudio de los análisis psicológicos y económicos de los procesos de decisión individuales, versa su trabajo la llamada ‘economía del comportamiento’ en comprender la «psicología de la Economía», un tema de amplio espectro pero que podríamos resumir en que la ciencia del comportamiento ayuda a explorar lo que impulsa al consumidor: el subconsciente, las emociones y el poder del entorno.
La economía ayuda a identificar y priorizar las conductas en las que conviene centrarse. En la actualidad, muchos de los tomadores de decisiones, independientemente de su vertiente ideológica, recurren a la visión económica en un sentido tradicional y reduccionista, es decir, sin tomar en cuenta aspectos sociológicos, antropológicos y psicológicos. La omisión de estos aspectos genera, o bien puede conllevar, a desviaciones en los resultados esperados a partir de la aplicación de dichas políticas.
Al margen de algunas posiciones reduccionistas, la teoría económica ha desarrollado desde hace varios años esfuerzos por explicar la mejor manera las decisiones de los agentes económicos, con la finalidad de reconciliar los modelos teóricos con una gran cantidad de hallazgos empíricos que contradicen las predicciones de las teorías económicas convencionales (neoclásicas). Entre estos esfuerzos, destacan los planteamientos de la Economía Conductual, rama de la economía que se nutre permanentemente de otras disciplinas, como la sociología, la psicología y la antropología social, con la finalidad de explicar conductas tan diversas como, por ejemplo, los hábitos poco saludables de alimentación, el exceso de confianza de los inversores en bolsa o, incluso, el comportamiento de compra del tipo efecto manada.
Pero y ¿qué es la economía conductual? es una rama de la economía que en los últimos años ha revolucionado la manera de entender los procesos de toma de decisiones económicas en particular y, el comportamiento humano en general. Ésta surge a partir de una aproximación esencialmente inter y transdisciplinaria, diferenciándose del enfoque tradicional de la economía neoclásica. De acuerdo con la definición consignada en la Serie sobre Economía Conductual de la Universidad de Princeton, la Economía Conductual o Economía del Comportamiento “utiliza los hechos, modelos y métodos de ciencias relacionadas para determinar hallazgos descriptivamente exactos sobre la habilidad cognitiva humana y la interacción social, y para explorar las implicaciones de estos hallazgos para la conducta económica”.
La Economía del Comportamiento o Economía Conductual parte de la constatación de que todos los agentes tienen limitaciones cognitivas, que son incapaces de procesar racionalmente grandes cantidades de información, que toman decisiones de forma emocional de forma sistemática, sujetos a sesgos en el manejo de probabilidades y, que muchas veces están dispuestos a sacrificar su propio interés para satisfacer diferentes formas de preferencias sociales.
Independientemente de la definición, la cual depende en gran medida de la vertiente teórica, esta particular rama de la economía se adentra en el estudio y análisis de las anomalías propias del comportamiento humano y sus efectos sobre las decisiones económicas. En la medida en que estas anomalías describen a un sujeto distinto del individuo “racional” definido según los modelos económicos neoclásicos, puede considerarse que esta línea de investigación pone en tela de juicio los supuestos teóricos del libre mercado. En este sentido, si la eficiencia del mercado dependiera de que los agentes económicos actúen racionalmente, como la economía neoclásica presupone, el descubrimiento de anomalías sistemáticas, de irracionalidad, en su comportamiento sugiere que el mercado real es menos eficiente de lo que indican los modelos.
Fotografía: Richard Thaler.
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