En diciembre de 2006, durante un congreso de la industria bancaria en Genova, Madelyn Antoncic emitió una advertencia que acabaría siendo premonitoria: en un entorno de baja volatilidad, crecimiento descontrolado del crédito y euforia bursátil la industria financiera se estaba viendo dominada por “una abrumadora sensación de complacencia”.
Antoncic -nombrada unos meses antes gestora de riesgo del año por Risk Magazine- matizó que la firma en la que trabajaba estaba preparada para afrontar las turbulencias. Pero eso no era del todo cierto. Antoncic comprendía los riesgos que se avecinaban e intentaba preparar a su empresa contra ellos, pero la dirección había empezado a ignorar sistemáticamente sus advertencias. Hasta el punto de que, en unos meses, la gestión del riesgo solo existiría sobre el papel. Finalmente, Antoncic fue despedida en diciembre de 2007. La entidad se llamaba Lehman Brothers.
El 15 de septiembre de 2008 Lehman desencadenó un tsunami financiero que se extendió por todo el mundo. “¿Debería haberse salvado Lehman? Sí, pero debería y podría haberse salvado a sí mismo”, reflexionaba una década después la propia Antoncic en una tribuna en New York Times. En ese artículo, Antoncic recuerda que la firma recibió una oferta de compra por el 25% de las acciones, tan solo una semana antes de su quiebra. Pero la dirección desechó la oferta de Korea Development Bank.
“¿Debería haberse salvado Lehman? Sí, pero debería y podría haberse salvado a sí mismo”
Paradójicamente, Lehman cayó por la misma razón que le había puesto al borde del desastre una década antes. En septiembre de 1998, la crisis financiera de Rusia arrastró consigo al fondo Long Term Capital Management (LTCM) y puso en jaque a las principales firmas de Wall Street. Según Antoncic, Lehman Brothers “vivió una experiencia cercana a la muerte” y “casi se fue a la bancarrota”, porque “en aquel momento, no tenían un responsable de gestión de riesgos”.
Madelyn Antoncic entró en Lehman en 1999, con la misión de cambiar esa mentalidad. “Me encontré con una empresa que no tenía mucho apetito por la gestión de riesgos, que es la razón por la que se metió en esa situación [en 1998], y también tenían problemas de liquidez”. Durante los años siguientes, creó un departamento de la nada y en 2004 fue ascendida a responsable de gestión de riesgos.
Pero a medida que los beneficios crecían, los directivos abandonaron la cautela y decidieron “pisar el acelerador” asumiendo más riesgos. El informe judicial de 2.200 páginas que estudió la causa de la quiebra de Lehman concluyó que “la gestión de riesgos fue anulada en repetidas ocasiones”. “Fue una pena”, señala Antoncic, “porque en 1998 estaban en problemas, y no había necesidad de que volvieran a estar en esa situación en 2008”.
La quiebra de Lehman Brothers marcó un antes y un después para la industria financiera. Desde entonces, la auditoría y la gestión de riesgos se han convertido en una prioridad. De hecho, el controller financiero es actualmente el profesional más demandado dentro del sector, según el XVI informe Los + Buscados 2021, elaborado por Spring Professional.
Para su sorpresa, Madelyn Antoncic recibió una oferta del Banco Mundial en 2011 para ser la tesorera de la institución. Su principal lección de su paso por Lehman Brothers es: “necesitas tomar riesgos de forma inteligente, debes saber medir el riesgo y ser prudente, porque hay ciertos riesgos que nunca deberías tomar”.
“Necesitas tomar riesgos de forma inteligente. Debes saber medir el riesgo y ser prudente. Hay ciertos riesgos que nunca deberías tomar”.
La actual crisis es un recordatorio de la importancia de la gestión del riesgo. No solo económico, sino también sanitario o medioambiental. Al fin y al cabo, la Covid, al igual que otras epidemias modernas, son resultado de la zoonosis. Es decir, virus que se traspasan desde los animales (generalmente salvajes) a las personas, porque el cambio climático y la destrucción de ecosistemas les está forzando a entrar en contacto con los humanos. De hecho, Antoncic lleva años advirtiendo de que “la sostenibilidad no es algo nuevo, es la nueva cara del riesgo“.
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