Por Miguel Ángel Bernal, profesor y Coordinador del Departamento de Investigación del IEB
Estos últimos días, previos a la llegada de agosto, se han publicado numerosos resultados de compañías cotizadas. Como siempre hay en la viña del señor, los números han deparado perdedores: como es el caso de las compañías eléctricas, y ganadores. En este último caso permitirán que haga mención o incluya a los bancos.
Por fin parece que después de un primer cuatrimestre negro, cabe recordar el caso del Banco Popular y bancos italianos, la banca parece centrar la mirada de los inversores. Debemos tener en cuenta, eso sí, que principalmente esa banca hace referencia a los bancos españoles u otras entidades europeas. Esta visión positiva no está, por tanto generalizada a la banca europea; es un visión muy selectiva y escogida aún. En el fondo es una consecuencia lógica del proceso de transformación, reforzamiento de capital y salida de la crisis del pinchazo de la época del apalancamiento. Precisamente España es de los países que por su intervención europea en el sector ha sido una de las que más ha tenido que esforzarse y meter velocidad de transformación.
Además de esta reestructuración obligada y forzada, la banca española comienza a contar con el buen momento de la economía doméstica. Una situación que este año empieza a deparar ya un cambio sostenible y esperemos duradero para nuestro país. Esta contribución debería comenzar a rebajar, más desde el tiempo transcurrido por la crisis, la morosidad de las entidades que sigue siendo alta, pero insisto, parece que se va reconduciendo por fin la situación. Todavía no se deja notar su efecto benéfico plenamente, pues aún la confianza de los consumidores y empresas está recomponiéndose y es necesario se consolide. Tampoco cabe esperar en el futuro la orgía de crédito de los tiempos anteriores a la crisis, esperemos que los errores de aquella burbuja sirvan para aprender y no volver a repetir los mismos.
Ya que hablamos de tiempos pasados, algunos se preguntarán si todavía el inmobiliario sigue haciendo daño. Pues para ser exacto sí, ahora bien salvo la excepción de Popular y el fuerte saneamiento que se va a llevar a cabo por el Santander, el impacto que vemos en la cuenta de resultados es cada vez menor. En aquellas entidades que están más retrasadas en el saneamiento de su ladrillo, desde luego se nota más. En este sentido la banca mediana es la que más tiene que avanzar.
Para que el efecto balsámico cale en las cuentas de resultados, no solo a la española sino a toda la europea, será necesario un afianzamiento de la economía europea. En Europa hay un crecimiento muy desigual entre los países, desde luego España está a la cabeza de ese crecimiento, aún con claroscuros muy patentes. El problema está en que otros países muy importantes, léase Francia e Italia, están todavía en una senda de crecimiento débil. Además cabe recordar que el Banco Central Europeo, en todas sus intervenciones recientes, es reacio en tocar los tipos de interés a alza. La inflación sigue siendo un enorme contrapeso a ese movimiento. Los precios de momento, tanto por una debilidad de la demanda de la zona euro, así como por el efecto que tiene el precio del petróleo, no da muestras de aparecer. Es más, el que quizá sea el indicador avanzado más importante del movimiento de precios, la subyacente, sigue anclado en niveles muy bajos y corrobora todavía que estemos por debajo de ese objetivo del 2 por ciento marcado por Draghi. Desde luego no parece o al menos yo no lo preveo, que veamos movimientos en los tipos de interés en nuestra zona al menos hasta el próximo año.
Pero si dejamos los asuntos comunes de la zona euro y volvemos los ojos a nuestra banca, empezamos a ver en los resultados un cierto gusto agradable en las diversificaciones. Un buen ejemplo lo tenemos en el caso de BBVA donde ahora tanto Turquía como México, especialmente este último van aportando y mucho a los resultados consolidados del grupo. También vemos como la toma del portugués BPI por parte de La Caixa, una vez avanzada y consolidada la adquisición comienza ya a verter sus frutos, sobre los resultados.
No sería justo reconocer que el sector europeo debe afrontar un reforzamiento de los instrumentos que refuercen su capital. En esto también la banca española va andando camino. Los grandes bancos están ya lanzando y están siendo muy bien aceptados nuevos activos financieros. Cierto es que los intereses que en este momento ofertan son, quizá, elevados; pero desde luego hay que resaltar el apetito por ellos por parte de los inversores cualificados.
Es evidente que la banca mediana en España lo tiene más difícil pero aún así hay alguna señal esperanzadora. Por ejemplo, la salida a Bolsa de Unicaja ha sido la OPV con mejor recorrido desde hace mucho tiempo. Esta situación puede hacer que otros bancos que están pendientes en salir a cotizar y que si no lo han hecho, ha sido por la exigencia en los precios. Estos bancos podrían animarse a encontrar un panorama más amigable a sus intereses.
La banca avanza, especialmente la española, parece que por fin entra en una senda de estabilización. Deja un ajuste bestial en el número de entidades, red, personal, ajuste de gastos. Claro que todo ello es consecuencia de una sobredimensión existente enorme. Esperemos que en el futuro tengamos muy presentes las enseñanzas de nuestro reciente pasado para no volver a la orgía de los préstamos y apalancamientos suicidas, las consecuencias las seguimos sufriendo.
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