El 8 de noviembre, Estados Unidos se juega su futuro político. Los nombres de Biden y Trump no figuran en ninguna papeleta, pero en las elecciones de mitad de mandato o midterms se renovará la Cámara de Representantes al completo; así como un tercio del Senado y dos tercios de los gobernadores de los Estados. Unas votaciones que se convertirán en una moción de confianza para la Administración Biden y que se producen en un contexto de crisis económica, con la guerra de Ucrania como telón de fondo.
«Nos jugamos los próximos dos años de Biden en la Casa Blanca en las Midterms de EEUU», explica José María Viñals, director del Máster en Relaciones Internacionales. «También nos jugamos que tengamos un partido diferente en el Congreso y en el Senado. Este es un primer test a las políticas de Biden, y los dos grandes factores que pueden determinar estas elecciones es la inflación, por un lado, y cuestiones de ámbito social, como el aborto, por otro», concluye.
El resultado de los comicios no es solo relevante para la ciudadanía, sino también para los inversores. Aunque a largo plazo a los mercados no les importa el signo político de los gobiernos, sí les preocupa la incertidumbre. Un resultado imprevisto podría tener efectos importantes a corto plazo.
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