Política económica hacia Latinoamérica

Por Ramón Casilda, analista, consultor estratégico iberoamericano y profesor del IEB.

La reformulación de la política económica internacional de España debe abrirse paso en el nuevo contexto latinoamericano. América Latina, golpeada por la crisis, ha reducido no solo su crecimiento económico, sino que su modelo está en pleno reacomodo por quedar al descubierto las debilidades y carencias una vez que el boom de la materias primas ha pasado.

En Latinoamérica se cierran unos espacios y se abren otros, que ponen a prueba el liderazgo de España como primer inversor europeo y segundo mundial por detrás de los Estados Unidos. Estas posiciones deben ser enfocadas y aprovechadas en consonancia con el importante liderazgo de las empresas y bancos españoles en la región.

España, desde una perspectiva amplia, profunda e intensa, debe emprender una reformulación ambiciosa de las relaciones económicas y comerciales iberoamericanas, dotándolas de una nueva dimensión y contenido que permitan continuar aumentando su presencia, peso e influencia a la vez que bancos y empresas latinoamericanas, conocidas como «multilatinas» intensifican su presencia en la economía española.

Una reformulación que debe aprovechar la combinación de oportunidades que ofrece Latinoamérica, que además se constituye como un importante recurso «geoeconómico» de España en la Unión Europea y en el mundo. Esta reformulación es perfectamente compatible con la afinidad con EEUU, en la medida en que las posiciones de las empresas españolas resultan complementarias y no contrapuestas con las estadounidenses.

España, por la presión y el reacomodo del tablero económico mundial, debe emprender una reformulación de su política económica internacional hacia América Latina

Todos estos aspectos, requieren tener una estrategia precisa hacia la región en su conjunto, pero al mismo tiempo, hacia cada país según sus necesidades, algo que China (segundo socio comercial de la región y primero de EEUU), ha sabido articular por medio de su estrategia inversora en infraestructuras y energía, que le han facilitado una creciente presencia, lo cual por cierto no es perjudicial para nuestras empresas, aunque sí ha provocado que la Unión Europea retroceda en cuanto a peso e influencia en América Latina.

Potenciar, robustecer y vigorizar el espacio económico y comercial iberoamericano es conducir con luces largas, y nuestro país, como sus empresas, deben emplearlas hoy más que nunca. Siempre recalcaré que las empresas españolas al internacionalizarse en Latinoamérica, lograron el tamaño, las economías de escala y las fortalezas que le permitieron emprender una nueva fase de expansión internacional hacia otras regiones y países más desarrollados que las convirtieron en multinacionales globales.

Teniendo en cuenta que la internacionalización de las grandes empresas españolas tomó forma a partir de la entrada en la Unión Europea en 1986, y que han seguido un patrón clásico de explotación de las ventajas competitivas existentes y un modelo gradual de expansión internacional que les ha permitido mejorarlas e incrementarlas a la vez que generaban ventajas estratégicas, vinculadas principalmente al posicionamiento en los mercados latinoamericanos.

España, actualmente cuenta con un núcleo de empresas multinacionales, que mantienen una posición estable y relevante en América Latina y en el entorno internacional.

La mayor parte de ellas pertenecen a un macro sector donde se encuadra el bancario, seguros, energético, infraestructuras y telecomunicaciones. Dentro de estas categorías, encontramos un grupo de empresas de construcción e ingeniería en sus diferentes especialidades, de gestión y desarrollo de infraestructuras civiles y de transporte, de energías renovables, de electricidad, petróleo y gas. Un segundo grupo está encabezado por los dos más importantes bancos que son líderes regionales y otro de tamaño medio, una compañía de seguros y otras de tamaño medio, junto con otras en sectores diversos como puede ser el de autopartes para la industria del automóvil.

Además de estas firmas, se encuentran otras con posiciones de liderazgo internacional, pero que forman un grupo aislado. Es el caso de Inditex, líder mundial y la mayor empresa española por capitalización bursátil junto con el Banco Santander. El otro caso es Grifols, con un tamaño más reducido pero con una posición de liderazgo en un segmento específico de la industria biofarmaceútica, que por el momento no tiene presencia en América Latina. Asimismo hay que poner de manifiesto que España, aunque cuenta con una importante firma tecnológica de relevancia internacional como es Indra, no cuenta con otras grandes empresas vinculadas directamente con la economía digital en la región, aunque sí con una diversidad de proveedoras de servicios de consultoría de sistemas, comunicaciones y software.

España, por la presión y el reacomodo del tablero económico mundial, debe emprender una reformulación de su política económica internacional hacia América Latina. Entendida ésta como el conjunto de medidas que impulsan los Estados con el propósito de incidir en el entorno económico, incluyendo el flujo de bienes, servicios y capitales, de acuerdo con lo que considere el mejor interés nacional.

La Marca España confiere a nuestras empresas una ventaja comparativa importante por ser bien reconocida y porque están contribuyendo al desarrollo y la modernización de la economía latinoamericana y del mundo

La reformulación necesaria debe tener presente el contexto latinoamericano, teniendo presente la nueva agenda económica internacional que pone énfasis en cuestiones fundamentales y de intensa actualidad como la integración, la inversión y el comercio en un mundo que registra nuevos parámetros y escenarios como el proteccionismo impulsado por EEUU basado en su lema: «América Primero», que nos hace ver la apuesta del presidente Donald Trump por el final de una era, basada en el libre comercio como eje de la globalización.

Por tanto, las empresas españolas y más concretamente aquellas con altos niveles de protagonismo en América Latina -y en el mundo-deben «alinear» sus estrategias con la política económica internacional de España. Las nuevas coordenadas latinoamericanas, donde destacan Brasil y México, exige a las empresas diseñar una estrategia precisa y ajustada a la realidad de cada país, siendo «vital», conocer con precisión los movimientos de sus competidores para situarse o adelantarse a las decisiones en concordancia con el riesgo o ventajas de cada país. Para lo cual, les resulta trascendental la «información inteligente» del Gobierno, que emana de su política económica internacional.

Dentro de la política económica internacional de España hacia Latinoamérica y el mundo, un vector clave se corresponde con los activos «intangibles», como es la Marca España, que le confiere a las empresas una ventaja comparativa importante por ser bien reconocida y percibida, ya que nuestras empresas están contribuyendo al desarrollo y la modernización de la economía latinoamericana y del mundo. De manera que, para un mayor fortalecimiento y expansión de las empresas españolas , se requieren mayores dosis de colaboración pública-privada, entendida esta como: la construcción de una efectiva red colaborativa a los efectos de poder sumar sinergias en un entorno tan cambiante como inestable y complejo, algo a lo que no es ajena Latinoamérica ni el mundo.

Ante el cambio que se está produciendo en la geografía económica, exceptuando el poder militar, las empresas son determinantes en cuanto a la influencia, peso y poder de los países en el nuevo escenario internacional. De manera que la colaboración pública-privada más que nunca en estos momentos de agitación, inestabilidad y complejidad, se hace tan vital como necesaria para implementar y desarrollar con éxito la reformulación de la política económica de España hacia Latinoamérica y el mundo.

 

Tribuna publicada en El Economista