César Fernández es profesor del IEB Como continuación al artículo de mi buen amigo José María Revello de la semana pasada, me gustaría profundizar más en la experiencia profesional de aquellos que tienen el privilegio de trabajar en el ámbito de las finanzas corporativas.Las transacciones corporativas son lo más estratégico para una compañía. Comprar una empresa, desinvertir una rama de negocio, fusión con un competidor, la entrada en el capital de un nuevo accionista etc., son operaciones que transforman las corporaciones.Por ello, en este tipo de operaciones están involucrados las personas más “top” de las organizaciones: principales accionistas de referencia, el presidente, consejero delegado, director general, director financiero etc. Y esto no sólo se debe a la trascendencia de la operación, sino también a mantener el anonimato de la misma. Deben ser muy pocas las personas qué conozcan la transacción mientras se lleva a cabo.Todo tiene un “aire” de película de suspense. Se utilizan nombres en clave para referirse a las compañías involucradas e incluso en ocasiones se utilizan también para referirse a los participantes en la operación: león, gato, elefante…La operación se madura poco a poco durante meses, llegando a acuerdos en precio, garantías, plan de negocio, estrategia de futuro, contrato de accionistas… Es como un puzzle en el que, con paciencia y perseverancia, hay que encajar todas las piezas hasta culminar con éxito la transacción.El día de la firma se citan asesores, accionistas, altos directivos, abogados… de la parte compradora y vendedora, alcanzando un número muy relevante. Hay varias salas en las que se van celebrando mini-reuniones donde se terminan de “pulir” los últimos flecos. Por eso, se sabe a qué hora se entra pero no a qué hora se sale…Y después de tantos meses de trabajo, de tanta presión, negociaciones que se rompen y se reabren, etc, son indescriptibles las sensaciones y satisfacción que se desatan en la fiesta de cierre de la transacción.Estoy pensando principalmente en aquellos profesionales recién incorporados que tienen la suerte de vivir esa experiencia en primera persona. Poder estar presente en la mesa donde se “cuecen” las operaciones, sentado al lado de los mejores y poder aprender de ellos. Como bien reza un conocido eslogan de TV: vivir esa experiencia no tiene precio. Todos los que intervienen son para siempre parte de la historia.
Un comentario de “Por qué las finanzas corporativas (II)”
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Muy buen post, enhorabuena, esta explicado muy claro y para todo el mundo, a veces las personas que no saben de finanzas se pierden con estos términos. muchas gracias!