Italia se ha convertido en foco de atención de los mercados en las últimas semanas. El país tiene nuevo Gobierno de coalición y mucho se ha escrito sobre sus intenciones. Se ha llegado a hablar de una vuelta a la situación anterior al tratado de Maastricht. Pero ¿En qué consiste este tratado y cuáles son sus objetivos? El profesor Paul Moran lo explica en la sección Tiempo de conceptos, del programa Tiempo real, en Gestiona Radio.
¿Qué supuso la firma de ese tratado? ¿Cuál es la importancia de este tratado firmado en 1992?
Su importancia reside en el compromiso de todos los países que querían entrar en el euro de controlar su deuda pública y el déficit, para evitar problemas que pudieran generar inestabilidad en los mercados. Los países firmantes debían intentar reducir a largo plazo su deuda pública hasta el 60% del PIB, y tener un déficit no superior al 3%. Estas cifras deben tener una cierta flexibilidad porque los países afrontan ciclos económicos y la idea es que en los buenos tiempos se reduzca el endeudamiento , mientras que en los tiempos malos la Comisión Europea decida los parámetros que los países deben cumplir para el próximo año. Cuando se produce una crisis se va a disparar la deuda pública y también el déficit. Los objetivos de Maastricht están orientados al largo plazo y cada año la CE elabora un informe de lo que deben hacer todos los países para cumplir los objetivos del Tratado.
En este juego político, los países del norte quieren ser más estrictos para reducir y cumplir los objetivos; y por otro lado los países del sur, más partidarios de la filosofía de Keyne, creen que los países en periodos de crisis necesitan más flexibilidad. Hoy en día hay muy pocos países que cumplan los criterios de Maastricht, debido a la crisis financiera.
Este tratado fue modificado posteriormente por otros tratados, como el de Niza o Lisboa ¿Cuáles fueron los principales cambios?
Cuando algo no funciona, en ocasiones en lugar de simplificar las cosas, se van complicando. Los alemanes intentaron imponer pactos más estrictos, especialmente en materia fiscal; y del otro lado la Comisión busca excepciones para dar una excusa legítima a los países que no cumplen los objetivos de déficit. Han complicado los pactos fiscales de tal forma, que nadie los entiende. Periódicamente, la CE elabora un informe y da una serie de consejos a los países. Esto ha estado funcionando hasta las elecciones europeas. Países como España o Portugal tendrían que emprender recortes todos los años para alcanzar los objetivos de Maastricht, así que han suavizado las condiciones, intentando permitir que cada Gobierno pueda enfocarse más en el crecimiento económico y no tanto en la política de austeridad.
Cuando llegó el último Gobierno socialista a Portugal, decidieron tras un pacto con la Comisión Europea, que invertirían e impulsarían la economía. Y el Gobierno ha tenido un cierto éxito y hasta los países nórdicos han reconocido que este crecimiento a corto plazo facilita cumplir los objetivos a largo plazo. El problema de Italia es que este país no ha crecido, está entascado. Otros países como Irlanda o España han crecido mucho, pero en los últimos 10 años, Italia se ha estancado y su deuda pública es muy superior a la de estos países. Sus partidos políticos tradicionales de derecha e izquierda han fallado y están en crisis.
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