Por Salvador Casquero, Presidente de 2gether y subdirector del Máster en Finanzas y Banca Digital.
Cada vez que, en una conversación, en las noticias, en los periódicos o en una película se menciona Wall Street, uno no puede evitar pensar en las finanzas. Es un recurso estilístico llamado metonimia donde «una cosa», enorme como es el mercado financiero, se designa con el nombre de «otra cosa», pequeñita como es la calle Wall Street, con la que guarda algún tipo de relación. Lo pequeño contiene a lo enorme porque es en esa callecita tan pequeña donde trabajan la flor y nata de los operadores de mercado, la excelencia financiera.
Entre esta aristocracia, existen aquellos que, por su agresividad, apetito voraz y sonadas inversiones han conseguido que nos refiramos a ellos como los lobos de Wall Street, depredadores conocidos por ser resistentes e insaciables que manejan enormes cantidades de dinero que por su buen hacer convierten en ingentes.
Sí, así los llaman, y desde luego no es desacertada la comparación. Hace unos pocos meses, Melvin Capital, Citron Research y sus satélites protagonizaron el acoso de la manada a una pequeña presa, con la sana intención de multiplicar por varios dígitos su acierto. Olieron la sangre de GameStop, una (em)presa estadounidense de venta de videojuegos y electrónica de consumo, herida de muerte por efecto de esta desgraciada pandemia.
Iniciaron una práctica muy común en esa callecita Wall Street que, cuanto menos, era discutible y que a día de hoy es ilegal: las ventas en corto o «naked shorts» como se conoce en mercado. La mejor referencia a lo que expresa la desnudez, no tener nada y sin embargo venderlo todo.
Cogieron estos hedge funds unas posiciones cortas de GameStop, con un instrumento financiero muy curioso. Yo pido prestadas las acciones a su valor de hoy, las vendo en mercado y en grandes cantidades, muchas más de las que pido y tengo -fail to deliver- y, cuando hundo el precio, las recompro más baratas y te las devuelvo ganándome el diferencial.
Esto es lo que hicieron con GameStop, vendieron ellos y recomendaron ventas a todos los satélites de su alrededor. Sólo faltaba un empujoncito para llevar la compañía al abismo de la quiebra. Pero ¡ay! que el mundo ha cambiado, que ya no es de los lobos, que, aunque unos pocos tengan mucho, muchísimos muchos con muy poco tienen bastante más. Fue la lección que aprendimos en las horribles primaveras árabes donde el sentir común de los desgraciados se unió para derrotar a sus todopoderosos líderes.
Un grupo organizado de Reddit, conocido como Wallstreetbet, se enteró de esta apuesta de los fondos. Decidieron unirse con el interés común, el sentimiento poderoso de grupo, de castigar a los fondos y de «a poquitos» empezaron con la estrategia contraria.
Los ‘lobos’ de Wall Street han sentido el dolor de la dentellada de millones de corderos
Muchos pocos hacen un mucho y muchísimos pocos hacen todavía más, hasta el punto que provocaron lo que se llama un «short squeeze» que es el cierre precipitado y en modo pánico de los que tenían posiciones cortas. Se habla de cifras mil millonarias, pero el castigo que sufrieron los lobos, mordidos por millones de corderitos no lo olvidarán nunca bueno, eso si consiguen mantenerse ellos a flote después de semejante castigo.
Hace pocos días eran 2.2 millones hoy son 8.1 millones y las alertas empiezan a sonar. Los lobos han notado en sus carnes lo que duele la dentellada de millones de corderos, lo que significa empoderar a la gente, lo que se consigue agrupando sentimientos, el poder que tiene el deseo de la multitud. Va mucho más allá del refrán multilingüe «la unión hace la fuerza». Se trata del nuevo formato de mundo: todos juntos, todos unidos, todos para uno y uno para todos.
Y no se equivoquen a la hora de tomar partido por unos u otros puesto que el error cuesta caro. Si no que se lo digan a Robin Hood, que hacía referencia al Príncipe de los Bosques, pero cometió el error durante la refriega de impedir las compras de GameSpot forzando sólo a las ventas. Hoy está en entredicho porque los defensores de las causas justas sacan a la luz su modelo de negocio: vender el volumen operativo de los pobres a esos mismos ricos.
En fin, los reguladores se han visto obligados a intervenir en la disputa puesto que, si la práctica de los unos es ilegal, la de los otros se podría tratar como manipulación de mercado. Sea como fuere las acciones de GameSpot continúan con una altísima volatilidad y sólo la viabilidad de la empresa y su modelo de negocio dará con el tiempo la razón a los que «desnudos» quisieron hundirla o los que «agrupados» tomaron partido para castigarles.
Tribuna publicada en El Economista.
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