Temores que despierta la Fed

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Por Miguel Ángel Bernal, profesor y coordinador del Departamento de Investigación del IEB.

Hablar de previsiones macroeconómicas o financieras pasa por atender y vigilar las decisiones, actuaciones y mensajes de los principales bancos centrales del mundo. La política monetaria, por tanto, acapara aún mayor protagonismo de este año.

La Fed, como no, es el principal actor. Fueron los primeros en implementar una política totalmente nueva, sin antecedentes. Además, son los primeros, una vez contrastado su éxito hasta el momento, para parar el estallido de la burbuja del crédito. Pero, para que la Fed complete la tremenda empresa de finiquitar la última crisis, es necesario la normalización de su balance y su política monetaria. El banco central americano me atrevería a decir que tiene al menos un lustro, si no más, para la completa normalización.

Los primeros pasos del sendero en que se encuentra la institución americana los ha dado la ya exgobernadora Janet Yellen. Sus medidas que debían propiciar el fin de la expansión monetaria, el fin de la heterodoxia, parecen haber ido en la línea deseada, ya que no han supuesto trauma alguno para la economía. Han sido un acierto total sus decisiones en cuestiones importantes. Ha sabido calmar y tranquilizar a los agentes financieros y económicos. No ha sembrado dudas gracias a una comunicación nítida y calmada. Unido a todo ello se ha visto en sus medidas una tremenda gradualidad.

Pero Yellen y los pasos dados son ya historia, ahora la Fed con Jerome Powell al mando debe continuar con esa normalización. El muñidor de la política monetaria norteamericana debe recuperar armas para que, llegado el caso de algún problema, disponga del arsenal necesario. Despierta dudas entre muchos que llegada la hora de actuar, especialmente ante un contexto de fuerte desaceleración, incluso de recesión, la Fed tenga suficiente potencia de fuego. Pero ahora no parece problema la actividad, la preocupación son los precios de bienes y servicios, aún sin materializarse.

Los temores a que el IPC americano se vaya por encima del 2%, cifra vigente y corroborada por el propio Powell esta misma semana, tiene base y lógica económicas. Nos encontramos, como un posible acelerador de precios, la tremenda política presupuestaria expansiva de la administración Trump. La caída impuesta incrementará la renta disponible en manos de familias y empresas. Se añade además al incremento de las rentas disponibles, la repatriación que están haciendo grandes corporaciones de los beneficios que, hasta el momento, estaban estancados en paraísos fiscales y que vuelven a Norteamérica. No es por tanto un capricho o una tormenta de verano, la posibilidad de ver un aumento de la demanda significativa que presione sobre los precios es real, totalmente justificada.

Se une además la pujanza del mercado laboral norteamericano. Hoy tanto la tasa de desempleo U3, como la de desempleo U6, son muy bajas y se sitúan ya muy próximas al pleno empleo. Esta pujanza despierta preocupación por la posibilidad de ver un aumento en la remuneración de los trabajadores, algo que parece ha comenzado. Digo parece, pues todavía no tenemos una senda de datos consecutivos que incidan en la elevación de los salarios, son cifras puntuales, tan solo.

Convendrán conmigo que la combinación de la política fiscal referida, la repatriación de grandes cantidades de dinero, unido a un mercado laboral pujante es motivo más que suficiente para pensar que la política monetaria va a tener que endurecerse. Un endurecimiento que puede llevar a que veamos cuatro subidas de tipos de interés a lo largo de este año.

Si alguien piensa que las subidas de tipos están descontadas y más que anticipadas, que esta vez no es como en veces anteriores, en mi opinión se equivoca. Ha sido siempre uno de los mayores errores cometidos en cualquier previsión pensar que la actualidad es diferente a hechos similares en el pasado. Quizá para recordárnoslo esta misma semana hemos tenido un serio toque de atención y nos lo han dado los índices bursátiles americanos. El mes ha sido malo en bolsa, con una enorme volatilidad, donde hemos registrado caída de consideración. El temor a una elevación de tipos se palpa en el ambiente.

Debemos partir de que la expansión monetaria, aludida al principio de la tribuna, ha provocado una sobrevaloración de algunos activos. En primer lugar la deuda pública, que como hemos visto, empieza a corregir esta sobrevaloración. El bono americano a diez años está ya cercano al 3%, lo que ha llevado a una correción en su precio.

Pero no solo es la deuda pública americana, sino todas las emisiones que han recogido los dólares lanzados por el incremento del balance del banco central. La corrección en estos activos podría ser aún mayor, especialmente en los bonos high yield. La razón para esta afirmación es que estos bonos presentan unas tasas de default o impago bajísimas, un aumento de los impagos dispararía los diferenciales o sobre tipos que tiene que pagar con bonos de mucha mejor calidad crediticia.

Atención a los bonos de países emergentes y empresas radicadas en los mismos, estamos en elecciones en prácticamente toda Iberoamérica y eso también es motivo para la preocupación.

En cuanto a la renta variable, una política monetaria más beligerante, tal y como hemos visto esta semana, lleva a caídas.

 

Tribuna publicada en El Economista