Por Luis Fernando Utrera, subdirector del Master en Bolsa y Mercados Financieros.
Dorothy Parker, escritora estadounidense, dijo una vez que las dos palabras más importantes del idioma inglés eran: cheque adjunto: Años antes, Benjamin Franklin opinaba que era mejor acostarse sin cenar que levantarse con deudas. Que el dinero es sexy es una obviedad, pero si para conseguirlo debemos endeudarnos, eso es otra cosa.
Comienzo esta reflexión con dos conclusiones y una evidencia porque hace tiempo llegaron a nuestra vida los tipos de interés negativos, algo que se mantendrá unos añitos, hasta 2021, a tenor de las expectativas económicas.
Esta situación corregiría al Sr Franklin, estadista e inventor, al indicar que el que tiene deudas es como en que recibe un cheque adjunto. Pedimos un préstamo y, en lugar de pagar intereses, resulta que los recibo. Interesante propuesta, pero seguramente condenada al fracaso. Al menos, de momento.
Desde febrero de 2016, el euribor, base utilizada para la renovación de nuestras hipotecas, ha estado en territorio negativo, llegando al -0,20%. El impacto positivo en los hipotecados ha sido real, bien bajando sus mensualidades, bien acortando el periodo de amortización del préstamo. En la parte contraria, el entorno no ha dejado de dañar la cuenta de resultados de la banca, fundamentalmente porque la remuneración negativa de los pasivos en cuenta no está muy de moda. A ver quién le explica al cliente que es él quien debe pagar intereses por tener sus ahorros en la entidad y no al revés. Esto evidencia que no tienen la misma elasticidad los activos y pasivos, del balance de un banco.
Un amigo me ha preguntado si llegaría a ver su hipoteca a tipo negativo. Le contesté varias cosas (no hay respuestas simples en este mundo complejo): primero, que el euribor ya estaba en negativo y que seguiría así por tiempo; segundo, que ojalá esa situación durase poco porque indica una nula confianza en el crecimiento económico; tercero y último, que para que el hipotecado reciba, en lugar de pagar, el euribor debería bajar del -1% (o superar la suma del margen más comisiones que se piden, por encima del Euribor, en hipotecas).
La banca anda preocupada, entre otras cosas, porque, tradicionalmente, su beneficio se incrementa en ciclos expansivos de la economía y en el último que hemos vivido, no les ha dado casi más que para reestructurarse y aumentar capital, con el fin de estar mejor preparados cara a la siguiente recesión. Frecuentemente, el mantenimiento de beneficios se ha basado en reducciones de personal.
Con la sucesión de fallos contra la sistemática de las hipotecas: fuera cláusulas suelo, gastos de notaría por cuenta del banco etc., la consecuencia ha sido el incremento del coste para el hipotecado, en base a otras comisiones, márgenes varios y demás. De manera que esas resoluciones contra el anterior modus operandi de la banca, se han absorbido, vía “otro epígrafe” en nuevas hipotecas. Que nadie se engañe: el negocio de la banca es prestar más caro de lo que cuesta fondearse. Y aquí vamos al otro quid de la cuestión.
Aunque el Sr De Guindos dijo recientemente que no es objetivo del BCE mejorar los márgenes de la banca (lo cual es absolutamente cierto y humildemente suscribo), sí debería ser una preocupación suya que el sector, además de solvente, sea rentable ya que es la base de la economía y la herramienta que tenemos para redistribuir entre empresas y familias, la liquidez que tan generosamente da la Autoridad Monetaria.
Y me pregunto: ¿puede bajar aún más el euribor, sin que esto suponga una caída insoportable en los márgenes de beneficio de las empresas financieras sobre las antiguas hipotecas (las nuevas sufrirían un fuerte encarecimiento en márgenes y comisiones, algo terrible cuando los tipos vuelvan ser positivos)? Pues la respuesta podría estar en el BCE.
Después de verano conoceremos las condiciones del nuevo TLTRO, en su tercera fase, y sabremos si podrán descontarse, por ejemplo, las cédulas hipotecarias, emitidas por la banca para financiar su cartera de hipotecas. Actualmente esas emisiones, están en el entorno del 0,20% de rentabilidad. ¿A qué rentabilidad podrían emitirse, si el BCE las pudiese descontarlas a tipos negativos? Evidentemente a rentabilidades negativa (como el bund alemán), lo que daría margen a la banca y beneficio al hipotecado, pasado el coste al BCE (alguien me dirá, con razón, que esa deuda, tarde o temprano, la pagaremos todos con nuestros impuestos). De esa forma, el sector estaría protegido y el hipotecado vería margen adicional para más caídas en sus mensualidades y disponer de más dinero para consumir, lo que es el objetivo de cualquier política monetaria ultraexpansiva, como la que vivimos.
Pues lo que digo: Benjamin Franklin, en realidad, decía lo mismo que Dorothy Parker.
Estás en Inicio » Actualidad » Blog » Tipos negativos, hipotecas y la paradoja Parker-Frankling