Aurelio García del Barrio, director del Global MBA con especialización en Finanzas del IEB.
¿Cuál es la fotografía de los meses que llevamos de 2023? Empecemos por desgranar esta pregunta. Si bien los datos de inflación mejoran ligeramente, en Europa la inflación subyacente sigue muy alta, y en Estados Unidos, se reduce. Las tensiones se centran en la oferta, en la parte productiva de la economía y en los altos costes a los que se ha enfrentado por los elevados precios energéticos.
En España, que se encuentra en el rango inferior de crecimiento de precios, la inflación subió una décima en enero hasta el 5,8%, el primer repunte desde el mes de julio, a causa del precio de las gasolinas, pero lo peor ha sido el dato de la inflación subyacente, que vuelve a subir con fuerza y se queda en el 7,5%. Este indicador no tiene en cuenta los elementos más volátiles de la cesta de la compra, tales como alimentos frescos o combustibles.
Pese a unos niveles aún muy elevados, España está a la cola dentro de la zona euro en cuanto a incremento de precios, con tasas de inflación mucho más moderadas. Sin embargo, el dato muestra que la tensión en los precios sigue pujante, en especial en los alimentos, lo que da argumentos al BCE para seguir endureciendo su política monetaria. Y veremos que casi durante todo el 2023, la inflación subyacente superará al índice general.
Una tasa de inflación subyacente elevada aumenta el riesgo de que los precios altos se cronifiquen en la economía y desencadenen efectos de segunda ronda, y dispara el riesgo de que los altos costes se queden enquistados en todos los sectores productivos.
Ante esta situación los bancos centrales, BCE y Fed, se han puesto manos a la obra, adoptando una posición mucho más Hawkins en su política monetaria, con el objeto de controlar la espiral inflacionista.
En Estados Unidos, el mercado de trabajo estadounidense creó 223.000 empleos durante el pasado mes de diciembre. De su lado, el paro bajó dos décimas hasta el 3,5%, de esta forma, el desempleo recupera el nivel mínimo alcanzado antes de la pandemia y que, también, supuso su menor tasa en varias décadas, encontrándose la economía americana en pleno empleo. La Fed cree que el mercado laboral es una fuente de posibles presiones inflacionarias, ya que la demanda de trabajadores está superando a la oferta y que los salarios están aumentando demasiado rápido para ser coherentes con el objetivo de inflación del 2%.
La economía del país experimentó un crecimiento del 0,7% de su PIB en el cuarto trimestre y un 2,1% en el conjunto de 2022, donde el índice de precios de gasto de consumo personal, la variable preferida por la Fed para monitorizar la inflación, se situó el pasado mes de diciembre en el 5% interanual y cinco décimas menos que el mes anterior.
La variable subyacente, que excluye de su cálculo los precios de la energía y de los alimentos por su mayor volatilidad, se situó en el 4,4%, tres décimas menos.
Ante esta situación, los tipos de interés se han situado en un rango del 4,5% – 4,75%, suavizando la última subida a 25 puntos básicos. En cualquier caso, veremos más subidas de tipos hasta que la inflación vuelva a la senda del objetivo.
En Europa, el BCE, sigue también la progresión del aumento de tipos, situando el precio del dinero en el 3%; se trata del quinto aumento consecutivo que efectúa la institución que preside Christine Lagarde en apenas medio año. A pesar de que la inflación en la zona euro se ha relajado ligeramente, el BCE avisa de que vendrán más. En marzo, ya ha anunciado, que habrá un aumento de medio punto más. Y el problema al que se enfrenta es que las subidas de tipos no están dando sus frutos de doblegar la inflación, ya que aproximadamente un 70% de la misma, en Europa viene provocada por el shock de oferta.
En este sentido, hace ya un año que comenzó la guerra de Ucrania, y ese fue el agravante de la escalada de la inflación, si bien ya desde septiembre de 2021 había dado síntomas de repunte. La guerra supuso un incremento brutal de los precios de combustibles, gas y electricidad, y también contribuyó el paquete de sanciones a Rusia. Cabe destacar además que Ucrania y Rusia son grandes exportadores de trigo y fertilizantes y otras materias primas, como por ejemplo el paladio; un elemento muy usado en la industria del automóvil. Rusia es el principal exportador de trigo y paladio, mientras que Ucrania exporta alrededor del 12% del trigo consumido en todo el mundo, siendo el cuarto mayor exportador de este cereal.
El conflicto en Ucrania ha agravado la situación inflacionaria de estas materias primas de grano (trigo, maíz, etc.) ralentizando, además, las cadenas de producción, que ya venían padeciendo la aparición de cuellos de botella. Cuando las empresas han percibido que buena parte del aumento que ya se ha observado en los costes de la energía y otras materias primas es permanente, han dejado de sacrificar sus márgenes y trasladando a los precios domésticos el incremento en el valor de los insumos.
El BCE tiene que mantener los equilibrios internos a los que se ve obligada ante las diferencias entre el sector más ortodoxo, que quiere frenar la inflación a toda costa, y las palomas, que blanden la relajación de los precios y los peligros de que la economía europea descarrile. Por ahora, ganan los halcones. El Consejo ha decidido subir de forma significativa los tipos de interés para llevarlos a un nivel restrictivo y mantenerlos luego en esa cota el tiempo necesario para devolver la inflación a medio plazo hasta el 2%.
Ahora mismo, se pueden atisbar al menos dos movimientos más, uno de medio punto en marzo y otro de un cuarto de punto para mayo. El BCE también comenzará, a partir de marzo de 2023, a reducir el balance de deuda que acumuló en la última década a raíz de su política ultra expansiva, a un ritmo de 15.000 millones de euros mensuales hasta finales del segundo trimestre.
Aunque hay algunas tendencias favorables que están aliviando la presión de la inflación, la reducción de los precios de la energía, la apreciación del euro en los mercados de divisas también está contribuyendo ya que abarata las importaciones de petróleo o gas, denominados en dólares y la menor escasez de suministros relacionada con la pandemia, la inflación sigue siendo la mayor preocupación de los bancos centrales, y su política sigue focalizada en su control. Aunque la situación inflacionaria ha mejorado ligeramente, todavía sigue siendo muy elevada y lejana al objetivo del 2%. El monitoreo se realizará mes a mes, y su evolución marcará el futuro de la evolución de tipos.
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